31/12/2016 0 Comentarios La mejor guía para redactar sus propósitos del próximo año (y los que le siguen)Antes de iniciar con lo que será mi última entrada del año en este blog, quisiera reconocer ante el lector lo siguiente: hasta hace poco, siempre había considerado todo este asunto de formarse propósitos de año nuevo como una actividad trivial y sin sentido. Confieso que incluso la he valorado negativamente y con cierto desdén. En consecuencia, nunca en mi vida me había tomado el tiempo para redactar con seriedad una lista de propósitos. Simplemente no me parecía algo a lo que valiera la pena darle importancia. Sin embargo, he de confesar también que mi perspectiva en cuanto a este asunto ha ido cambiando con el paso del tiempo. Ahora veo con mayor claridad que tiene mucho valor el hacerse de propósitos de vida en determinados momentos de ella. Considere por ejemplo a Jonathan Edwards, quien con sus famosas resoluciones -aún después de casi 300 años de haberlas redactado- sigue siendo una importante influencia en la vida de muchas personas. Quizás usted no lo había observado, pero si lo medita un poco estará de acuerdo conmigo: Cada uno de nosotros vive dirigido por algún propósito específico en la vida. Es cierto, algunos se toman la molestia y después de un tiempo de introspección lo hacen explícito. Otros, sin embargo; viven de acuerdo a propósitos que están implícitos en los pensamientos de su corazón, aún cuando no estén conscientes de ellos. Y es ahí donde existe un gran peligro. Al paso de los años he concluido lo siguiente: que si al final de cuentas estoy viviendo de acuerdo a ciertos propósitos o deseos (ya sean conscientes o inconscientes), me conviene mucho de cuando en cuando darme una pausa y tomarme el tiempo necesario para reflexionar cuáles son y si están correctamente alinados con lo que la Biblia me dice que es verdaderamente importante. Si no es así, entonces me es necesario redireccionar o en su caso renovar las intenciones que van a normar mi actuar no sólo los próximos 365 días, sino por el resto del tiempo que tenga de vida. Si tengo éxito, me habré hecho de buenas resoluciones que no tienen vigencia. Como muchos otros, encuentro al final del año una magnífica oportunidad para llevar a cabo esta valiosa reflexión. Pero, ¿por dónde empezar en una tarea tan importante como ésta? Gracias a Dios, he encontrado valiosos consejos en cristianos que han recorrido con fidelidad su camino en este mundo mucho antes que yo. Una de estas personas es el reverendo J. C. Ryle, a través del libro "Caminando con Dios: Las implicaciones prácticas del cristianismo" (que es en realidad una colección de sermones del amado obispo anglicano que ha sido editada por Faro de Gracia). Este libro en lo personal me ha ayudado mucho a definir la principal motivación por la cuál hacerme tanto de nuevos como de renovados propósitos al final de este año. De entre todos, el sermón titulado "La felicidad" me ha provisto de muchas verdades a considerar al momento de reflexionar. Para empezar, vale la pena preguntarse: ¿Por qué la mayoría de las personas se hacen de propósitos a inicios de cada año? Sin duda alguna, lo hacen porque quieren alcanzar cierto grado de felicidad durante los próximos 365 días. Quieren mejorar su condición respecto al año anterior. Respecto a este hecho, quisiera citar lo que dice el obispo Ryle: Toda persona quiere ser feliz. Pero, ¡cuán pocos comprenden realmente lo que es la felicidad! Ryle tiene toda la razón. Reconozco que yo también quiero ser feliz. Y quisiera que mis decisiones y resoluciones para los próximos años contribuyan a ello. Sin embargo, tengo que estar atento para no confundir cuál es la fuente de la verdadera felicidad. Ryle nos aclara que: La felicidad verdadera no es la completa libertad de la tristeza y las incomodidades. He decidido que éste pensamiento tiene que ser un eje fundamental sobre el cual giren mis propósitos de vida. La mayoría de las personas hacen sus propósitos de año nuevo con miras de satisfacer necesidades físicas o materiales, como por ejemplo: bajar de peso, dejar de fumar, comer más saludablemente, adquirir un auto, hacer mejoras en su casa, etc. Sin embargo, el sermón de Ryle me ha ayudado a reconocer que todas éstas cosas no deben encontrarse dentro de mis prioridades: ¿Cuáles son nuestras necesidades más profundas? ¡No son simplemente las corporales! Si queremos ser verdaderamente felices, nuestra felicidad no debe depender de ninguna cosa en este mundo. Las palabras de Ryle me han hecho pensar mucho en los últimos días. Ahora entiendo que mi búsqueda por formar propósitos para este año y los venideros no debe enfocarse tan sólo en obtener una nueva promoción en mi empleo, o un mejor salario, o adquirir un auto nuevo, o una computadora más rápida que la que ya tengo, o cualquier otra clase de bien material. No es hacia allá donde debo enfocar mis mayores esfuerzos. Mi meta debe ser otra: La única manera para ser feliz es siendo un creyente verdadero y ferviente. El creyente verdadero es la única persona realmente feliz... Quiero decir la persona que ha sido enseñada por el Espíritu Santo a arrepentirse de sus pecados y a poner su esperanza y su confianza en el Señor Jesucristo; la persona que ha nacido de nuevo y que vive una vida espiritual y santa... Gracias al señor Ryle, ahora entiendo que mis propósitos no deben estar enfocados principalmente a obtener una vida más cómoda y libre de problemas y ansiedades, sino a la noble tarea de conocer más a Jesucristo y de su sacrificio en la cruz que el hizo por mí. Cito a Ryle de nuevo: Sin Cristo, ningún hombre en este mundo puede ser verdaderamente feliz, no importa cuán buenas sean sus circunstancias. Quiero ser verdaderamente feliz en Cristo para la gloria de mi Salvador. Quiero vivir una vida que demuestre que mi única fuente de felicidad es el Señor, y que todo lo que hago va orientado a este único y gran propósito. Pero, de nueva cuenta. ¿Por donde empiezo? ¿Qué cosas prácticas tengo que incluir en mi lista? Ryle nos provee de preciosas y valiosas ideas acerca de qué incluir: Primero, esfuércese para crecer en la gracia año tras año. Tenga cuidado de no estancarse o de vivir de las experiencias del pasado. Esfuércese por ir adelante. Lea más fervientemente la Biblia, ore con más fervor, odie más el pecado, niéguese más a sí mismo, mantenga libre su conciencia de los pecados pequeños, no contriste al Espíritu... Así que mis propósitos para este año y los siguientes deben estar orientados a realizar un esfuerzo de crecer en la gracia. Mis propósitos deben estar relacionados con la formación de una vida disciplinada de devoción a Dios por medio de la lectura de Su Palabra y de la oración. También debo hacer esfuersos prácticos, de los cuales pueda rendir cuentas, sobre crecer en santidad (odiar el pecado, negarme a mísmo y llevar una vida de confesión a Dios y de rendición de cuentas a otros). Quizás dentro de mis propósitos deba incluir una búsqueda de formas frescas de alabar a Dios por su bondad. Quiero también que dentro de mis propósitos esté el encontrar formas prácticas y tangibles de crecer en generosidad hacia mi familia, mis hermanos en Cristo y hacia los necesitados que puedan estar a mi alcance. Ryle termina su sermón con este pensamiento explosivo: Los hombres más santos son los hombres más felices. Si. En definitiva quiero hacerme de propósitos. Quiero que estos propósitos orienten mi vida hacia Cristo, hacia la Cruz donde Él se sacrificó, hacia el amor eterno e infinito del Padre que me amó cuando no lo merecía. Espero que ésta vida orientada hacia Dios produzca un gozo y una paz creciente y satisfactoria, para la misma gloria de Dios, quien es exaltado cuando Él es nuestra verdadera felicidad. Aun no creo haber terminado de redactar una lista exhaustiva y completa (mucho menos perfecta) de propósitos. Pero por la gracia y la misericordia de Dios, creo que estoy siendo llevado por un buen camino.... Después de todo, es mi deseo que sea toda mi vida (y no tan sólo un año) el escenario donde estos propósitos se cumplan. Y usted, ¿qué se ha propuesto para el siguiente año? ¡Bendiciones en el año que inicia! Categorías: Gozo
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19/12/2016 0 Comentarios Lo que Dios demandaAsí dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: Añadid vuestros holocaustos a vuestros sacrificios y comed la carne. Porque yo no hablé a vuestros padres, ni les ordené nada en cuanto a los holocaustos y sacrificios, el día que los saqué de la tierra de Egipto. Sino que esto es lo que les mandé, diciendo: "Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios y vosotros sereís mi pueblo, y andaréis en todo camino que yo os envíe para que os vaya bien". Lo que Dios demanda no es el sacrificio de una religión muerta, sino la obediencia de una fe viva. Etiquetas: Arrepentimiento
"Creo que si un cristiano está capacitado para escribir un buen libro, accesible a la mayoría, sobre una ciencia cualquiera, puede hacer un mayor bien de ese modo que mediante una obra directamente apologética. Porque otra dificultad con la que tenemos que enfrentarnos es ésta: normalmente, podemos lograr que las personas presten atención al punto de vista cristiano durante una media hora o menos; pero cuando se marchan de la conferencia, o guardan nuestro artículo, se sumergen de nuevo en un mundo en el que prevalece el punto de vista contrario. Los periódicos, películas, novelas y libros de texto socavan nuestra obra. Mientras persista esta situación, es sencillamente imposible lograr un éxito extendido. Debemos atacar la línea de comunicación enemiga; por eso no son más libros sobre el cristianismo lo que necesitamos, sino más libros sobre otros temas escritos por cristianos, en los que el cristianismo de su autor se encuentra latente. Se puede comprender mejor la cuestión si se mira a la inversa. No es probable que un libro sobre hinduismo socave nuestra fe. Pero si cada vez que leemos un libro divulgativo de Geología, Botánica, Política o Astronomía, descubrimos que sus implicaciones son hindúes, sí podríamos sentirnos sacudidos. No son los libros escritos en defensa del materialismo los que hacen materialista al hombre moderno, sino los supuestos materialistas contenidos en los demás libros. De igual modo, tampoco serán los libros sobre el cristianismo los que realmente inquieten al hombre moderno; en cambio, se inquietaría si, siempre que necesitara una introducción popular y barata a una ciencia cualquiera, la mejor del mercado fuera la escrita or un cristiano." C. S. Lewis en su ensayo Apologética Cristiana. Incluido en Lo Eterno sin Disimulo. Editorial RIALP Considero que lo que Lewis comenta en ésta porción de su ensayo es muy importante y con muchas implicaciones tanto para nuestra vida cristiana como para la labor de la Iglesia. Básicamente, Lewis está diciendo que en la actualidad necesitamos menos cristianos haciendo apologética y más creyentes haciendo con excelencia toda clase de otras cosas.
Para mí resulta muy interesante que Lewis mencione que lo que más influye la cosmovisión de las personas "normales" no son precisamente los libros sobre el ateísmo, o sobre filosofía humanista, por mencionar un par de ejemplos. Después de todo, ¿cuántas personas conoce usted que en realidad hayan leído alguna obra de Gibran Khalil Gibran o de Sam Harris? Sin embargo, las personas todos los días están expuestas a los presupocisiones ateas y/o paganas de un sin número de películas, novelas, programas de televisión, noticas de periódicos, música, libros de texto y de divulgación científica. Por ejemplo: ¿Cuántas personas conoces que han visto la película Avatar? Por supuesto, el mundo todavía necesita de apologetas cristianos. Pero también necesita más y mejores cineastas, periodístas, científicos y tecnólogos cristianos que hagan un trabajo excelente y cuyo trabajo refleje la cosmovisión bíblica y las implicaciones de su fe. |
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