"Puesto que un príncipe malo es el azote del Señor para castigar los pecados del pueblo, recordemos que por nuestra culpa es que esta bendición excelente de Dios se convierte en maldición." Juan Calvino Comentario a la Epístola a los Romanos. Marchas multitudinarias de protesta en las calles, evidencia de un descontento colectivo y generalizado. Las redes sociales se encuentran saturadas de burlas, críticas e insultos, dirigidos a todas las instancias de gobierno en nuestro país. Diputados, senadores, magistrados, gobernadores y sobre todo; el presidente de la nación. Nadie de ellos está exento. La sociedad está cansada de lo que es considerado (y con mucha razón) un gobierno corrupto, dirigido por personas que en no pocas ocasiones se aprovechan de su oficio para sacar provecho. En muchas ocasiones ya se le ha demandado y exigido al actual presidente que renuncie a su mandato. Pero en vez de seguir describiendo la actual condición de nuestro país, quisiera mejor hacer con usted un pequeño ejercicio. Quisiera pedirle tan sólo una cosa: cierre sus ojos por un momento e imagine conmigo. Imagine un mundo en donde el presidente de la nación atiende a las demandas de la sociedad y efectivamente renuncia a su puesto. ¿Puede ver en su mente las marchas y las manifestaciones, en esta ocasión llenas de algarabía, de baile, de porras organizadas; celebrando el triunfo de la sociedad sobre el gobierno. La celebración duraría no sólo un par de horas, sino probablemente se extendería al menos por una o dos semanas. Imagine toda esa alegría y la celebración. Ahora, le voy a pedir que siga imaginando conmigo y trate así de responder a la siguiente pregunta: Y… ¿después de eso qué? Después de que todas las manifestaciones de alegría se hayan disipado, después que la música ya no suene y termine el baile… ¿Qué? ¿Quién nos va a gobernar? Porque tendríamos que elegir a un nuevo mandatario, ¿no es así? ¿Por quién votaría usted? ¿Quién cree usted que sería la persona indicada para empezar a resolver los problemas de nuestro país? Suponga por un momento que la nación se pone de acuerdo en quién gobernaría en la presidencia por los siguientes años. ¿Puede usted imaginar -sin caer fuera de límites en una loca y descabellada fantasía- a una persona que pudiera gobernarnos, sin cometer NI UNO SOLO de todos los errores (y pecados) que los actuales dirigentes están cometiendo? Si usted es como yo, probablemente no es capaz de imaginarse a una persona así. Si hay algo que los registros bíblicos de Jueces y Reyes nos enseñan, es que la transición de una forma de gobierno a otra (de jueces esporádicos a una dinastía de reyes), así como el cambio de un gobernante a otro; no son suficientes para resolver con la decadencia de una nación. Y la experiencia también nos lo ha demostrado. Hemos cambiado de un partido político a otro, de ahí a candidatos independientes y los resultados siguen siendo los mismos. Permítame decirle la razón por la cual creo que ese ha sido el caso. En realidad es muy sencillo: porque cada persona que hemos elegido a salido una y otra vez de entre el mismo grupo de personas. Es decir, de entre nosotros. De nuestra misma comunidad. Y como todos los anteriores gobiernos, su actuar solamente estaría representando el propio actuar de nuestra sociedad. Así es. Tiene usted razón. Lo que estoy sugiriendo es que el verdadero problema en nuestro país no se encuentra en los gobernantes, sino más bien; en la misma sociedad de la que los gobernantes son elegidos. Nuestros gobernantes son corruptos porque, en lo general; nuestra sociedad es corrupta. ¿No lo cree? Le propongo tan sóolo un par de ejemplos. Mucho se habló y criticó en su momento en las redes sociales, al descubrirse el fraude académico que el actual presidente cometió hace años en su tesis de licenciatura. La gente y la prensa estaban más que indignados. La verdad no quiero desilucionarlo, pero permítame decirle algo: He laborado como profesor de educación superior desde hace más de una década y durante todos esos años he comprobado que el fraude académico es asunto de todos los días en las universidades de este país. Año tras año he sido testigo de cómo un muy alto porcentaje de alumnos (de entre el 50% al 80%, dependiendo del período escolar) comete fraude académico, no sólo en sus trabajos de titulación, sino en la gran mayoría de sus tareas, reportes de laboratorio, exámenes y otros trabajos. De la misma manera, mucho se habla en nuestra sociedad y se critica de la corrupción en el gobierno, de la aceptación de sobornos, del tráfico de influencias y de la extorsión y violencia que cometen los funcionarios públicos. A lo largo estos años en un par de ocasiones también me han tratado de sobornar, y lo más triste del caso es que no han sido solamente los alumnos quienes lo han intentado, sino también sus mismos padres. Padres que prefieren sobornar a un profesor antes que dejar que su hijo afronte las consecuencias de su falta de dedicación al estudio. Incluso, en alguna ocasión me he visto amenazado con ser víctima de violencia por parte deun grupo de estudiantes. Por lo común se piensa que las personas en el poder sólo están ahí para servirse a sí mismos y sus intereses personales. Respecto a ello, le invito a que dedique tan solo un día entero a conducir por la ciudad en automóvil. Si lo hace, seguro se dará usted cuenta de cómo impera en la mayoría de los conductores tan sólo una actitud: “primero voy yo.” A donde quiero llegar, es a que si los gobernantes de nuestro país son corruptos, esto es porque ellos han sido elegidos de entre una sociedad que en lo general también es corrupta. Ellos tan sólo nos representan. Quizás no representan nuestros intereses. Pero sí lo hacen con nuestra moral y conducta. En conclusión, ¿cuál es el cambio que nuestro país en verdad necesita? No un cambio de presidente, sino un cambio de corazón. Un cambio que sólo el Evangelio de Cristo puede producir. Un cambio que es efectuado por el Espíritu Santo a través de la predicación de la Iglesia. Un cambio que es efectuado por el Espíritu Santo a través de una Iglesia que vive las implicaciones del Evangelio en TODAS las áreas de su vida, y aplica una cosmovisión bíblica a su andar diario. Si usted como creyente en Jesucristo se ve tentado a compartir en sus redes sociales una de esas imágenes o videos que últimamente están en boga, en la que se critica o burla a tal o cual gobernante, tan sólo cierre por un momento sus ojos e imagine…… ¿Cuál es el cambio que mi país en verdad necesita? Esta nación no necesita una nueva constitución. Necesita un nuevo corazón. Este país no necesita un nuevo presidente. Necesita al Rey de Reyes y Señor de Señores. "Quienes injusta y violentamente gobiernan son colocados por Él [Dios] para castigo del pueblo." Juan Calvino.
Institución de la Religión Cristiana, Libro IV, Capítulo 20, Sección 25.
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