¿Qué son los Proverbios?El libro de Proverbios consiste en una colección o antología de dichos individuales la cual, junto con los libros de Salmos, Job, Eclesiastés y Cantar de los Cantares, forma parte de la llamada “Literatura Poética y Sapiencial” del Antiguo Testamento. ¿Quién es el autor?El mismo libro de Proverbios identifica al Rey Salomón como el autor de la mayor parte de su contenido (Proverbios 1:1; 10:1; 25:1). La sabiduría y gran discernimiento de Salomón, así como su interés en componer muchísimos proverbios y cantares nos son mencionados en los libros históricos del Antiguo Testamento (vea por ejemplo 1 Reyes 4:29-34). Hay algunas porciones del libro que identifican a un autor diferente a Salomón (como por ejemplo las palabras y los dichos de los sabios que se mencionan en 22:17 y 24:34, las “Palabras de Agur, hijo de Jaqué” en 30:1 y las “Palabras del rey Lemuel” que se encuentran en 31:1). Respecto a estas porciones, es muy probable que el mismo Salomón supervisara o dirigiera la recopilación de la mayor parte de este material. ¿Cuál es su propósito? “El propósito de los proverbios es enseñar sabiduría y disciplina” y “ayudar a las personas a comprender la inteligencia de los sabios” (Proverbios 1:2 NTV). Los Proverbios ofrecen a todo aquel que así lo desee la destreza requerida en el arte de una vida piadosa. Así mismo, el libro provee la sabiduría para reflejar la gloria de Dios en los detalles de nuestra vida diaria. Gracias a Proverbios, comprendemos que la verdad del Evangelio tiene implicaciones intensamente prácticas y que aplican a cada aspecto de nuestra experiencia. Proverbios nos confronta con la verdad de que sólo hay dos formas diferentes de vivir: ya sea como un sabio o como un necio, nos ilustra cuál es la diferencia entre ambos estilos de vida y nos hace conscientes de cuáles son las consecuencias (tanto terrenales como eternas) de escoger de entre uno de los dos estilos. ¿Cómo debo leer e interpretar los Proverbios?Ésta es quizás la parte más importante de la entrada, y quisiera comenzarla mediante un par de ejemplos de nuestra cultura popular. Todos hemos escuchado alguna vez que: "Al que madruga Dios lo ayuda." Pero también, en alguna ocasión nos han dicho: "No por mucho madrugar amanece más temprano." Éstas populares frases aparentemente se contradicen entre sí, ¿no es cierto? Entonces, ¿cuál de los dos refranes dice la verdad? La respuesta a esta aparente contradicción es muy sencilla: cada una de las frases puede ser aplicada, dependiendo de la situación en que te encuentres. En general, se puede decir que la persona que inicia una actividad con la debida anticipación tendrá la oportunidad de resolver adecuadamente cualquier contratiempo que se le presente y, por lo tanto; logrará concluir exitosamente la tarea que emprendió. Pero también es cierto que hay determinados trabajos en los que la diligencia no es suficiente o en los que no conviene precipitarse tratando de apresurar su logro. Es evidente que, una vez habiendo meditado brevemente en su significado y ponderado sus diferentes implicaciones, concluimos que los mencionados refranes no se contradicen, sino que más bien se requiere de sabiduría para saber cuando aplicar cada uno de ellos adecuadamente. Este sencillo ejemplo ilustra el principal error que la mayoría de las personas cometemos cuando leemos y tratamos de interpretar el libro de Proverbios: el de no tomar en cuenta el estilo literario bajo el cual fue escrito. Proverbios no es un libro histórico, como lo son Josué o Ester. Tampoco es un libro profético, como los de Isaías, Daniel o Malaquías. Como ya se mencionó, Proverbios forma parte de la literatura poética y sapiencial del Antiguo Testamento, lo que nos proporciona un matiz importante al momento de leer y aplicar la sabiduría que encontramos en este libro. Al leer el libro de Proverbios no debemos de olvidar que está compuesto principalmente de frases cortas y memorables cuya intención es expresar una verdad general de sabiduría. Es decir, cada uno de los proverbios de manera individual constituye un pequeño modelo de la realidad en esta vida, pero que no necesariamente tiene una aplicabilidad universal. Al ir leyendo, debemos considerar que nos encontramos ante pequeñas “joyas” de sabiduría, pero que no son leyes absolutas grabadas en piedra que aplican a cada situación ni tampoco promesas a las cuales nos podemos aferrar. Por ejemplo, el libro de Proverbios también nos presenta de la mano frases que aparentemente se contradicen. “No respondas al necio de acuerdo con su necedad, “Responde al necio según su necedad, Estos proverbios representan una contradicción sólo cuando olvidamos que individualmente no son leyes universales, sino que cada uno de ellos nos habla de cómo comportarnos en momentos diferentes. Cuál de los dos proverbios aplica depende de la situación particular en la que nos encontremos y lo que debemos concluir es que se requiere de sabiduría (la cual es el propósito del libro) para saber cuál de los dos aplicar. “Enseña al niño el camino en que debe andar, y aun cuando sea viejo no se apartará de él.” (Prov. 22:6) Éste versículo es otro ejemplo importante de cómo solemos mal interpretar el libro de Proverbios, ya que generalmente es considerado por los cristianos como si fuera una promesa. Pero todos sabemos que hay niños que aunque fueron educados adecuadamente e instruidos en el Señor por sus padres, aún así al crecer abandonan la fe y se apartan de la iglesia. Y también muchas veces hemos sido testigos de jóvenes que son fieles al Señor a pesar de haber crecido en el peor de los ambientes familiares.
Así como éste ejemplo, también encontramos muchos proverbios que se enfocan más bien en las consecuencias esperadas de un estilo de vida, pero que al hacerlo tratan con verdades generales y no tienen la intención de extender una promesa al lector. A manera de ejemplo podemos mencionar aquellos proverbios que hablan de las bendiciones de la sabiduría, entre la que muchas veces se menciona la prosperidad material. En este aspecto, el libro de Proverbios enseña que en muchas ocasiones la bendición material acompaña a una vida sabia. Pero, de nueva cuenta; éste no es el modelo inquebrantable para la vida de todo creyente. Los libros de Job, Eclesiastés, el Salmo 73 y nuestra propia experiencia nos enseñan que en muchas ocasiones, el necio prospera mientras que el piadoso pasa tribulación. Sin embargo, el día de hoy muchos evangélicos cometen el error de asociar esta clase de versículos con una enseñanza de que la prosperidad, la salud y las riquezas son el molde que debe aplicar para todo creyente y al igual que los amigos de Job, fallan al asociar la falta de uno de ellos con la debilidad en la fe o la presencia de pecado. Por último, no hay que olvidar que para entender correctamente el libro de Proverbios, éste no debe ser aislado del Evangelio y de lo que el resto de la Escritura enseña.
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