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27/2/2016 0 Comentarios

Cómo ir al cine como un cristiano - Parte 3

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Esta es la tercera y última entrada de una serie en la que he tratado de aplicar la cosmovisión bíblica al tema del cine y las películas. En la primera parte traté de responder a las preguntas: ¿Deben los cristianos de ir al cine? y ¿Cuál debe ser nuestra postura acerca de ver o no ver películas? Traté de dar respuesta a éstos cuestionamientos con base en una cosmovisión bíblica. Utilizando la distinción entre estructura y dirección (propuesta por Al Wolters en su libro La Creación Recuperada) nos damos cuenta que respecto al cine y las películas, hay aspectos que son ontológicamente buenos primero porque forman parte de la creación de Dios (que es originalmente buena), segundo porque constituyen un adecuando cumplimiento del mandato cultural que Dios le dio al hombre en la creación (Génesis 1:26-28).

Por otro lado, la misma distinción nos señala que al igual que todo aspecto en la creación, el cine y las películas también exhiben los efectos del pecado y la caída y por lo tanto pueden tener un direccionamiento que ya sea se acerca a Dios o se aparta de Él. Los cristianos tenemos la libertad de recibir todo aquello que tiene una correcta dirección hacia Dios. Con respecto a lo que tiene una dirección equivocada no sólo somos llamados a rechazarlo, sino también a llevar como Iglesia la redención que hay en Cristo y “re-dirigir” (por decirlo de alguna manera) todo hacia la obediencia a Cristo.  Esta es la influencia que los creyentes debemos tener en la cultura y sociedad.

Ésta forma del ver el mundo nos ayuda a entender que como discípulos de Cristo podemos interactuar con la cultura del cine pero que debemos hacerlo con cierta actitud de precaución y discernimiento. En la segunda entrada de la serie escribí que esta actitud nos debe llevar a cada uno de nosotros a establecer los límites que consideremos adecuados acerca de lo que podemos y lo que no debemos ver. Para esto, no sólo debemos tomar en cuenta nuestro gusto personal sino también debemos tratar de encontrar y aplicar criterios bíblicos. También escribí de que no sólo debemos establecer un criterio bíblico, sino que también debemos procurar actuar conforme a ese criterio y una forma de hacerlo es informarse adecuadamente de una producción cinematográfica antes de ir a verla. Me parece que esperar un tiempo adecuado antes de ir a ver una película así como leer reseñas (sobre todo escritas desde una perspectiva cristiana) puede ser de mucha ayuda.

Para concluir esta serie, me gustaría hablar en esta entrada de manera breve sobre cómo podemos aplicar nuestra cosmovisión bíblica al momento de ver una película. Para ello, lo primero que debemos hacer es estar conscientes de que toda película nos está comunicando o exponiendo su propia cosmovisión.

Las películas son más que sólo entretenimiento

Si bien es cierto que nuestro principal interés al ir al cine es pasar un buen rato, esto no significa que podamos dejar nuestro cerebro en la taquilla o ponerlo en modo de bajo consumo al entrar a la sala. Después de todo, cada película nos expone a una forma particular de ver el mundo que en muchas ocasiones está en conflicto con la respectiva forma bíblica de interpretar la vida.

Toda película, en mayor o menor medida está basada en una cosmovisión. En algunas producciones (como por ejemplo La Vida de Pi, basada en la novela de Yann Martel) es evidente la intención de comunicar una forma particular de entender la vida, la religión y el propósito por el cual existimos. En otros filmes, la intención no es tan clara pero sigue siendo cierto que están basadas en una cosmovisión. Ningún autor escribe un guion desconectado de sus valores y creencias básicas. Como escribe el autor James Anderson en su libro ¿Cuál es tu cosmovisión?​:

Una cosmovisión es tan indispensable para el pensamiento como una atmósfera lo es para respirar. No puedes pensar en un vacío intelectual más de lo que puedes respirar sin una atmósfera física… [Nuestra] cosmovisión moldea e informa nuestras experiencias del mundo alrededor…

​La cosmovisión también determina en gran medida las opiniones de las personas en asuntos de ética y política. Lo que piensas acerca de… cualquier otro asunto importante del día depende más en tu cosmovisión subyacente que en cualquier otra cosa.
Así que cada vez que escuchas en una película ya sea una opinión, una broma o un comentario sobre por ejemplo, la familia, la crianza de los hijos, el origen de la vida o el propósito de nuestra existencia, estás siendo expuesto a la cosmovisión de su autor.

Compara con la cosmovisión bíblica

Ciertamente no nos es posible conocer todas y cada una de las cosmovisiones que hay allá fuera para poder “clasificar” lo que estamos viendo en la sala de cine. Pero tampoco es necesario. Sólo tenemos que conocer y aplicar una cosmovisión: la bíblica. Así que lo que tenemos que hacer es contrastar lo que estamos observando con la cosmovisión de la Escritura, la cual está intrínsecamente relacionada con la gran Meta-narrativa bíblica. Nuestra labor es contrastar cómo cabe cada circunstancia que observamos dentro de la perspectiva bíblica de Creación – Caída – Redención – Nueva Creación. Según el profesor del Seminario del Sur Timothy Paul Jones, esto lo podemos hacer a través de las siguientes definiciones y preguntas:
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Estoy convencido que si aprendemos a aplicar estas sencillas preguntas, no sólo estaremos preparados para ver una película de manera que glorifique a Dios, sino que también disfrutaremos más de la experiencia y fortaleceremos nuestra fe ante perspectivas que buscan desafiarla.

Encuentra formas creativas de aprender y enseñar de lo que has visto

Finalmente, me gustaría animarte a que intentes hayar formas creativas e interesantes de aprender y enseñar de lo que has visto en una buena película. Esto es especialmente útil cuando tienes hijos pequeños. Debo confesar que aún tengo mucho que aprender en este aspecto, pero por la gracia de Dios en ocasiones he encontrado la manera de recordarle a mi hija nuestra condición caída así como el rescate que el Evangelio consigue para nosotros, basado en lo que recién hemos visto en una película juntos. Anécdotas, ilustraciones, historias que resaltan lo horrible del pecado o señalan hacia la gracia de Dios, todo ello podemos encontrar en algunas buenas películas si estamos alertas a ello y con ello conseguir más que solo un par de horas de diversión. Porque después de todo, hasta nuestra diversión debe ser para la gloria de Dios.

Categorías: Cosmovisión Bíblica
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24/2/2016 0 Comentarios

Cómo ir al cine como un cristiano - Parte 2

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En esta nueva serie de entradas tengo el propósito de mostrar desde una perspectiva bíblica cuál es la actitud con la que creo los cristianos debemos abordar la cultura del cine y las películas de Hollywood. También me gustaría mencionar algunas maneras prácticas en las que podemos aplicar nuestra cosmovisión cristiana en el proceso. En la primera entrada de la serie comenté cómo una cosmovisión bíblica nos lleva a comprender que el interactuar con la cultura del cine y las producciones cinematográficas no es necesariamente un acto pecaminoso. 

Podemos decir que una película demuestra la capacidad del ser humano de crear una historia que no solamente sea entretenida, sino capaz de comunicar una idea o mensaje. Hay películas que nos pueden hacer reír sanamente, llorar de tristeza, o hacernos reflexionar al mostartnos un aspecto de la vida que nunca antes habíamos observado. En una buena película podemos apreciar la capacidad del ser humano para hacer arte. Escenografía, vestuario, actuación, todos ellos se pueden conjuntar para comunicar ideales de belleza, estética y orden. Estos y otros aspectos de lo que el hombre es capaz de hacer en una producción cinematográfica son tan solo un reflejo de la imagen de Dios en el ser humano. También es cierto que  una película nos pueda mostrar lo peor de nuestra condición caída. Insultos, adulterio, muerte. Todos estos actos pueden representarse en la pantalla grande, no con el objetivo de mostrarnos lo horrible que es el pecado, sino con la intención de entretenernos. 

 En resumen, como vimos en la entrada pasada, aprender a diferenciar entre lo que es estructura y lo que es dirección en el cine nos ayuda a decir “Sí” a lo que podemos apreciar correctamente y también a decir que “No” a lo que debemos rechazar de la industria cinematográfica. Es pues en esta entrada que me gustaría hablar de algunas formas prácticas de aplicar nuestra cosmovisión bíblica en el proceso de ver una película. En esta ocasión en particular, analicemos algunas cosas que podemos hacer antes de ver una película.

Reconoce que hay cierta clase de películas que no debes ver

En efecto. Una de las primeras implicaciones que encuentro al aplicar la distinción entre estructura y dirección en el caso del cine es que definitivamente hay cierta clase de contenido que los creyentes no debemos ver. Por ejemplo, en una reciente entrada de blog titulada “Sexo en la pantalla grande”. el autor Tim Challies afirma: 
Cada vez estoy más convencido de que los cristianos deben evitar ver películas con escenas de desnudez y sexualidad.
Challies explica el porqué de su convicción: no es posible permanecer moralmente ajenos a lo que observamos en la pantalla. Creo que Challies tiene razón en ese aspecto.

Estoy consciente que puede llegar ser una tarea difícil decidir exactamente donde pintar la línea que no se debe de cruzar, pero es algo que definitivamente debemos de hacer. Creo que es una actitud que glorifica al Señor el tomarse el tiempo en meditar profundamente y establecer criterios de qué contenido le deshonra y nos afecta moralmente. Para este propósito, en la Biblia encontramos algunas directrices que nos puedan ayudar. Por ejemplo, el apóstol Pablo nos enseña en Filipenses 4:8

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad.
En lo personal he decidido que hay cierta clase de contenido que como creyente no debo ver. Las películas de “horror” -casi todas relacionadas con lo oculto y la muerte- es un ejemplo de ello. También he decidido evitar las películas de comedia que están basadas en un humor que es vulgar o irreverente (como por ejemplo, casi todos los filmes protagonizados por actores como Adam Sandler, Ben Stiller). Creo que estos son criterios bastante claros que me atrevería a recomendar a cualquier creyente.

Por otro lado, también he decidido que hay cierta clase de contenido que no vale la pena ver. A manera de ejemplo, no he visto ni una sola película de la saga Rápido y Furioso. Tampoco ninguna de Los Indestructibles. También “me perdí” de los tres últimos episodios de la franquicia Terminator. Estoy consciente de que estos ejemplos están basados más bien en el gusto personal y que son criterios que no se pueden imponer a todos. Sin embargo, la idea que quiero comunicar es que sin importar lo “exitosa” o “buena” que una película pueda ser, de todas formas en muchos casos resulta más valioso invertir todo ese tiempo y dinero en otras actividades, como pasar tiempo con la familia, leer un buen libro o ¿por qué no?, escribir en un blog.

Actúa conforme a un criterio: Infórmate

Una vez que estás convencido del contenido que no debes o que no vale la pena ver, procura conformarte a ese criterio. No peques yendo a ver una película al cine en contra de tu propia consciencia.  Evita ir al cine con la actitud casual de entrar a la sala “a ver qué tal” o porque “no hay otra cosa más que ver.”

Hay muchas cosas que puedes hacer de manera proactiva para ayudarte en actuar conforme a un criterio establecido, pero quizás la más importante de ellas es informarte adecuadamente de una película. Y no, ver el adelanto o “tráiler” de una película no es suficiente para estar correctamente informado de una producción cinematográfica. Después de todo, recuerda que la intención del tráiler es hacerte consumir un producto, sin importar lo malo o bueno que puede ser para ti (algo así como un comercial de Coca-Cola).

​Considero que hay suficientes recursos a nuestro alcance para estar adecuadamente informado de un filme antes de acudir a las salas de cine. Puedes empezar consultando las reseñas y opiniones en periódicos y foros en línea. El sitio The Internet Movie Database algunas veces tiene reseñas bien hechas con comentarios interesantes. La página de la revista Christianity Today tiene una sección de reseñas de películas desde una perspectiva cristiana que considero son de mucha ayuda. La sección de reseñas de Coalición por el Evangelio (tanto en inglés como español) continuamente incluye también reseñas de películas.

Sea como sea, trate de conocer lo más que pueda de una película para decidir adecuadamente si su contenido es uno que debes o quieres ver. De manera preliminar puede ayudar saber quiénes actúan en la película, quién fue el director y quiénes escribieron el guion. También es importante conocer la clasificación de la película y porqué recibió dicha clasificación (lenguaje vulgar, violencia extrema, escenas de desnudos, etc.). Más importante aun, procura conocer cuál es el mensaje detrás la película –la historia detrás de la historia por así decirlo, la meta narrativa a la cual se adhiere. ¿Está el argumento basado en una cosmovisión totalmente opuesta a la cristiana? ¿Qué valores, ideas y presuposiciones comunica la historia? ¿Estás preparado para recibir, procesar y responder a ese mensaje? 

Estoy consciente (por experiencia) que obtener esta clase de información a veces involucra saber demasiados detalles de la película antes de verla (incluyendo giros importantes de la trama e incluso hasta el desenlace). Sin embargo, también estoy convencido que es más valioso estar informado. Sé que algunos tienen la postura de no saber mucho de una película antes de verla, pues tal cosa -dicen- les arruina la experiencia. A ese argumento puedo tan solo responder que para mí ha sido todo lo contrario. He descubierto que el conocer de antemano muchos aspectos de una película me permite estar más atento a la continuidad de la historia, apreciar y disfrutar detalles en los diálogos y en los eventos que comúnmente me pasarían desapercibidos. Me permite ir interpretando el mensaje que la historia transmite, filtrar y procesar las ideas y valores que se me presentan desde una perspectiva bíblica. En fin, la experiencia de ver una película se enriquece en vez de empobrecerse

Actúa conforme a ese criterio: Espera

Para concluir, es posible que algunos se estén preguntando “¿Cómo conseguiré y analizaré toda esa información sobre una película antes de su estreno?” La respuesta es muy simple: en muchas ocasiones no es posible hacerlo. La mayoría de las reseñas (y sobre todo las que vale la pena leer) no están disponibles sino hasta unos cuantos días después del estreno. Esperar un tiempo también te permitirá escuchar opiniones de familiares y amigos y tomar una mejor decisión acerca de verla o no. Esto significa que en ocasiones vale la pena esperar un tiempo prudente después del estreno. Muchas de las películas que he visto han sido después de meses y hasta un año que salieron al mercado. Si sientes que no puedes esperar tanto tiempo, intenta al menos esperar un par de semanas.

¿Cuántas veces has salido de una sala de cine diciendo cosas como: “no estuvo tan buena” o “no valía la pena pagar la entrada” o incluso “podía esperar hasta que salga a la renta”. ¿No te hubiera gustado conocer eso de antemano para además invertir tu tiempo y dinero en otra cosa? ¿Qué sucede si ahora tomas en cuenta que ese tiempo y ese dinero no son tuyos, sino que le pertenecen al Señor, el cual algún día te demandará el que los hayas usado sabiamente?
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20/2/2016 0 Comentarios

Cómo ir al cine como un cristiano - Parte 1

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Una de las actividades que en verdad disfruto mucho hacer es ver una buena película. Estoy convencido que ya sea en una sala de cine o en la sala de la casa, una película bien hecha puede convertirse en una agradable e incluso enriquecedora experiencia que se puede compartir tanto con familiares y amigos. 

Ahora bien, me es necesario confesar que ésta no siempre ha sido mi forma de pensar respecto al cine. Con el paso de los años mi actitud hacia las producciones cinematográficas ha ido cambiando y también se ha ido formando bajo diversas influencias. Lo cierto es que la forma de pensar de un creyente acerca del mundo y la sociedad, así como del Evangelio y de lo que significa una verdadera espiritualidad cristiana; define la manera en la que éste se aproxima a cualquier actividad cultural y en este caso concreto, el cine.

Por lo anterior, me gustaría compartir en una nueva serie de entradas cuál creo debiera ser nuestra actitud como creyentes hacia el cine en general, así como algunas de las maneras prácticas en las que como discípulos de Cristo podemos aplicar una fe y cosmovisión bíblicas en el proceso (antes, durante y después) de ver una película. En esta primera parte sencillamente abordaré la pregunta: ¿Pueden los cristianos ir al cine? Comencemos.

¿Puedo ir al cine o no?

Hasta el día de hoy muchos creyentes se siguen preguntando si su fe les permite o no ir al cine e incluso hay quienes se cuestionan si es lícito ver películas que no sean catalogadas explícitamente como “cristianas”. Respecto a ello, quisiera comenzar diciendo que está no es sólo una pregunta válida sino que incluso es una que como creyentes nos es necesario hacer. Muchos cristianos se involucran en cualquier clase de actividad que la cultura les ofrece sin siquiera tomarse un segundo para reflexionar si tal situación es compatible o no con su fe. El problema no necesariamente radica en la actividad misma, sino en el pobre esfuerzo por aplicar discernimiento que los creyentes estamos dispuestos o acostumbrados a hacer. Como discípulos de Cristo somos llamados a distinguir entre lo bueno y lo malo en toda actividad cultural y, si es necesario; rechazar por completo una práctica que no honra a Dios.
​ 
Si bien el título de esta entrada sugiere que es posible ir al cine con una actitud y pensamiento cristianos, en última instancia ésta es una decisión que usted debe tomar por sí mismo. No obstante, creo que hay buenas razones bíblicas para entender que la asistencia al cine (o ver una película) no es una actividad pecaminosa en sí misma, las cuales me gustaría que usted considere. Trataré de explicarlo a través de una cosmovisión bíblica que se puede aplicar en ésta y todas las áreas de nuestra vida.

¿Es ir al cine una práctica mundana?

Uno de los principales argumentos que podemos escuchar en contra de ir al cine o de ver películas no cristianas es la común asociación de participar en dichas prácticas con un apego del creyente al  mundo. Después  de todo, la  Palabra de  Dios  nos 
El problema radica en el pobre esfuerzo por aplicar discernimiento que los creyentes estamos dispuestos a hacer.
enseña claramente que los creyentes debemos rechazar toda clase de amistad con el mundo, pues el no hacerlo compromete (y de hecho acaba) nuestra comunión con Dios.
No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. (1 Juan 2:15 LBLA)
¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. (Santiago 4:4 LBLA)
Creo que gran parte del problema con este punto de vista en particular radica en un mal entendimiento del concepto de “mundanalidad”, el cual es completamente diferente al que las Escrituras nos presentan. Por ejemplo, yo crecí en una iglesia cuyo concepto de apartarse del mundo se podía reducir a un conjunto bien definido de reglas básicas: un cristiano no escucha música secular o del mundo, no fuma, no toma bebidas alcohólicas y sobre todo no participa en las mismas actividades con los incrédulos -como por ejemplo asistir a una fiesta donde hubiera baile. En el otro lado de la misma moneda, la madurez o “espiritualidad” cristiana se reduce principalmente a un mayor involucramiento o participación en las actividades de la iglesia. Podemos distinguir a un buen cristiano –según esta concepción- porque asiste a las reuniones convocadas por la iglesia en lugar de ir al cine.

​El problema con esta clase de distinción entre “mundanalidad” y “espiritualidad” es que falla en capturar la enseñanza completa de la Biblia acerca de lo que el “mundo” en realidad representa. Sobre todo, esta distinción refuerza en la iglesia la falsa separación entre lo que es “religioso” y lo que es “secular”. Aunque en otras ocasiones he tratado de escribir respecto a este mal concepto de “espiritualidad” cristiana, esta vez prefiero citar del libro La Creación Recuperada de Albert Wolters (quien creo que puede explicar el problema mejor que yo): 
Debemos notar que los cristianos de virtualmente cada denominación han tendido a entender [la palabra] “mundo” para referirse a una determinada área que es llamada por lo general “mundana” o “secular”… que incluye campos tales como el arte, la política, la academia (excluyendo la teología), el periodismo, los deportes, los negocios, etc. De hecho, según esta manera de pensar, el “mundo” incluye todo aquello que está fuera de los “sagrado”, que consiste básicamente en la iglesia, la piedad personal, y la “sagrada teología”. Por lo tanto la creación se divide claramente… en dos dimensiones: la dimensión secular y la dimensión sagrada.

Esta compartimentalización es un muy grave error. Supone que no hay “mundanalidad” en la iglesia, por ejemplo, y que la santidad no es posible en la política, o digamos, en el periodismo. Define lo que es secular no con base en la orientación o dirección religiosa... sino con base en el sector creacional que ocupa. Una vez más, es presa de la tendencia gnóstica profundamente arraigada de despreciar una dimensión de la creación (virtualmente toda la sociedad y la cultura) respecto de alguna otra, de desechar la primera como inherentemente inferior a la segunda.

Esta tendencia es un asunto serio y tiene consecuencias de gran alcance. Considera ahora como esto afecta nuestra lectura de las Escrituras. Cuando leemos las palabras de Cristo “mi reino no es de este mundo”, muchos de nosotros nos inclinamos a entenderlo como un argumento en contra de la participación del cristiano en la política, por ejemplo. En cambio, Jesús estaba diciendo que su reino no surge del… mundo pervertido sino viene del cielo. Cuando Santiago dice que la religión pura es abstenerse sin mancha del mundo, muy fácilmente leemos esto como una advertencia en contra del baile o del juego de cartas o el involucramiento en las artes dramáticas debido a que estas son simplemente “diversiones mundanas.” Pero Santiago advierte en contra de la mundanalidad dondequiera que se encuentre, ciertamente en la iglesia, y enfatiza aquí precisamente la importancia de la participación del cristiano en asuntos sociales. Por desgracia, tendemos a leer las Escrituras como si el rechazo a un estilo de vida “mundano” implicara la recomendación de un estilo de vida “ultramundano".
Según lo que acabamos de leer, el principal error que cometemos está en separar nuestra vida en dos áreas diferentes (lo secular y lo sagrado) y elevar un área sobre la otra. Pensamos que hay cosas o actividades que son intrínsecamente inferiores a otras en virtud de estar encerradas  en la  esfera de  lo "mundano", mientras  que 
Por desgracia, tendemos a leer las Escritura como si el rechazo a un estilo de vida "mundano" implicara la recomendación de un estilo de vida "ultramundano."
aquellas que están comprendidas en el sector de lo "espiritual" son por naturaleza de mayor virtud. Pero este es un error que las Escrituras no cometen. La Biblia nos enseña que todo lo que existe es parte de la buena creación de Dios (y por lo tanto bajo Su soberanía y Su Reino), que también ha sido teñido por el pecado pero que sin embargo no se encuentra fuera del alcance de la redención en Cristo.

Según esta misma cosmovisión bíblica, la clave para salir de una reducida concepción del universo (como separado entre lo material y lo espiritual, lo mundano y lo cristiano, lo secular y lo religioso), está en más bien saber apreciar en todas y cada una de las cosas la distinción entre lo que es "estructural" y lo que es "direccional
."
Tal vez sea útil… reintroducir los dos términos... los cuales jugarán un papel clave en el resto de nuestra discusión: la estructura y la dirección… se puede decir que la estructura se refiere al orden de la creación, a la constitución creacional constante de cualquier cosa, que hace que la cosa o ente sea lo que es. La estructura está anclada en la ley de creación, en el decreto creacional de Dios que constituye la naturaleza de las diferentes clases de criaturas...
​
La dirección, por el contrario, nombra el orden del pecado y la redención; por un lado, la distorsión o perversión de la creación a través de la caída, y por otro lado, la redención y restauración de la creación en Cristo. Cualquier cosa en la creación puede estar orientada hacia Dios o alejarse de Él... Esta doble dirección se aplica no sólo a los seres humanos individuales sino también a fenómenos culturales tales como la tecnología, el arte, y la academia; o bien, a instituciones sociales tales como los sindicatos, las escuelas, y las corporaciones; y también a las funciones humanas, tales como la emotividad, la sexualidad, y la racionalidad. En la medida que aún se conforman a los decretos de Dios, están en manos de una fuerza contraria que frena o contrarresta la distorsión. Por lo tanto, la dirección siempre supone dos tendencias que se mueven o bien a favor o en contra de Dios.

Otra vez, debemos señalar que... la estricta distinción entre estructura y dirección es de gran importancia para una cosmovisión bíblica. El gran peligro siempre radica en escoger algún aspecto o fenómeno de la buena creación de Dios, en vez de la intromisión ajena de la apostasía humana, e identificarlo como el villano en el drama de la vida humana. Tal error equivale a reducir la dirección a la estructura, a concebir la dicotomía entre el bien y el mal como intrínseca a la creación misma. El resultado es que a algo en la buena creación se le declara malo. Podríamos llamar esta tendencia “gnosticismo”… Parece que hay una vena arraigada de gnosticismo en el pensamiento humano, una vena que causa que la gente culpe a algún aspecto de la obra de Dios por los males y las aflicciones del mundo en que vivimos.
En pocas palabras, en todo producto de nuestra cultura encontramos una tensión entre una dirección a favor o en contra de Dios. Algunas expresiones culturales en verdad están tan distorsionadas que sólo encontramos en ella oposición a Dios, pero en otras encontramos aún una dirección adecuada hacia Dios, algunas veces por Su obra providencial de "gracia común", en otras ocasiones por el efecto de "sal" y "luz" que la Iglesia tiene en la sociedad.

La pregunta ahora es: ¿Cuáles son las implicaciones prácticas de esta distinción entre estructura y dirección en asuntos como por ejemplo, asistir al cine para ver una producción cinematográfica de Hollywood o entrar al teatro para presenciar una producción de Broadway? ¿Existe una forma Bíblica de abordar estos y otros aspectos de nuestra cultura? El profesor Michael Goheen (también en el libro La Creación Recuperada) nos explica:
Entonces, ¿esto quiere decir que si somos una iglesia fiel tendremos sólo una relación de confrontación polémica con nuestra cultura?... ¿Puede vivir alguien en solidaridad con la cultura, y, a la vez, retarla? ¿Es posible sentirse en casa con la cultura, y, a la vez, estar en contra de la situación cultural?...

Una manera positiva de resolver la tensión proviene a través de la importante distinción entre la estructura y la dirección. En todo producto, institución y costumbre de la cultura, hay algo bueno de la estructura creacional de Dios. A la vez, todo ello, en algún grado, está mal dirigido por la idolatría cultural compartida. La misión del pueblo de Dios es discernir y recibir las buenas estructuras y perspectivas creacionales, y, a la vez, rechazar y subvertir la distorsión idólatra.
​
Esta manera de acercarse a la cultura... es el proceso por el cual la comunidad cristiana interactúa con todas las varias instituciones y costumbres de la cultura. El evangelio habla de un “Sí” y un “No” a cada forma cultural—sí a la estructura creacional y no a la distorsión pecaminosa. La iglesia tiene que discernir qué significa en cada situación.
Esto quiere decir que en el caso del cine y las películas existe algo bueno por ser parte de la estructura creacional de Dios. Los cristianos podemos ver películas en el cine (ambos productos de nuestra cultura) sin necesariamente estar pecando o comprometiéndose con "lo mundano". Sin embargo, los creyentes también necesitamos estar conscientes de que en  mayor o menor grado las prácticas de la industria cinematográfica están arraigadas también en esa "idolatría cultural compartida", por lo que siempre debemos actuar con precaución y discenimiento al aproximarnos a la sala de cine.

​¿Cómo podemos de manera práctica trasladar ese "Sí" y ese "No" a la forma cultural llamada cine? ¿De que manera es posible abrazar la estructura creacional al momento de ver una película y rechazar a la vez la estructura pecaminosa? En las siguientes entradas discutiremos más del asunto, diviéndo el proceso en tres partes: antes, durante y después de ver una película. Hasta entonces, agradeceré sus comentarios, pensamientos y retroalimentación al respecto.

Categorías: Cosmovisión bíblica, Santificación
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