El 31 de octubre de 1517 un monje católico del orden agustino llamado Martín Lutero clavó en las puertas de la iglesia del Palacio de Wittenberg un documento que contenía 95 tesis cuyo propósito era refutar la actual enseñanza de la iglesia. Ésta es la fecha que tradicionalmente se considera como el inicio de la Reforma Protestante. Han pasado ya 496 años de aquel movimiento que Dios en Su providencia utilizó para que Su pueblo recobrara un entendimiento correcto de la verdad del evangelio. La salvación sólo por la fe en la sola obra de Cristo es la verdad del evangelio heredada a nosotros por cientos de hombres y mujeres quienes dieron su vida (muchos de ellos literalmente) para defenderla y darla a conocer a todas las personas. Sin lugar a dudas, la doctrina de la justificación por la fe solamente es una de las doctrinas más amadas y recordadas de la Reforma. Otro importante frente de batalla durante la Reforma Protestante estuvo en el terreno de definir quién era la autoridad final para la iglesia. Esta lucha se libró principalmente en dos áreas: La suficiencia y la perspicuidad de la Escritura. En otras palabras, se trataba de responder a las preguntas: ¿Es la Biblia por sí sola la única y suficiente autoridad dada por Dios para dirigir la vida y doctrina de la iglesia? ¿Es la Biblia clara en sí misma o necesitamos a otros para que nos la interpreten y la hagan entendible? Los oponentes católico-romanos de la reforma creían que la Biblia era insuficiente para decidir en asuntos de doctrina y que no era un libro entendible para la persona común. Ellos argumentaban que era necesario que el clero interpretara las Escrituras por el pueblo, siendo entonces el clero, y más específicamente, el papa, la autoridad final en la iglesia. Por el otro lado, los reformadores argumentaron que la Biblia y sólo la Biblia era el único fundamento de todo lo que creían como verdad. Ellos creyeron que cada cristiano debe buscar en la Biblia todo lo que necesita para la vida y la piedad. Que cada pensamiento de la mente y cada palabra de la boca debían conformarse a la Biblia. La idea de que sólo la Escritura es la única fuente de verdad fue el principal elemento de la reforma. Para los reformadores, nada era más importante que entender esto correctamente. Para ellos, la iglesia necesitaba un regreso a la fidelidad de las Escrituras. Su primer elemento en el programa de la reforma fue la suficiencia y claridad de las Escrituras para gobernar nuestras vidas. Como herederos de la Reforma, ¿tienen las iglesias evangélicas del día de hoy la misma confianza en la veracidad y la autoridad de la Palabra de Dios? ¿Qué tan importante es la Palabra de Dios en nuestras vidas? En muchas iglesias la Biblia ha sido funcionalmente rechazada para dar cabida a lo que podríamos obtener de alguna clase de ejercicio racional o de alguna clase de experiencia emocional. Nuestras mentes y nuestra experiencia se ha vuelto el juez último de los que es verdad y correcto. La ley de Jehová es perfecta, que convierte el almaEl primer título que encontramos nos dice que la Escritura es “ley” (v. 17a). La palabra hebrea traducida como “ley” es torah, cuyo significado básico es dirección, enseñanza e instrucción. Esta palabra enfatiza la naturaleza didáctica de la ley dada por Dios. Es decir, la ley de Dios no sólo establece una serie de reglas, sino que nos está instruyendo acerca de cómo vivir para la gloria de Dios y para nuestro gozo. David utiliza esta palabra para referirse a la Escritura como la suma de lo que Dios ha revelado para nuestra instrucción. Dios por medio de Su Palabra nos instruye, nos enseña y nos dirige en Sus caminos. Aquí encontramos lo que agrada a Dios y lo que le desagrada. Es la ley por la cual debemos vivir nuestra vida. David dice que esta ley de Dios “es perfecta”. “Perfecto” es la traducción de una palabra hebrea (tamim) encontrada muchas veces en el AT, cuyo significado es “entero, total, completo, íntegro”. Su sentido más común es el de ser “completo”, estar “entero” o de ser total (Lv. 3:9; Jos. 10:13). El término puede significar también “intacto” o “íntegro” (Ez. 15:5). El verbo derivado tamam significa “estar completo, terminado, ser consumado” (Génesis 47:18). Tamim no quiere decir perfecto en opuesto a imperfecto. Quiere decir perfecto en opuesto a incompleto. La Escritura es perfecta en el sentido de estar completa. Esta descripción conlleva la idea de algo que es tan comprensivo como para cubrir todos los aspectos de un asunto. En otras palabras, David está diciendo que a la Escritura no le falta nada para ser completa. Cuando sostenemos la Biblia tenemos en nuestras manos la revelación completa de Dios. Y si es completa, quiere decir que la Palabra de Dios es suficiente para nosotros. No necesitamos nada más. Es una instrucción completa por parte de Dios. Es completa como revelación de la verdad divina. No hay nada en ella que lleve a los hombres al error o al pecado. No hay nada esencial que el hombre necesite saber que no se encuentre en ella. La Escritura es comprensiva, encarna todo lo que es necesario saber para la vida espiritual. Todo lo que necesitamos para la salvación, para la vida cristiana y la santidad está en la Biblia: es completa, es perfecta. Todo lo que necesitamos para educar a nuestros hijos por el camino de la salvación está en la Biblia. Todo lo que necesitamos para dirigir nuestras finanzas está en la Biblia. Todo lo que necesitamos para tomar decisiones difíciles está en la Biblia. No necesitamos ayuda de la psicología para poder resolver nuestros problemas con el pecado. Tenemos la Palabra de Dios. Para ser dirigidos diariamente no necesitamos una revelación por sueño o profecía, tenemos la Palabra de Dios. La Escritura es suficiente. Es precisamente porque la Palabra de Dios es “completa” y “suficiente” que tiene el poder para “convertir”, “transformar”, para “revivir” o “refrescar” el “alma”, la persona interna, completa del hombre. La Escritura es tan poderosa y comprensiva que puede convertir o transformar a la persona entera, cambiar a alguien precisamente en la persona que Dios quiere que sea. La Palabra de Dios es suficiente para restaurar a través de la salvación aún la vida más quebrantada. El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencilloDavid expande el alcance de la suficiencia de la Escritura: “el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo” (v. 7b). La palabra hebrea `eduwth que se traduce como testimonio o testigo (cf. Ex. 25:16) nos describe a la Escritura como un testigo divino. La Biblia es la auto-revelación de Dios. Es el testimonio que tenemos de Dios acerca de sí mismo. Cuando leemos la Escritura estamos escuchando el testimonio de Dios acerca de sí mismo. La Biblia nos dice de parte de Dios: “este es quién soy, esto es lo que pienso, esto es lo que hago, esto es lo que deseo, esto es lo que me agrada, estas son mis promesas, esta es mi naturaleza”. La Biblia es el testimonio fiel de Dios de quien es Él y lo que requiere de nosotros. Además, se nos afirma que este testimonio es “fiel”. Esta palabra viene del hebrero 'aman que significa sostener, confirmar o ser fiel. Es utilizada en Gen. 42:20 para la acción de verificar una afirmación. En Ex. 28:59 y 1 Sam. 2:35 se utiliza para referirse a algo que es “permanente”, “duradero” y “firme”. En 2 Reyes 18:16 esta misma palabra es utilizada para referirse a los “quiciales” (al sostén) de una puerta. El autor inspirado por Dios nos está diciendo que la Palabra de Dios es un testimonio firme, inquebrantable e inamovible. Es un testimonio “seguro” (LBLA). La Escritura es segura en un mundo inseguro en su opinión. Es una verdadera y segura revelación de Dios acerca de sí mismo y de la realidad. Al afirmar que la Palabra es un testimonio fiel, David también nos está diciendo que es un testimonio “digno de confianza” (NVI). Es algo a lo que le podemos dar crédito, en el que nos podemos apoyar y descansar, en el que podemos confiar que no nos va a engañar. Es una revelación segura de la verdad divina, una dirección segura en la vida cristiana. Es un fundamento seguro para recibir consuelo y un fundamento seguro para una esperanza eterna. Podemos estar seguros que la Palabra de Dios no nos va a fallar. La Biblia nos provee de un fundamento seguro en el cual podemos construir nuestras vidas con toda confianza. Notemos que se nos hace la promesa de que cuando ponemos nuestra confianza y vivimos por el testimonio de la Escritura, ésta nos hace sabios. La palabra de Dios “hace sabio al sencillo”. La palabra traducida “sencillo” viene de una expresión que significa “una puerta abierta” en la que todo entra y todo sale. ¿Para qué sirven las puertas? Es un símbolo de discriminación. El simple no tiene criterio, no sabe qué dejar fuera y qué mantener dentro. Evoca la imagen de una persona ingenua que no sabe cuando cerrar su mente a enseñanzas falsas. No discierne, es ignorante y crédula. Pero la palabra de Dios lo hace “sabio” – uno que es hábil en el arte de la vida piadosa. Alguien sabio en los asuntos de la vida diaria es aquel que se somete a las Escrituras y sabe cuando aplicarlas a sus circunstancias. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazónDavid añade una tercera declaración acerca de la suficiencia de la Escritura: “los mandamientos de Jehová son rectos”. Aquí, la palabra traducida como “mandamiento” (hebreo piqquwd) tiene el significado de precepto, estatuto o mandamiento. Precepto se puede definir como: 1) Regla que establece un principio o 2) Instrucción que se entiende como regla. La frase “los preceptos de Jehová” habla de principios. En este sentido, la Escritura es llamada “los preceptos de Dios” porque establece los principios divinos para la vida cristiana. Es nuestra guía de carácter y de conducta. Dios, que es nuestro creador, sabe cómo debemos vivir para poder ser productivos para Su gloria, y Él ha colocado en la Biblia cada principio que necesitamos para una vida piadosa. Estos “preceptos de Dios” son “rectos”. Aquí, David utiliza el hebreo yashar. Esta palabra tiene el significado de derecho, plano, llano, adecuado, apropiado, correcto. En otras palabras, el significado es que la Escritura no es recta en el sentido de opuesto a incorrecta. Es un término hebreo que significa la dirección o el camino correcto. Establece un camino recto. Establece el camino a recorrer, por el cual debemos andar. En esta época, esta es una confianza maravillosa. Mucha gente está angustiada o abatida porque les falta dirección y propósito. La mayoría busca respuestas de los recursos equivocados. La palabra establece ante nosotros la ruta. Dirige nuestra vida por el camino correcto, por el camino fructífero, por el camino verdadero. El resultado de andar por el camino verdadero que la Biblia establece es alegría en el corazón. El gozo está ligado a la obediencia. El camino del gozo en la vida cristiana es la obediencia. Esto es porque la obediencia proporciona una conciencia limpia. La santidad limpia nuestra conciencia. La conciencia nos excusará, no nos acusará. La Palabra de Dios nos da los principios que establecen el camino correcto a seguir, y cuando andamos por ese camino el resultado es experimentar un gozo profundo y permanente. Concluye en la siguiente entrada.
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