Conclusión de la entrada anterior. El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojosEl versículo 8 del Salmo nos da una cuarta característica de la total suficiencia de la Escritura. El mandamiento enfatiza la naturaleza no opcional de la Palabra. Un mandamiento no es una opción. La Biblia no es un libro de sugerencias. Contiene mandatos y sus mandamientos divinos son de autoridad y se tienen que cumplir. Aquellos que tratan el mandamiento de Dios a la ligera se colocan en un peligro eterno. Aquellos que lo toman seriamente encuentran bendición eterna. El escritor sagrado afirma que la Escritura es pura. La palabra “puro” pudiera traducirse mejor como “lúcido” o “claro”. La Biblia no es una Escritura mística, confusa o extraña. La Escritura es clara. La palabra de Dios no contiene un mensaje cifrado u oculto. La Palabra es una revelación. La Escritura revela la verdad que alumbra las cosas oscuras. Cierto, hay cosas en la Biblia que son difíciles de entender (2 Pedro 3:16). Sin embargo, la Biblia como un todo es clara, no es un libro desconcertante. En este versículo tenemos enunciada la doctrina de la perspicuidad de la Escritura. Esta verdad es trascendental en nuestros tiempos, cuando la tendencia de algunos en el evangelicalismo es afirmar que no podemos saber lo que la Escritura quiere decir, que esta no se puede entender. Pero Dios nos enseña que la Escritura sí se puede entender: es clara. No es un tratado confuso para los expertos teólogos de los seminarios. Los niños la pueden entender. La Escritura, por su claridad absoluta, trae entendimiento donde hay ignorancia, orden donde hay confusión y luz donde hay oscuridad espiritual y moral. La Palabra de Dios claramente revela las verdades benditas y de esperanza del Evangelio. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempreEn el versículo 9 David usa la palabra “temor” como un sinónimo de la Palabra de Dios. Esta palabra en el idioma de las Escrituras implica un sentimiento de asombro, terror, respeto y reverencia. Esta palabra habla del temor reverente a Dios que nos apremia a adorarlo. A veces nos cuesta un poco de trabajo entender o asimilar la idea de temer a Dios. Esta dificultad se agrava porque estamos sumergidos en medio de una cultura evangélica donde Dios es tratado y muchas veces es reducido a mi compañero, mi amigo, o al papito que cada vez que nos ve se sonríe y nos abraza y quiere jugar con nosotros un partidito de fútbol. Pero este reducido concepto de Dios es resultado de un pobre entendimiento de Su persona. Con esto yo no quiero negar que Dios sea nuestro amigo ni nuestro Padre, por supuesto que lo es. La Escritura usa esos términos para referirse a Dios en Su relación con los creyentes. Pero Dios es más que un padre terrenal y ciertamente es mucho más que un amigo y la iglesia evangélica de estos días parece estar olvidándolo, lo que es evidente por la notable trivialidad de las letras de la “música de adoración” contemporánea y la patente pérdida de solemnidad y reverencia en los servicios de adoración contemporáneos. Para muchos cristianos no hay diferencia entre reunirse con la iglesia e ir al centro comercial. Y muchas veces queremos acomodar esta realidad del temor a Dios a nuestra sociedad diciendo que temor sólo significa reverencia y respeto. Y si bien es cierto que la palabra incluye la idea de reverencia y respeto, va más allá. Temor habla de un verdadero asombro y terror generado por la persona de Dios. No tenemos el espacio para ocuparnos de estos pasajes, pero les pido que lean las reacciones de Isaías y del apóstol Juan al contemplar la gloria de Dios (Is. 6:1-5; Ap. 1:9-20). O la reacción de Moisés cuando comprendió que el fuego en la zarza indicaba la presencia de Dios. Todos ellos cayeron postrados, deshechos, como muertos, llenos de asombro, terror y adoración producidos por la temible gloria de Dios. Todos ellos sintieron un verdadero terror al contemplar la gloria de Dios. Sólo en la medida que la persona de Dios genera en nosotros temor y asombro, hemos comprendido la verdadera gloria de Dios. Es en este contexto que podemos entender porqué David llama a las Escrituras “el temor de Dios”. Porque las Escrituras nos muestran a Dios en toda Su gloria y majestad, y ver a Dios no puede generar otra respuesta más que temor santo. El “temor del Señor” es entonces sinónimo de una profunda adoración y asombro. La Escritura produce y rige nuestra adoración. Este libro es el manual de adoración. Aquí Dios revela cómo ser adorado. No podemos ni debemos adorar a Dios conforme a nuestro ingenio o imaginación. Jesucristo dijo que los verdaderos adoradores le adoran “en Espíritu y en verdad” (Jn. 4:23). La adoración es teológica. Contrario a lo que dicen algunos, la adoración no es producida por la música adecuada. La adoración no es producida tampoco por usar los instrumentos adecuados. La adoración es producida por un conocimiento de la verdad. La adoración es producida por un conocimiento de la persona de Dios en la persona de Jesucristo. Isaías y Juan rindieron una verdadera y genuina adoración cuando contemplaron a Dios. ¿Sabes? Nuestra adoración es tan profunda como profunda es nuestra comprensión de la gloria de Dios. A veces pretendemos los domingos adorar a Dios cuando nuestra mente ha estado desprovista de la Palabra de Dios durante toda la semana. Esta puede ser la razón por lo que nuestra adoración es seca y sin gozo, porque no tenemos en nuestra mente y en nuestro corazón el combustible de la Palabra de Dios para que éstos ardan de amor y gratitud y honra a Dios. Por otro lado, hay quienes se conforman con una adoración fingida y aplauden, alzan las manos, pero su adoración no es verdadera ni profunda. Es sólo el furor del momento causado por una melodía ya sea movida o lenta. Pero la Escritura nos muestra el camino a la verdadera adoración: mientras más conoces a Dios más le adoras. No importa que cantes himnos, estribillos o alabanza contemporánea, tu corazón arde con tanta pasión por la gloria del Dios que has contemplado en las Escrituras. David nos dice que el “temor de Dios” es “limpio”. La palabra hebrea traducida como “limpio” habla de la ausencia de impureza, inmundicia, profanación o imperfección. Esta palabra (hebreo tahowr) se utiliza en la misma Escritura para hablar de pureza en el sentido ceremonial (Lev. 10:10), de pureza física (Lev. 13:13) y moral (Job 17:9; Salmo 51:10). Pero quizás, al menos para mí, el uso que más ayuda a comprender el significado, es cuando se utiliza para referirse al oro puro (Ex. 25:16). David está diciendo que la Palabra de Dios es como el oro puro: es libre de cualquier contaminación, escoria o impureza. Es libre de pecado o corrupción. La Escritura no tiene error. La verdad contenida en ella es absolutamente sin mancha y sin error. La Escritura es limpia. Es según el Salmo 12:6, como la plata probada, refinada siete veces en el horno. Esta es una declaración de inerrancia. El resultado de esta pureza es que la Palabra de Dios permanece por siempre. Esta Palabra permanece para siempre. El hombre es como la hierba, pero la Palabra de Dios permanece para siempre. La Escritura es eterna e inalterablemente perfecta (Marcos 13:31). Esta afirmación nos garantiza que la Biblia es permanente, que no cambia, y por lo tanto es relevante para toda persona en cualquier tiempo de la historia. Siempre ha sido, y siempre será suficiente. La Biblia no está pasada de moda. La Biblia no es, como dicen algunos, poco sofisticada para nuestra sociedad educada. Las Escrituras no necesitan ser actualizadas, editadas, refinadas o contextualizadas. En cualquier tiempo o cultura en que vivas es eternamente relevante. La Biblia no necesita nuestra ayuda en este respecto. Es pura, sin pecado, de inerrante verdad; es duradera. Es la revelación de Dios para cada generación. Cualquier cambio o modificación sólo podría introducir imperfección. Los juicios de Jehová son verdad, todos justosEl último título que David utiliza para la Palabra de Dios es “juicios”. Esta palabra se refiere a la sentencia o al veredicto emitido como resultado de juzgar una causa. La Biblia claramente enseña que Dios es el juez de toda la tierra (Gen. 18:25; Salmo 7:11; 50:6; 94:2; Heb. 12:23) y que en el día final Él juzgará las acciones de todos los hombres. En ese contexto, las Escrituras son “los juicios de Dios” porque contiene los veredictos divinos, emitidos desde el tribunal supremo acerca de todas las cosas. Lo que esto significa es que Dios con Su Palabra juzga la forma de vivir del hombre y emite un veredicto. La Biblia es el estándar de Dios para juzgar la vida y el destino eterno de cada persona, incluyéndonos a nosotros. Esto nos sugiere que no debemos tomar la lectura de la Biblia como algo trivial. ¿Por qué? Sencillamente porque tú vida y mi vida son traídas a juicio cada vez que abrimos la Palabra de Dios y la leemos. Es la espada de dos filos que penetra y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón (Heb. 4:12). Es el espejo con el cual podemos juzgar o evaluar nuestra vida (Santiago 1:23). Cuando la Biblia nos evalúa debemos escuchar atentamente su veredicto. Notemos además que estos juicios son “verdad”. La evaluación que Dios hace acerca de la vida es verdad. Ningún juicio que obtengamos de la Biblia será falso. Por eso la Biblia siempre será rechazada, criticada y atacada, pues todos los esfuerzos del hombre están orientados a “detener con injusticia la verdad” (Rom. 1:18). El hombre ha querido dejar a un lado la Biblia y establecer su propia verdad acerca del origen y propósito de la vida, de la moralidad, los valores y de la familia. Pero al desechar la Palabra de Dios el hombre ha perdido la capacidad de descubrir la verdad acerca de las cosas que realmente importan. Cuando el hombre evalúa y juzga cualquier cosa de manera independiente a la Biblia todos sus veredictos son falsos. El juicio del hombre acerca de la evolución es falso, no importa cuanta “evidencia científica” presente. El juicio del hombre acerca de la homosexualidad es falso, no importa cuánta argumentación psicológica o biológica utilice. El juicio del hombre acerca del aborto es falso sin importar cuantas leyes que lo aprueben existan. La doctrina de la Sola Scriptura significa que no importa cuál sea nuestra opinión acerca de todos estos asuntos, si no es acorde a la Biblia estamos equivocados. Nuestros pensamientos son falsos. La Biblia es nuestra única regla infalible para entender todos estos asuntos. Estos juicios son también llamados “todos justos”. Todos y cada uno de ellos son justos. No hay injusticia en ninguno de los veredictos de Dios. Toda la Escritura es verdadera y justa. Es un recurso completo y exhaustivo de la verdad y la justicia. El efecto implícito es que la Palabra produce en nosotros vidas justas. Si usted y yo evaluamos nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios, y escuchamos que ella juzgue nuestro andar y corrija nuestro rumbo, Dios producirá en nosotros una vida justa. La Palabra de Dios forma una justicia comprensiva sobre toda persona que rige su vida por ella (2 Tim. 3:16). La Escritura debe ser nuestra posesión más valiosaDavid concluye que la Palabra de Dios es deseable “más que el oro, y más que mucho oro afinado”. La Escritura es infinitamente más preciosa que cualquier cosa que este mundo pueda ofrecer y perfectamente suficiente para cada necesidad de la vida. La Biblia debe ser un tesoro en el corazón del cristiano. ¿Quieres saber si la Palabra es tu tesoro? Hay una prueba muy fácil. En Mateo 6:21 Jesús dijo que “donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. Responde entonces a la siguiente pregunta: ¿A qué actividad le dedico mi mayor tiempo y esfuerzo? Quizás a trabajar para hacer dinero. Otros a las diversiones y el entretenimiento. Otros a los placeres de este mundo. Dios nos demanda a que nos olvidemos de todas estas cosas y deseemos sobre todas las cosas la Palabra de Dios: “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro 2:2). La Escritura debe ser nuestro mayor deleiteDavid escribe que la Palabra de Dios es más dulce que la “miel, y que la que destila del panal”. Esta es una metáfora acerca de recibir deleite y placer. Para David, meditar en la Palabra de Dios era una fuente de gran placer y enriquecimiento. Para él significaba más que las cosas más dulces de la vida. ¡Cuántos de nosotros buscamos deleite en los placeres de este mundo y en el pecado, en las posesiones materiales y en la comodidad o en las diversiones de este mundo, sólo para terminar insatisfechos y en búsqueda de más! Pero la Biblia tiene el inmenso valor de satisfacer por completo nuestros apetitos espirituales. Nada de lo que este mundo tiene para ofrecer es más precioso que la Palabra de Dios. Sin embargo, en triste contraste, los cristianos contemporáneos tienden a tomar sus Biblias como cualquier cosa. Han tratado a la Escritura de una manera superficial y la han abandonado por alternativas mundanas. Esta negligencia ha llevado el fruto de una confusión doctrinal e impotencia espiritual. Si la Biblia es nuestro tesoro y nuestro mayor deleite: • La leeremos constantemente y con gozo. • Escudriñaremos sus enseñanzas. • Meditaremos en ella. • La aplicaremos a nuestra vida. • La defenderemos. • La compartiremos.
gustaría experimentar un gozo profundo, duradero y satisfactorio? ¡Todo viene de la Palabra de Dios! Es nuestro protector más grande. En ella hay gran recompensa. Literalmente un gran final. Es nuestro gran purificador. Nos libra de gran transgresión.
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El 31 de octubre de 1517 un monje católico del orden agustino llamado Martín Lutero clavó en las puertas de la iglesia del Palacio de Wittenberg un documento que contenía 95 tesis cuyo propósito era refutar la actual enseñanza de la iglesia. Ésta es la fecha que tradicionalmente se considera como el inicio de la Reforma Protestante. Han pasado ya 496 años de aquel movimiento que Dios en Su providencia utilizó para que Su pueblo recobrara un entendimiento correcto de la verdad del evangelio. La salvación sólo por la fe en la sola obra de Cristo es la verdad del evangelio heredada a nosotros por cientos de hombres y mujeres quienes dieron su vida (muchos de ellos literalmente) para defenderla y darla a conocer a todas las personas. Sin lugar a dudas, la doctrina de la justificación por la fe solamente es una de las doctrinas más amadas y recordadas de la Reforma. Otro importante frente de batalla durante la Reforma Protestante estuvo en el terreno de definir quién era la autoridad final para la iglesia. Esta lucha se libró principalmente en dos áreas: La suficiencia y la perspicuidad de la Escritura. En otras palabras, se trataba de responder a las preguntas: ¿Es la Biblia por sí sola la única y suficiente autoridad dada por Dios para dirigir la vida y doctrina de la iglesia? ¿Es la Biblia clara en sí misma o necesitamos a otros para que nos la interpreten y la hagan entendible? Los oponentes católico-romanos de la reforma creían que la Biblia era insuficiente para decidir en asuntos de doctrina y que no era un libro entendible para la persona común. Ellos argumentaban que era necesario que el clero interpretara las Escrituras por el pueblo, siendo entonces el clero, y más específicamente, el papa, la autoridad final en la iglesia. Por el otro lado, los reformadores argumentaron que la Biblia y sólo la Biblia era el único fundamento de todo lo que creían como verdad. Ellos creyeron que cada cristiano debe buscar en la Biblia todo lo que necesita para la vida y la piedad. Que cada pensamiento de la mente y cada palabra de la boca debían conformarse a la Biblia. La idea de que sólo la Escritura es la única fuente de verdad fue el principal elemento de la reforma. Para los reformadores, nada era más importante que entender esto correctamente. Para ellos, la iglesia necesitaba un regreso a la fidelidad de las Escrituras. Su primer elemento en el programa de la reforma fue la suficiencia y claridad de las Escrituras para gobernar nuestras vidas. Como herederos de la Reforma, ¿tienen las iglesias evangélicas del día de hoy la misma confianza en la veracidad y la autoridad de la Palabra de Dios? ¿Qué tan importante es la Palabra de Dios en nuestras vidas? En muchas iglesias la Biblia ha sido funcionalmente rechazada para dar cabida a lo que podríamos obtener de alguna clase de ejercicio racional o de alguna clase de experiencia emocional. Nuestras mentes y nuestra experiencia se ha vuelto el juez último de los que es verdad y correcto. La ley de Jehová es perfecta, que convierte el almaEl primer título que encontramos nos dice que la Escritura es “ley” (v. 17a). La palabra hebrea traducida como “ley” es torah, cuyo significado básico es dirección, enseñanza e instrucción. Esta palabra enfatiza la naturaleza didáctica de la ley dada por Dios. Es decir, la ley de Dios no sólo establece una serie de reglas, sino que nos está instruyendo acerca de cómo vivir para la gloria de Dios y para nuestro gozo. David utiliza esta palabra para referirse a la Escritura como la suma de lo que Dios ha revelado para nuestra instrucción. Dios por medio de Su Palabra nos instruye, nos enseña y nos dirige en Sus caminos. Aquí encontramos lo que agrada a Dios y lo que le desagrada. Es la ley por la cual debemos vivir nuestra vida. David dice que esta ley de Dios “es perfecta”. “Perfecto” es la traducción de una palabra hebrea (tamim) encontrada muchas veces en el AT, cuyo significado es “entero, total, completo, íntegro”. Su sentido más común es el de ser “completo”, estar “entero” o de ser total (Lv. 3:9; Jos. 10:13). El término puede significar también “intacto” o “íntegro” (Ez. 15:5). El verbo derivado tamam significa “estar completo, terminado, ser consumado” (Génesis 47:18). Tamim no quiere decir perfecto en opuesto a imperfecto. Quiere decir perfecto en opuesto a incompleto. La Escritura es perfecta en el sentido de estar completa. Esta descripción conlleva la idea de algo que es tan comprensivo como para cubrir todos los aspectos de un asunto. En otras palabras, David está diciendo que a la Escritura no le falta nada para ser completa. Cuando sostenemos la Biblia tenemos en nuestras manos la revelación completa de Dios. Y si es completa, quiere decir que la Palabra de Dios es suficiente para nosotros. No necesitamos nada más. Es una instrucción completa por parte de Dios. Es completa como revelación de la verdad divina. No hay nada en ella que lleve a los hombres al error o al pecado. No hay nada esencial que el hombre necesite saber que no se encuentre en ella. La Escritura es comprensiva, encarna todo lo que es necesario saber para la vida espiritual. Todo lo que necesitamos para la salvación, para la vida cristiana y la santidad está en la Biblia: es completa, es perfecta. Todo lo que necesitamos para educar a nuestros hijos por el camino de la salvación está en la Biblia. Todo lo que necesitamos para dirigir nuestras finanzas está en la Biblia. Todo lo que necesitamos para tomar decisiones difíciles está en la Biblia. No necesitamos ayuda de la psicología para poder resolver nuestros problemas con el pecado. Tenemos la Palabra de Dios. Para ser dirigidos diariamente no necesitamos una revelación por sueño o profecía, tenemos la Palabra de Dios. La Escritura es suficiente. Es precisamente porque la Palabra de Dios es “completa” y “suficiente” que tiene el poder para “convertir”, “transformar”, para “revivir” o “refrescar” el “alma”, la persona interna, completa del hombre. La Escritura es tan poderosa y comprensiva que puede convertir o transformar a la persona entera, cambiar a alguien precisamente en la persona que Dios quiere que sea. La Palabra de Dios es suficiente para restaurar a través de la salvación aún la vida más quebrantada. El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencilloDavid expande el alcance de la suficiencia de la Escritura: “el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo” (v. 7b). La palabra hebrea `eduwth que se traduce como testimonio o testigo (cf. Ex. 25:16) nos describe a la Escritura como un testigo divino. La Biblia es la auto-revelación de Dios. Es el testimonio que tenemos de Dios acerca de sí mismo. Cuando leemos la Escritura estamos escuchando el testimonio de Dios acerca de sí mismo. La Biblia nos dice de parte de Dios: “este es quién soy, esto es lo que pienso, esto es lo que hago, esto es lo que deseo, esto es lo que me agrada, estas son mis promesas, esta es mi naturaleza”. La Biblia es el testimonio fiel de Dios de quien es Él y lo que requiere de nosotros. Además, se nos afirma que este testimonio es “fiel”. Esta palabra viene del hebrero 'aman que significa sostener, confirmar o ser fiel. Es utilizada en Gen. 42:20 para la acción de verificar una afirmación. En Ex. 28:59 y 1 Sam. 2:35 se utiliza para referirse a algo que es “permanente”, “duradero” y “firme”. En 2 Reyes 18:16 esta misma palabra es utilizada para referirse a los “quiciales” (al sostén) de una puerta. El autor inspirado por Dios nos está diciendo que la Palabra de Dios es un testimonio firme, inquebrantable e inamovible. Es un testimonio “seguro” (LBLA). La Escritura es segura en un mundo inseguro en su opinión. Es una verdadera y segura revelación de Dios acerca de sí mismo y de la realidad. Al afirmar que la Palabra es un testimonio fiel, David también nos está diciendo que es un testimonio “digno de confianza” (NVI). Es algo a lo que le podemos dar crédito, en el que nos podemos apoyar y descansar, en el que podemos confiar que no nos va a engañar. Es una revelación segura de la verdad divina, una dirección segura en la vida cristiana. Es un fundamento seguro para recibir consuelo y un fundamento seguro para una esperanza eterna. Podemos estar seguros que la Palabra de Dios no nos va a fallar. La Biblia nos provee de un fundamento seguro en el cual podemos construir nuestras vidas con toda confianza. Notemos que se nos hace la promesa de que cuando ponemos nuestra confianza y vivimos por el testimonio de la Escritura, ésta nos hace sabios. La palabra de Dios “hace sabio al sencillo”. La palabra traducida “sencillo” viene de una expresión que significa “una puerta abierta” en la que todo entra y todo sale. ¿Para qué sirven las puertas? Es un símbolo de discriminación. El simple no tiene criterio, no sabe qué dejar fuera y qué mantener dentro. Evoca la imagen de una persona ingenua que no sabe cuando cerrar su mente a enseñanzas falsas. No discierne, es ignorante y crédula. Pero la palabra de Dios lo hace “sabio” – uno que es hábil en el arte de la vida piadosa. Alguien sabio en los asuntos de la vida diaria es aquel que se somete a las Escrituras y sabe cuando aplicarlas a sus circunstancias. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazónDavid añade una tercera declaración acerca de la suficiencia de la Escritura: “los mandamientos de Jehová son rectos”. Aquí, la palabra traducida como “mandamiento” (hebreo piqquwd) tiene el significado de precepto, estatuto o mandamiento. Precepto se puede definir como: 1) Regla que establece un principio o 2) Instrucción que se entiende como regla. La frase “los preceptos de Jehová” habla de principios. En este sentido, la Escritura es llamada “los preceptos de Dios” porque establece los principios divinos para la vida cristiana. Es nuestra guía de carácter y de conducta. Dios, que es nuestro creador, sabe cómo debemos vivir para poder ser productivos para Su gloria, y Él ha colocado en la Biblia cada principio que necesitamos para una vida piadosa. Estos “preceptos de Dios” son “rectos”. Aquí, David utiliza el hebreo yashar. Esta palabra tiene el significado de derecho, plano, llano, adecuado, apropiado, correcto. En otras palabras, el significado es que la Escritura no es recta en el sentido de opuesto a incorrecta. Es un término hebreo que significa la dirección o el camino correcto. Establece un camino recto. Establece el camino a recorrer, por el cual debemos andar. En esta época, esta es una confianza maravillosa. Mucha gente está angustiada o abatida porque les falta dirección y propósito. La mayoría busca respuestas de los recursos equivocados. La palabra establece ante nosotros la ruta. Dirige nuestra vida por el camino correcto, por el camino fructífero, por el camino verdadero. El resultado de andar por el camino verdadero que la Biblia establece es alegría en el corazón. El gozo está ligado a la obediencia. El camino del gozo en la vida cristiana es la obediencia. Esto es porque la obediencia proporciona una conciencia limpia. La santidad limpia nuestra conciencia. La conciencia nos excusará, no nos acusará. La Palabra de Dios nos da los principios que establecen el camino correcto a seguir, y cuando andamos por ese camino el resultado es experimentar un gozo profundo y permanente. Concluye en la siguiente entrada.
Este artículo, cuyo original se titula How To Choose a Career: Advice From a Puritan Pastor ha sido traducido con permiso del autor Jeff Haanen y aparece en su blog Faith, Work and Culture.
El hecho de que el 70% de los estadounidenses se sienta desenganchado de su trabajo debe ser un motivo de preocupación. Pero también debe causar que nos hagamos mejores preguntas - y que busquemos mejores respuestas. La historia nos puede ayudar. Richard Baxter, un pastor puritano del siglo 17, respondió para su rebaño estas mismas preguntas acerca de la vocación. Solo que él no les respondió de la manera en que nosotros lo haríamos. Para dar respuesta a esta pregunta, Baxter primero delineó lo que no puede ser una vocación y a continuación, dio un consejo simple sobre cómo elegir una carrera Lo Que No Puede Ser Una Vocación1. El trabajo pecaminoso o ilegal no puede ser una vocación. "No penséis que una vocación puede ser lícita, cuando su trabajo es pecado, ni que usted, o su labor, o su ganancia en un llamado ilegal será bendecido." Puede parecer obvio que cualquier forma institucionalizada de hacer trampa, robar u oprimir no puede ser una respuesta al llamado de Dios. Pero vale la pena mencionar: ¿Qué hay de aquellas industrias que son legales pero moralmente cuestionables? ¿Juegos de apuestas? ¿Para los residentes de Colorado, vender mariguana? ¿Tabaco? ¿Hasta qué punto ciertas industrias han sistematizado la avaricia –la acumulación de más– o el consumismo –no el deseo de tener, sino el de simplemente comprar? Sin importar cómo las culturas específicas respondan a estas preguntas, cuando consideremos un llamado tratemos de evitar el pecado manifiesto. 2. Sólo porque un empleo es legal no significa que pueda ser una vocación. “No penséis que porque un trabajo es lícito, entonces es lícito hacer de este una vocación.” De manera bastante interesante, Baxter ilustra este punto al escribir: “Es lícito bromear en su tiempo y medida, pero no es lícito ser un bufón como modo de vida.” Bien, creo que difiero sobre su perspectiva de los comediantes, pero su punto de vista es bien recibido: sólo porque exista un mercado para una línea de trabajo particular no significa que debamos hacerlo como una carrera. La pregunta que Baxter nos dirige a preguntarnos es extraña para oídos modernos: ¿es este trabajo honorable? Hay más por decir sobre ello abajo… 3. No escojas un empleo que drene tu alma. “No es suficiente que el trabajo de su vocación sea lícito, ni que sea necesario, sino que también deben tener especial cuidado de que sea seguro, y no muy peligroso para sus almas.” Baxter ilustra este punto con los vendedores de cerveza. Él dice que su llamado es “lícito y necesario”, sin embargo depende de que las personas beban en exceso para tener ganancias significativas. Vivo en Colorado y tengo menos de 35, lo que significa que la mayoría de los días tiendo a estar de acuerdo con Benjamín Franklin: “La cerveza es la prueba de que Dios nos ama y quiere que seamos felices.” Pero de nuevo, Baxter tiene un punto. Algunas industrias tienen incrustadas en su naturaleza profundas tentaciones: las altas finanzas pueden ser gobernadas por la avaricia, la moda por la vanidad y la política por el poder. No necesariamente debiéramos evitar estas líneas de trabajo, pero debemos preguntarnos: “¿Serán las tentaciones en este empleo más de lo que podré manejar?
Interesante primera calificación, ¿no es así? No se trata de su especialidad universitaria, su curriculum vitae, su Myers-Briggs 1, un perfil de personalidad, o incluso esas candentes oportunidades de trabajo burbujeando en LinkedIn. Encuentre una necesidad y satisfágala. Incluso Baxter está dispuesto a dar nombres: pastores, maestros, abogados, ganaderos, labradores, confeccionistas, libreros, sastres y otros empleados en el trabajo “más necesario para la humanidad” son preferibles. Pienso que esta lista es más bien reducida para tipos viviendo cuatrocientos años después, pero de nuevo, el punto es bien recibido. ¿Cuáles carreras, entonces, se debe evitar? “Vendedores de cordones, fabricantes de plumas y pelucas 2” y carreras que resultan “una prisión y calamidad constante el estar atado a gastar la vida de uno en hacer poco bien a otros, aunque uno mismo se enriquezca”. Tengo problemas con su desaprobación de los vendedores de cordones, pero de esos fabricantes de pelucas -¡desháganse de ellos! Hablando en serio, si está en la búsqueda de una carrera, ¡no piense primero en sí mismo o en sus sueños personales! Piense en lo que el mundo necesita y el bien de su comunidad. Y sobre todo, piense en cómo puede servir mejor a Dios, y así disfrutar de una vida de gran satisfacción empleada en hacer el mayor bien que pueda con el tiempo que se le ha dado. 2. Si dos carreras contribuyen por igual al bien público, escoja el beneficio espiritual sobre las ganancias en efectivo. “Cuando dos vocaciones conducen por igual al bien público, y una de ellas tuviera la ganancia de riquezas, y la otra mayor ganancia para sus almas, debe preferirse la segunda, y después del bien público, el beneficio del alma debe ser la guía para elegir”. No hay nada de malo con ganar un buen salario, pero al menos primero haga la siguiente pregunta: ¿cuál selección de carrera tiene mejor oportunidad de restaurar tanto el cuerpo y alma en el reino de Dios? Personas diferentes respondarán a esto de manera diferente, pero hágase profundas y difíciles preguntas sobre el trabajo delante de usted: ¿cómo le afecta a su propia alma? ¿A la de otros? Y por último, ¿en cuál carrera puedo hacer mayor bien? 3. Elija una carrera que no aplastará su descanso del Sábado. “Si es posible, escoja una vocación que ejercite el cuerpo de tal manera que no le agobie con cuidados y labores y le prive de todo descanso para los empleos santos y nobles de la mente, y que ejercite la mente de manera que permita también cierto ejercicio para el cuerpo.” Necesita descansar. Necesita adorar. Necesita hacer ejercicio. Incluso, de cuando en cuando puede necesitar leer un libro sentado en un sofá con una copa de limonada. Pero ciertas carreras por su misma naturaleza tienden a acabar con el Sábado. En verdad, algunas profesiones hacen tal reclamo de tiempo y energía mental sobre sus esclavos (quiero decir, empleados) que se hace normal trabajar 80, 90 o 100 horas por semana. ¡Dios no diseñó el trabajo para funcionar de esta manera! Trabaje seis días, descanse uno. Escoja una carrera en la que pueda observar este ritmo –al menos. Estoy de acuerdo que en ocasiones los trabajos harán grandes demandas sobre las personas. De acuerdo. Pero si una carrera regularmente agota a las personas hasta dejarlas en el suelo, entonces necesitamos dar un paso atrás y preguntarnos: ¿Cuál es en realidad la visión que persigo de una buena vida? Algo de John Coltrane 3, caminatas al lado del río y una tranquila cena cocinada en casa debiera ser parte de tal visión. Antes de aceptar un empleo, hágase esta pregunta: ¿Qué hay de bueno en que un hombre gane el mundo entero pero perdiere su propia alma? 4. Está bien ganar un salario decente. Elija un trabajo con una paga razonable. “Es lícito y adecuado buscar la comodidad de su vocación en el tercer lugar (es decir, después del bien público, y después del bien personal de su alma y salud).” No tiene sentido recibir un salario bien por debajo de los índices del mercado o afirmar que eres más noble que los demás sólo porque trabajas para una empresa sin fines de lucro. Está bien hacer ganancias, y está bien elegir una carrera con la que pueda sostener a su familia e incluso es justo tener algo para compartir con otros. Y si creemos en la parábola de los talentos en cualquier sentido literal, entonces debemos de duplicar nuestro dinero para el tiempo en que nuestro maestro regrese. Por supuesto, si hace de las riquezas su meta principal, ha creado un ídolo. Pero si están en el #3 o menor de su lista, probablemente está yendo por el buen camino. 5. Pregúntele a un veterano en el campo o compañía antes de tomar una decisión final. “No elija ninguna vocación (especialmente si será de consecuencias públicas) sin el consejo de algunas razonables y fieles personas sobre ese llamado.” Buen consejo y con sentido común. Revise la temperatura del agua antes de clavarse preguntándole a alguien que ya está en la piscina. Así que, si está buscando hacer un cambio de carrera en el 2014, considere esta lista seriamente mientras elige cómo gastará su recurso más preciado: su tiempo. Un Resumen del Consejo de Richard Baxter sobre Escoger una CarreraLo que no puede ser una vocación 1. El trabajo pecaminoso o ilegal no puede ser una vocación. 2. Sólo porque un trabajo sea legal no significa que pueda ser una vocación. 3. No elijas un empleo que drene tu alma. Cómo elegir una carrera 1. Elige una carrera que contribuya al bien público. 2. Si dos carreras contribuyen al bien público, escoge el beneficio espiritual por encima de los beneficios económicos. 3. Elige una carrera que no acabará con tu descanso del Sábado. 4. Sí, está bien tener un salario decente. Elige un empleo con una paga razonable. 5. Pregúntale a un veterano en ese campo o compañía antes de tomar la decisión final. Notas 1. El indicador Myers-Briggs es un test de personalidad diseñado para ayudar a una persona a identificar algunas de sus preferencias personales más importantes. 2. Baxter hace referencia al tipo de pelucas como las que se ve en este enlace. Encontré difícil darle una traducción adecuada. 3. John Coltrane fue un músico estadounidense de jazz.
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