Sin lugar a dudas una de las relaciones familiares que a lo largo de la historia ha sido más parodiada, burlada, vilipendiada y menospreciada por la sociedad en general es la que existe entre la suegra y su nuera. Tal relación ha sido el objeto constante de anécdotas, historias graciosas, chistes y bromas de mal gusto. También ha sido el material con el cual se han escrito artículos en revistas, libros, programas de televisión e incluso películas. Y si bien en los versículos 10 al 31 del capítulo 31 de Proverbios leemos las palabras de una madre hablando a su hijo sobre su futura nuera, lo cierto es que su contenido es completamente diferente a lo que estamos acostumbrados a escuchar en nuestra sociedad. Su enseñanza está totalmente fuera de sintonía y contrasta tremendamente con la forma de pensar de nuestra cultura tanto fuera como dentro de la iglesia.
Este famoso pasaje sobre la “mujer virtuosa” que forma parte del último capítulo del libro de Proverbios contiene las enseñanzas de una madre a su hijo llamado el rey Lemuel (Prov. 31:1), a quien la antigua tradición judía identifica como el mismo rey Salomón (aunque no se puede estar del todo seguro de ello). Sin embargo, sea cual fuere la verdadera identidad de este rey, lo más importante es el hecho de que en nuestro texto tenemos las palabras con las que una madre sabia (en el sentido bíblico) enseña a su hijo. Así que lo primero que observamos y de lo cual podemos aprender es acerca del carácter de una madre piadosa. En estos versículos observamos a una madre que siente un profundo afecto por su hijo (v. 1) y que está interesada en formar no sólo a un futuro rey, sino a un varón que viva conforme a la voluntad de Dios. A través de sus palabras podemos ver a una madre que advierte a su hijo acerca de las posibles tentaciones que pueden presentarse en su camino y sobre los excesos pecaminosos a los que particularmente un rey es susceptible: la inmoralidad, la excesiva gratificación de sus deseos, la injusticia y la indiferencia a los necesitados. Nos encontramos con el corazón de una madre preocupada porque la vida de su hijo -tanto como rey y como varón- esté caracterizada por la santidad, la sobriedad y la compasión por los necesitados (v. 3-9). Finalmente, en los versículos que vamos a prestar nuestra especial atención; vemos a una madre preocupada porque su hijo elija sabiamente, respecto a una de las decisiones más importantes que ha de tomar en toda su vida: la mujer con quién habrá de casarse (v. 10-31). Todo esto nos habla de que el rey Lemuel tenía una madre verdaderamente piadosa y sabia, que conocía el carácter de Dios y del tipo de vida que agrada y glorifica al Señor. No sólo eso, sino que también este varón tenía una madre con el orden correcto de prioridades: para ella Dios estaba antes que sus hijos. Es probable que una de las tentaciones comunes a todas las madres (y a los padres también) es a ignorar o, peor aún; a consentir o a excusar los malos actos de sus hijos. En contraste, esta mujer antes de consentir un mal proceder en su hijo –quien después de todo, es un rey– lo instruye y lo amonesta. La sabiduría de esta madre está en perfecta sintonía con el resto del libro de Proverbios, donde continuamente se llama a los padres a corregir amorosamente a sus hijos y a ellos se les invita a recibir humildemente la disciplina que proviene de sus padres (Proverbios 3:11-12; 22:15; 23:13; 29:15). Por su enseñanza, es evidente que esta mujer estaba más interesada en agradar a Dios que en complacer a su hijo. Entonces lo que tenemos en Proverbios 31 no es la clásica imagen de la madre o de la suegra que piensa que ninguna mujer es lo suficientemente buena para su hijo consentido. Más bien, lo que tenemos es la imagen de una madre piadosa y sabia, interesada en que su hijo viva una vida que glorifique a Dios y que sepa escoger a la mujer que en verdad necesita para llevar esta vida. Así que la primera implicación que este pasaje nos ofrece es para las madres. Sé que mucho de lo que vamos a decir a continuación aplica también a los varones –es decir, a los padres. Sin embargo este pasaje enfatiza la labor de una madre, así como el carácter y la conducta de la mujer piadosa, así que es a las mujeres (a las madres primero y más adelante a las esposas) a quienes nos dirigiremos principalmente en esta ocasión. Madres, pregúntense: ¿Están enseñando y aconsejando adecuadamente a sus hijos varones, para que puedan escoger sabiamente a la mujer con la cual compartirán el resto de sus vidas? Nunca es demasiado temprano para empezar a educar a nuestros hijos acerca del matrimonio y del carácter necesario para ser un esposo o esposa que sirva amorosamente a su cónyuge y que glorifique a Dios. Madres: ¿Están enseñando a sus hijas acerca del carácter que se requiere para llegar a ser una esposa piadosa? Más importante aún, ¿les están modelando a sus hijas éste carácter y conducta, en su trato con su marido y con su familia? A continuación, en las siguientes entradas meditaremos lo que nuestro texto nos enseña acerca de la mujer virtuosa.
Etiquetas: Matrimonio / Meditación
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23/7/2014 0 Comentarios Progreso vs Comparación: La manera de responder la pregunta "¿Cómo estoy en mi matrimonio?"
Artículo original de Gary Thomas.
¿Cómo sabe usted si su matrimonio agrada a Dios y que está sosteniendo su responsabilidad como cónyuge? La sorprendente enseñanza de la Escritura es que usted no lo sabe al compararse con su cónyuge (que tan bien usted ama comparado con lo bien que su pareja ama). Más bien es mediante comparar al usted de ahora con el usted del año pasado.
Amor en aumento
La verdadera forma de responder a esta cuestión es preguntándose: “¿Estoy progresando en mi amor por mi cónyuge? ¿Lo amo / La amo mejor que de lo que lo hice hace un año?” Según la Escritura, nuestra habilidad de amar no es algo que dominemos –es una jornada que iniciamos. Pablo elogia a los Tesalonicenses “porque el amor de cada uno de vosotros hacia los demás abunda más y más.” (2 Tes. 1:3 LBLA).
El “nuevo estándar” para los creyentes fieles rendidos al Espíritu Santo es que nuestras expresiones de amor debieran estar expandiéndose. Debo ser más amoroso el día de hoy de lo que fui hace cinco años, mucho más motivado por amor el día de hoy de lo que fui hace una década, y es de esperarse que seré mucho más amoroso dentro de cinco años de lo que soy el día de hoy. Esto también quiere decir que si amo “mejor” o no que la persona con la que estoy casado no es de importancia. No debo comparar mi amor presente con el amor presente de mi cónyuge. Debo de comparar mi amor del pasado con mi amor del presente, y si mi nivel presente de amar no está creciendo, entonces algo está mal en mi vida, espiritualmente. “¿Cómo estoy en mi matrimonio?” = “¿Estoy progresando en mi amor por mi cónyuge?”
¿Ama usted a su cónyuge más a fondo, con mayor gracia, mayor paciencia o más sacrificialmente de lo que lo hice el año pasado? ¿Recibe él o ella mayor entendimiento, mayor bondad, o mayor servicio? Ésa es la marca de un cristiano creciendo.
Etiquetas: Matrimonio / Santificación
Traducción del artículo original Progression vs Comparison: The way to answer the question "How am I doing in marriage?" de Gary Thomas.
23/7/2014 0 Comentarios Lo que en realidad está malAlgo anda realmente mal no cuando los cristianos sufren sino cuando no tienen el gozo del Señor. -- Ajith Fernando
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