Hace un par de días me encontraba leyendo un pequeño libro que desde que lo tuve en mis manos por primera vez se convirtió en uno de mis favoritos. Se titula "The Valley of Vision: A Collection of Puritan Prayers and Devotions" (El Valle de la Visión: Una Colección de Oraciones y Devociones Puritanas). El libro contiene una recopilación de oraciones escritas por cristianos entre los siglos XVI y XVIII. A través del testimonio de creyentes del pasado, este libro continuamente me llama a redirigir el enfoque y contenido de mis oraciones de manera tal que estén más acordes a la enseñanza bíblica y a la voluntad de Dios. En algunas ocasiones también he encontrado algunas líneas que me dejan meditando en sus implicaciones para nuestra vida. Una de ellas la encontré hace poco, la cual dice de la siguiente manera: Todo lo que deseo en la vida son circunstancias tales que mejor me habiliten para servirte en el mundo. Al leer estas palabras me detuve en seco. Definitivamente tenía que meditar en las tremendas implicaciones de esta breve petición a Dios. Estoy seguro que la mayoría de los creyentes han hecho una oración parecida. ¿No lo cree? Sin embargo, no estoy tan seguro si todos tenemos en mente el mismo deseo cuando le pedimos a Dios una cosa como esta. Por experiencia propia, me parece que cuando hacemos una oración semejante, la mayoría de nosotros piensa algo como esto:
Y los ejemplos pueden ser interminables. El punto es que la mayoría de nosotros, cuando piensa en el cambio adecuado para sus circunstancias -de manera que se pueda servir a Dios- supone que lo mejor es que Dios remueva toda circunstancia difícil, debilitante o de sufrimiento de nuestra vida. La mayoría de nosotros, sinceramente hablando; le pediríamos a Dios que cambie nuestras circunstancias para "mejorar", según nuestra perspectiva humana. El problema con esta clase de pensamiento es que parece que es exactamente opuesta a los métodos de Dios. Si leemos con detenimiento la Biblia, notaremos que el método de Dios para habilitar a alguien a Su servicio, es más bien haciéndolo atravesar por circunstancias difíciles y largas temporadas de sufrimiento:
Creo que el punto está claro: al parecer para el Señor las circunstancias que mejor nos habilitan para servirle en este mundo son todo lo opuesto a lo que nosotros imaginamos o verdaderamente deseamos. Y si mi apreciación es correcta, mientras mayor sea el servicio para el cual Dios no quiere preparar, más difíciles serán nuestras circunstancias. Es por eso que titulé esta entrada "La oración que no deseamos que Dios responda". Pues en realidad, muy en el fondo; nuestro verdadero deseo es por mayor comodidad y facilidad de circunstancias para servir al Señor. Pero el Señor sabe que antes de cambiar "para mejor" nuestras circunstancias, primero tiene que cambiar nuestro corazón. Servir más y mejor al Señor no está impedido por nuestras circunstancias, sino por nuestro corazón pecaminoso. Así que Dios está involucrado en el negocio de cambiar los corazones -no necesariamente las circunstancias- para Su gloria. Dios nos ayude a redirigir nuestras oraciones.
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17/9/2014 0 Comentarios La búsqueda por ser el mejorCuando era pequeño y adolescente, me esforzaba por estar en el cuadro de honor (la lista de los tres mejores alumnos del mes/año) para poder agradar a mis padres. Su satisfacción era todo lo que me importaba al buscar obtener una buena calificación. Conforme crecí, mi actitud hacia las calificaciones era más o menos la misma, sólo que el "público" objetivo se había hecho un poco más personal. Empecé a luchar por estar entre los mejores promedios de mi generación simplemente por la enorme satisfacción que yo sentía al saberme entre los mejores del grupo. La competencia de egos puede llegar a ser mur fuerte a esas alturas. Por la gracia de Dios, aun cuando sigo estudiando, Él me ha permitido darme cuenta de una importante realidad: No soy el mejor y probablemente esté muy lejos de serlo. Durante los últimos años he conocido a personas muy capaces y a algunos sencillamente brillantes. El saber que no soy el mejor y que no tengo que demostrarle a nadie que lo soy es un pensamiento liberador. El reconocer que sólo "por la gracia de Dios soy lo que soy" (1 Corintios 15:10) -aunque no sea el mejor- es liberador para dar tu mejor esfuerzo y enfrentar los fracasos cuando éstos lleguen (y llegarán). Sin embargo, pienso que aun me falta mucho por madurar en estos aspectos. Todavía tengo que enfrentar con las actitudes de mi corazón y con la motivación por la cual hago las cosas. ¿Qué es lo que realmente me mueve por dentro a levantarme todos los días y dar lo mejor de mí? Es mi ruego a Dios que sea Su gloria la que cada día me mueva a luchar por ser lo mejor que pueda llegar a ser. Y que sea Su gloria la que me satisfaga cuando quizás, "lo mejor" que pueda yo ser no sea suficiente para los ojos de los demás o de los míos. Pues sé que Él me acepta sólo por los méritos de otro.... Quien por cierto Él si fue el mejor en todo. No ha habido nadie ni habrá nadie como Él. 13/9/2014 0 Comentarios Fe y Ansiedad Dónde comienza la fe, la ansiedad termina; donde comienza la ansiedad, la fe termina. -- George Müller |
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