Me tomo sólo unos momentos para recomendar el artículo ¿POR QUÉ PERMITIÓ DIOS EL INCENDIO EN VALPARAÍSO? publicado recientemente en la página de la Coalición por el Evangelio. En el artículo se habla sobre la perspectiva bíblica sobre el sufrimiento que experimentamos. Ofrece buenas respuestas y ayuda para dar esperanza al que está sufriendo.
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IntroducciónEn esta nueva serie de entradas me gustaría poder hacer un breve estudio sobre la forma de gobierno bíblico dentro de la iglesia cristiana. Para ello, comenzaré mencionando la doctrina de la persona de Cristo como la Cabeza de Su cuerpo que es la Iglesia. Luego, haré una rápida revisión de las principales formas de gobierno eclesiástico que históricamente se han dado en diferentes tradiciones del cristianismo. Cada una de ellas es brevemente revisada y se analizan algunas de las implicaciones que tienen para la vida y funcionamiento de una iglesia local. Uno de los objetivos que persigo es demostrar que las formas de gobierno eclesiástico con mayor fundamento bíblico son aquellas que consideran que el gobierno de la iglesia local debe llevarse a cabo por medio de una pluralidad de varones llamados “ancianos”, quienes son elegidos y capacitados por Dios para ejercer el liderazgo y la dirección de una congregación. El estudio terminará haciendo una revisión de la enseñanza bíblica acerca del oficio del anciano y cuáles son sus principales funciones. De entre las referencias utilizadas para redactar esta serie se recogen algunas ideas prácticas, sugerencias y experiencia de cómo se vive el liderazgo de una iglesia local gobernada por una pluralidad de ancianos. ¡Espero que esta serie llegue a ser de bendición! 1. Jesucristo es la Cabeza de la IglesiaTodo estudio que trate acerca del gobierno y/o liderazgo dentro de la Iglesia debe comenzar reconociendo la persona a quién le pertenece la suprema autoridad. La Escritura claramente enseña que:
Esta verdad ha sido reconocida y enseñada por las diversas confesiones cristianas. Por ejemplo, la Confesión de Fe de Westminster afirma: “La iglesia… que es invisible, se compone del número completo de los elegidos que han sido, son o serán reunidos en uno, bajo Cristo la cabeza de ella.” [1] Pero, ¿qué significa afirmar que Cristo es la cabeza de la iglesia? En cada uno de los tres versículos citados arriba se utiliza la palabra griega κεφαλή (kefalé), la cual en la Escritura puede tener dos significados. Primero, esta palabra tiene un significado natural: se refiere a la cabeza física, tanto de hombres como de animales (cf. Rom. 12:20). Por otro lado, en algunas ocasiones, κεφαλή conlleva un significado metafórico o simbólico, referiéndose en ese caso a alguien supremo, principal o prominente. Cuando κεφαλή es referido a personas, esto implica la idea de amo, señor o gobernante (compare, por ejemplo, el uso simbólico que se le da a la palabra en las visiones de Apocalipsis 13:1, 3; 17:3, 7, 9 para referirse a poderes o gobiernos). A este respecto, Louis Berkhof, en su Manual de Doctrina Reformada, comenta: “Él es la cabeza en un sentido orgánico. La iglesia es el cuerpo con el cual Cristo mantiene una relación vital y orgánica, al cual llena con su vida y controla por medio de su Espíritu... Él también es cabeza… cuando consideramos que es su rey, que tiene autoridad y la gobierna.” [2] Notemos que Berkhof explica el significado de la doctrina de Cristo como la cabeza de la Iglesia en dos sentidos: 1) La iglesia está unida a Cristo de una manera vital. La iglesia está viva porque Cristo le da vida. Esto es lo que se conoce como la unión mística de Cristo con la iglesia. 2) Cristo es el Señor de la Iglesia, la cual gobierna de manera soberana. Cristo es la fuente de autoridad y poder para la Iglesia. Las implicaciones de esta doctrina son inmediatas. Todo lo que la iglesia hace es debido a que ha recibido de Cristo la autoridad y el poder para hacerlo. La iglesia tiene la autoridad de predicar el evangelio y expandir el Reino de Dios porque Cristo le ha impartido esa autoridad. La iglesia tiene el poder de transformar el mundo porque Cristo le confiere ese poder en Su Espíritu. Nunca debemos olvidar que cada cosa que podamos hacer como parte de una iglesia local (llámese servicios de adoración, predicar, evangelizar, arreglar un jardín, impartir una clase, arreglar el motor de un auto, edificar una casa, educar a nuestros hijos) lo debemos hacer como un ejercicio de la vida, autoridad y poder que Cristo le ha dado a la Iglesia. Ahora bien, si Cristo es la cabeza de la iglesia, lo que significa que Él la sustenta y la gobierna; podemos plantearnos la siguiente pregunta: ¿Cómo gobierna Cristo a su Iglesia? Nuevamente, nos apoyamos en Berkhof para responder esta pregunta: “Cristo no gobierna a la iglesia por la fuerza sino por medio de su Espíritu y la Palabra de Dios, los cuales constituyen la norma de autoridad. Todos los creyentes están incondicionalmente obligados a obedecer la palabra del rey. Así como Cristo es el único rey de la iglesia, también su palabra es la única palabra que es ley en un sentido absoluto, y que debe ser obedecida por todos… Todos aquellos que gobiernan en la iglesia están revestidos de la autoridad de Cristo y deben someterse al control de su Palabra.” [2] Esta verdad es fundamental para una vida espiritual saludable de toda iglesia local. Todos aquellos en una posición de liderazgo deben preguntarse: “¿Son nuestras actuales estructuras y nuestras prácticas las que Cristo ha establecido para el gobierno de Su Iglesia por medio de Su Palabra?” No solo eso, sino que: “¿Estas prácticas permiten a Cristo dirigir y nutrir a la iglesia?” La idea implícita detrás de estas preguntas que planteo, es que la organización, estructura y gobierno de una iglesia podrían, más que ayudar; estar estorbando que el cuerpo siga a Cristo y crezca en Él en la manera más adecuada. Esta idea está presente en el concepto de la “pureza” de una iglesia local discutido en la Confesión de Fe de Westminster. Por otro lado, lo anterior también significa que la sumisión última que todo congregante le debe es a Cristo y Su Palabra, no a sus líderes o pastores. Cristo es la suprema autoridad para el creyente, y la Escritura expresa y enseña Su voluntad para la vida de la Iglesia. Otra implicación de esta doctrina es que el hecho de gobernar una congregación no significa el poder imponer proyectos por la fuerza, sino que involucra sobre todas las coas un ministerio de enseñanza y convencimiento por la Palabra, con toda humildad, paciencia, oración y en el poder del Espíritu:
También podemos obtener una aplicación de esta doctrina sobre la forma en que los varones gobernamos y lideramos nuestros hogares. ¿Se puede decir de nosotros, que nuestro “liderazgo” se caracteriza más bien por frases como: “porque lo digo yo”? ¿Educamos y dirigimos a nuestros hijos a base de amenazas, castigos o gritos? ¿O los dirigimos por medio de la enseñanza de la Biblia, mostrándoles que la autoridad de padre y de esposo es una autoridad sometida al liderazgo de Cristo? Referencias [1] Iglesia Nacional Presbiteriana de México. Confesión de Fe de Westminster. Publicaciones el Faro (1986).
[2] Louis Berkhof. Manual de Doctrina Reformada. Libros Desafío (2001). 20/5/2014 0 Comentarios Conocer y amar a DiosSi vamos a amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza, debemos conocerlo verdaderamente. Debemos conocerlo como realmente es, no como nos imaginamos que es. Debemos afrontar al Dios que se ha revelado en las Escrituras. -- Stephen Altrogge en el libro "Untamable God" |
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