Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que en medio de vosotros ha venido para probaros, como si alguna cosa extraña os estuviera aconteciendo; antes bien, en la medida en que compartís los padecimientos de Cristo, regocijaos, para que también en la revelación de su gloria os regocijéis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, dichosos sois, pues el Espíritu de gloria y de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, por ellos El es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. Que de ninguna manera sufra alguno de vosotros como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entrometido. Pero si alguno sufre como cristiano, que no se averguence, sino que como tal glorifique a Dios. Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si comienza por nosotros primero, ¿cuál será el fin de los que no obedecen al evangelio de Dios? Y SI EL JUSTO CON DIFICULTAD SE SALVA, ¿QUE SERA DEL IMPIO Y DEL PECADOR? Por consiguiente, los que sufren conforme a la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, haciendo el bien. 1 Pedro 4:12-19 (LBLA) IntroducciónEn esta ocasión quisiera iniciar una serie de entradas en las que pretendo meditar -siempre a la luz de la Escritura- sobre la existencia del dolor y la realidad del sufrimiento en este mundo, acerca del cual los cristianos afirmamos que está en las manos de un Dios soberano y lleno de gracia. En la medida que Dios me lo permita, trataremos de encontrar respuestas a preguntas tales como: “¿Si Dios es soberano, y todo está bajo Su control, entonces por qué hay tanto dolor en mi vida?” “Si en verdad Dios me ama como Su hijo, ¿por qué sigo sufriendo?” La tesis principal de esta serie de publicaciones es la siguiente: para que el creyente pueda vivir la vida cristiana con gozo, esperanza y paciencia, aún en medio de la tribulación, le es necesario entender cuál es el papel del sufrimiento en los sabios planes de un Dios que no solo es soberano sino que además nos trata con infinita gracia y amor. Como en una ocasión dijo el puritano Thomas Watson: Una justa comprensión de las aflicciones es a su vez necesaria para una conducta cristiana bajo ellas; y esa comprensión se puede obtener solamente por fe… porque es la luz de la Palabra solamente la que las presenta de manera justa, descubriendo en ellas la obra de Dios, y consecuentemente, propósitos apropiados a las perfecciones divinas. The Crook in the Lot Ahora bien, espero que no me mal interpreten. No pretendo escribir como un experto conocedor de este tema. En realidad, no creo que haya siquiera una sola idea original mía en esta serie de entradas. Tampoco creo poder escribir de manera que abarque todo lo que se tiene que decir en cuanto al tema del sufrimiento, o dar una respuesta satisfactoria a todas las preguntas relacionadas. Mucho menos pretendo tener mayor experiencia que ustedes en cuanto a sufrir se refiere. En comparación con la vida de muchas personas, puedo decir que yo he sufrido poco. Mi deseo es abordar este estudio no como un guía que va delante de los demás, sino más bien como un compañero peregrino en este viaje, en cuyo sendero me resta aún mucho por andar. Estoy convencido de que este tema se debe abordar con humildad, paciencia y amor. Sé que para muchos hablar del sufrimiento es como poner el dedo en una herida que todavía está abierta. Para otros, las heridas -aunque ya sanas- han dejado marcas indelebles. Sin embargo, no creo que mi persona pueda describirse como consistentemente humilde, paciente o amorosa. Pero he deseado mucho e incluso se puede decir que me he atrevido a preparar este estudio porque, en mi opinión, pocos aspectos de la vida cristiana constituyen una mejor oportunidad para examinar y probar nuestro entendimiento de la Palabra de Dios que el dolor y el sufrimiento. Cuando sufrimos, comprobamos qué tan sólida es nuestra teología. Las circunstancias difíciles de la vida son aquellos puntos donde la realidad y la fe convergen. Cuando sufrimos somos probados acerca de lo que realmente creemos sobre la suficiencia de la Escritura, sobre las doctrinas de la gracia y la soberanía de Dios. Cuando sentimos dolor físico o espiritual, comprobamos si todas estas verdades son sólo parte de nuestro bagaje intelectual o si en verdad nuestra vida está cimentada y edificada sobre ellas. ¡Cuántas personas no han abandonado la iglesia y la fe a causa del sufrimiento constante que hay en sus vidas! Otros han terminado en sectas que les invitan a parar de sufrir o en “iglesias” donde se les enseña la mentira de que Dios no quiere que suframos, sino que gocemos de salud, riquezas y bienestar.
del texto bíblico de 1 Pedro 4:12-19. Este pasaje habla directamente acerca del sufrimiento en la vida cristiana. De hecho, el contenido de toda la epístola está enmarcado en un contexto de prueba y tribulación. Esta carta fue escrita por un apóstol que ha sufrido, y está dirigida a creyentes que en ese momento estaban sufriendo. Para nosotros en ésta época, este texto tiene mucho que decirnos acerca del sufrimiento. En éstos versículos el apóstol Pedro nos enseña tres verdades que debemos considerar sobre nuestro sufrimiento:
1. El sufrimiento no debería causarnos sorpresa. 2. La soberanía de Dios se extiene sobre nuestro sufrimiento y lo gobierna. 3. El propósito de Dios en nuestro sufrimiento es santificarnos. Después de meditar a la luz de estas verdades, observaremos que por medio de ellas el apóstol Pedro nos presenta que la forma en la que los creyentes debemos enfrentar el dolor y la aflicción es recibirlo todo con gozo. Ahora sí, estamo listos para entrar en materia. Lo cual sucederá a partir de la PRÓXIMA ENTRADA.
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"Así que, sea que coman o beban o cualquier otra cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios" (1 Corintios 10:31 NTV) Tengo una pregunta para usted, mi estimado amigo, y quisiera saber si quizá me la puede responder. La pregunta es la siguiente: ¿Cuál de las dos puede ser considerada una actividad más "espiritual"? ¿Guardar ayuno como parte de una disciplina cristiana o saborear un suculento filete? Permítame se lo planteo de una manera diferente: ¿Cuándo se siente Dios más complacido conmigo? ¿Es acaso durante el tiempo en que decido voluntariamente abstenerme de los alimentos o cuando voluntariamente me siento a la mesa dispuesto a disfrutar de los alimentos? Piense bien su respuesta, por favor. No conteste lo primero que le venga a la mente. Tal respuesta creo que ya lo conozco, de todas formas. ¿Cómo puedo estar tan seguro de ello? Porque también a mí es lo primero que se me vendría a la mente: "Pues ayunar, ¡por supuesto! ¿No se te puede ocurrir una pregunta más difícil?" Pero resulta que la respuesta a dicha pregunta no es tan directa como parece. Al menos para mí no lo es, pues estoy convencido que la Escritura valora de la misma manera ambas actividades. Según la Biblia, tanto el comer y el ayunar pueden ser una actividad santa para el creyente. Ambas también pueden constituirse en una acción desagradable ante los ojos de Dios. Permítame le explico. Tengamos cuidado de no caer en un dualismo no BíblicoDesafortunadamente, la mayoría de los cristianos tenemos problemas para responder a la pregunta, pues hemos sido más influenciados por filosofías contrarias a la Palabra que por la Biblia misma. Esto es históricamente cierto desde los tiempos de San Agustín de Hipona, quien equivocadamente incorporó elementos de la filosofía griega (Platón para ser precisos) a la fe cristiana. Para Platón, el hombre era el resultado de una unión "accidental" entre el alma -que es inmortal- y el cuerpo -que es material y corruptible. Según el filósofo griego, el alma y el cuerpo son dos realidades distintas que se encuentran unidas en un sólo ser de modo provisional. En el momento de morir el alma intangible del hombre es por fin liberada de su "prisión" material para poder incorporarse a la realidad invisible e inmaterial de las ideas. Desde el punto de vista del Platonismo, el mundo está dividido en dos partes: la realidad inmaterial que en esencia es buena, y la realidad material que intrínsecamente es mala. San Agustín incorporó algunos elementos de esta filosofía a su enseñanza, pues si bien corrigió la creencia platónica de que la materia es mala, aún así asumió que el cuerpo era inferior a la vida superior del alma. Así que si usted piensa como Agustín de que el cuerpo -o lo material- de alguna manera es inferior al alma -o lo espiritual-, definitivamente responderá que ayunar es una actividad más santa que el disfrutar los alimentos. En realidad, Agustín no fue el primer creyente en batallar con esta concepción dual del mundo. Los creyentes del Nuevo Testamento también se enfrentaron a los errores de esta enseñanza. Uno de los errores doctrinales que más rápido se infiltraron entre los primeros cristianos y que el apóstol Pablo combatió en varias de sus epístolas fue el Gnosticismo. Los gnósticos afirmaban que lo material es pecaminoso y pretendían enseñar a los creyentes que debían abstenerse de casarse -es decir, tener relaciones sexuales- y abstenerse también de ciertos alimentos (1 Timoteo 4:3-5). Respecto a esta enseñanza, Pablo le dice a los Colosenses: Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo... Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne. (Colosenses 2:16, 17, 20-23 RVR60) Así que en nuestra definición de espiritualidad cristiana, tenemos que observar con mucho cuidad no caer en el error de asumir que ayunar es una activad más santa o agradable ante los ojos de Dios, simplemente porque pensamos que de alguna manera lo material (como comer un buen filete) tiene que ser una actividad inferior a lo inmaterial o espiritual, como el ayunar o el orar. La bondad intrínseca de la creaciónEn realidad, la enseñanza de la Escritura es totalmente contraria a la idea de que lo material es malo o inferior. En el relato de la creación leemos constantemente la evaluación del Creador acerca de Su obra: "Y vio Dios que era bueno" (Génesis 1: 4, 10, 12, 18, 21, 25). El relato de la creación culmina diciendo: "Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera." (v. 31). La creación de Dios no fue algo malo. Ni siquiera nos debemos atrever a decir que fue algo aceptable. La creación fue perfecta. Fue en gran manera buena. ¿Se ha dado usted cuenta de que Dios creó este mundo para que lo disfrutáramos? Piénselo de la siguiente manera: Dios no sólo creo al hombre con el sentido de la vista. También creó la infinita gama de colores para que pudieramos apreciarlos y los hermosos paisajes -así como el increíble atardecer- para que los admiráramos. Dios no sólo creo nuestro sentido del olfato. También tenemos la capacidad de distinguir aromas que deleitan nuestros sentidos. Dios no sólo nos creó como seres con la capacidad de reproducción. También nos creó con la capacidad de recibir deleite en ese mismo acto (sino me cree, lea por favor el libro de Cantar de los Cantares). De la misma manera, Dios no sólo nos creó con la necesidad de alimentarnos para nuestro sustento físico. También nos creó con el sentido del gusto, con la capacidad de disfrutar diferentes sabores -dulce, salado, amargo y sus combinaciones- y ser en cierta manera extasiados por lo que sentimos en nuestro paladar. Así que, Bíblicamente hablando; el disfrutar de un delicioso filete no tiene nada de malo. Al contrario, es parte de lo que significa ser humano y creación de Dios. Comer y disfrutar los alimentos en ninguna manera es una actividad inferior al ayuno, pues es parte de lo que nos hace humanos y eso en sí mismo -al igual que las aves cuando cantan- glorifica a Dios. Pero no sólo eso sino que, a diferencia de las aves, cuando recibimos y disfrutamos los alimentos podemos elevar nuestra mirada hacia el Creador y Sustentador y decirle: "¡Muchas gracias Señor, por estos alimentos! Alabado seas por ellos." Glorificamos a Dios cuando recibimos los "alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad." (1 Timoteo 4:3). En cierta manera es por eso que el apóstol Pablo no nos dijo: "Ya sea que ayunen u oren, ofrenden o evangelicen, háganlo todo para la gloria de Dios". Él sabía que esas actividades son buenas y ciertamente glorifican a Dios. Pero él también sabía que nosotros necesitamos oir que podemos -y debemos- glorificar a Dios con toda actividad que emprendamos, sin importar lo ordinaria que esta pareza. No hay actividad para el cristiano que no pueda convertirse en un acto de adoración y gratitud a Dios. Ni siquiera algo tan común como el comer y el beber. Nada más no hagamos un dios del vientreAparentemente hemos demostrado que el ayuno puede ser practicado por motivos erróneos -siendo desagradable a los ojos de Dios- y que el comer puede ser una actividad que glorifica a Dios, cuando disfrutamos del sabor de los alimentos y cuando
sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre... lo que sale de la boca proviene del corazón, y eso es lo que contamina al hombre." (Mateo 15:10- 11, 18). El problema es que tomamos los buenos dones de Dios y los convertimos en algo que no deben ser: la fuente de nuestra seguridad y felicidad. Hay quienes, como dice el apóstol Pablo, su "dios es su apetito" (Filipenses 3:19 LBLA). Hay otros que hacen del dinero -o sus posesiones- un ídolo (Colosenses 3:5). Tristemente, casi cada cosa bajo el cielo es susceptible de ser convertida en un ídolo. Y no es por que la creación sea mala. Es porque nuestro corazón es perverso y engañoso. Aquí es donde entendemos la importancia del ayuno para la vida cristiana. En cierta manera, es el abstenernos de los alimentos el que nos hace recordar que: "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios." (Mateo 4:4 RVR60). ¿Ya ha notado que Jesús utilizó el deleite y la satisfacción del comer y del beber como referentes que nos permiten entender el deleite y satisfacción que existen en conocer a Dios a través de Cristo y en obedecerle? Observe nada más los siguientes ejemplos: "El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás" (Juan 4:14). No sólo Jesús utilizó la imagen de la satisfacción de los alimentos para describir el deleite que existe en Dios. El Antiguo Testamento también utiliza esta imagen: "Gustad y ved que es bueno Jehová" (Salmo 34:8 RVR60). "¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!, más que la miel a mi boca." (Salmo 119:103 LBLA).
Podemos decir que ésta es otra razón por la cual el disfrutar los alimentos glorifica a Dios. Porque es una realidad que apunta o señala hacia la persona de Dios y los deleites que hay en Él. Si no supiéramos lo dulce que es la miel, no podríamos imaginar comprender que la Palabra de Dios es aún más dulce. Es desde esta perspectiva que podemos decir -sin el temor de caer en el dualismo- que en muchas ocasiones el ayunar y abstenernos de los alimentos es mejor para nuestra alma y también para nuestro cuerpo -pues somos un ser integral-. Y es que, constantemente necesitamos ser recordados que nuestro fin último no es glorificar el vientre y disfrutar de los alimentos para siempre, sino glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre. Muchos de nosotros -me incluyo por supuesto- necesitamos abstenernos más de los alimentos para recordar esta verdad. Pero luego también necesitamos sentarnos a la mesa y disfrutar de una deliciosa cena por la cual agradezcamos de corazón a Dios y que ésta nos recuerde los deleites que hay en Su presencia. Ésta es entonces la esencia del ayuno: No el despojarnos de lo material -ya sea malo o inferior- para ir tras lo espiritual. Es despojarnos de algo que es bueno, para perseguir algo que es mejor. Es renunciar temporalmente de un deleite que es bueno y que glorifica a Dios, por un deleite que es mejor y que también glorifica a Dios. Y al igual que el apóstol Pablo recomendaba a los corintos abstenerse temporalmente de las relaciones sexuales en el matrimonio para dedicarse a la oración, pero que sin dejar pasar mucho tiempo volvieran a unirse, también es recomendable para nosotros abstenernos temporalmente de los alimentos para dedicarnos a la lectura y la oración, para luego volver a comer y disfrutar. Así que, ¡Provecho! 15/7/2015 0 Comentarios ¿Cristiano ordinario o radical?"Radical." "Loco." "Inquieto." En los últimos años, palabras como éstas se han vuelto comunes para describir lo que algunos consideran la esencia del "verdadero" cristianismo. Personas como John Piper (autor del libro No Desperdicie Su Vida) y más recientemente David Platt (autor de Radical) y Francis Chan (autor de Loco Amor), se han convertido en "profetas" de diferentes movimientos dentro del evangelicalismo, despertando a toda una generación de creyentes del letargo de una fe complaciente y tibia hacia una fe apasionada por la gloria de Dios y por alcanzar a las naciones con el Evangelio. En cierto aspecto, se tiene algo de razón al utilizar esta clase de adjetivos para describir la fe cristiana. Después de todo, el apóstol Pablo dice que el mensaje del Evangelio -en especial Cristo crucificado- es necedad o locura para el hombre natural (1 Corintios 2:14). También se puede decir que la enseñanza de Cristo contiene elementos que para la mente natural son bastante radicales. ¿Quién puede negar que para muchos el tener que sacarse uno mismo el ojo derecho o cortarse la mano derecha (Mateo 5:29-30) suena como algo -digámoslo así- extremo? ¿Y no fue acaso el mismo Agustín de Hipona, quien hace muchos (pero muchos) años dijo que "nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Tí"? Estoy convencido que la enseñanza de estos pastores y hermanos en la fe ha sido de mucha bendición -ciertamente para mí lo ha sido- y muy necesaria, sobre todo en países como los de la región de Norteamérica; donde tanto el materialismo como el pensamiento posmoderno han hecho mella en la forma de pensar y en estilo de vida de muchas personas. Incluso en las de los creyentes. Sin embargo, nunca debemos olvidar que existe el riesgo de que nuestro deseo de corregir los errores que se tienen en un extremo, nos conduzca a caer por el borde del otro extremo -ya sea de manera voluntaria o involuntaria. De que el movimiento que comienza con buenas intenciones al final termine con malos resultados. La misma historia de la iglesia cristiana nos proporciona numerosos ejemplos de ello. Una larga historia de buenas intenciones (fallidas)
Posteriormente, la Reforma de Inglaterra nos dejó la rica herencia de la teología y práctica de los puritanos, pero también fue el escenario para la aparición de grupos sectarios como los cuáqueros. El movimiento de avivamiento de los 1700s conocido como el "Gran Despertar", llevó a muchas personas al arrepentimiento y al conocimiento de Cristo, pero también representó los primeros inicios de diferentes Movimientos de la Santidad y creó un precedente para la futura aparición de las prácticas antibíblicas del Segundo Gran Despertar. Finalmente, en el siglo XIX muchos teólogos -tome a Karl Barth por ejemplo-, en su intento de responder al asalto de la teología liberal cayeron en los errores de la Neo-ortodoxia. Así que no debe extrañarnos el hecho de que, si no ejercemos la necesaria precaución y prestamos atención a TODA la enseñanza de la Escritura, el sano ímpetu del "cristianismo radical" nos pueda llevar a caer en el extremo contrario de aquel que queremos evitar, y cometamos los errores diametralmente opuestos a los que se quieren corregir. Por evitar la mundanalidad podemos llegar a caer en una especie moderna de monasticismo. Con tal de apartarnos del antinomianismo podemos derivar -incluso sin querer- en el legalismo. Por ejemplo, el cristianismo "radical" nos enseña que una vida "no desperdiciada" es aquella cuya principal meta es completar la misión de Dios y hacer discípulos de todas las naciones. Pero, ¿significa ésto que cada uno de nosotros debe vender todo lo que tiene y mudarse a una nación no alcanzada? Es cierto, el llamado más sublime que tenemos como Iglesia es llevar el evangelio a cada tribu y nación, Pero ¿implica ésto que me conformo con poco si me dedico en la vida a otro oficio que no sea el de pastor o evangelista? Es correcto decir que para el cristiano su tesoro está en el cielo y su mirada debe estár puesta en donde Cristo está. Pero, ¿quiere decir ésto que le causa mayor placer a Dios el que dedique mi tiempo a alguna actividad "espiritual" -como participar en la reunión de oración de la iglesia- en vez de a alguna actividad recreativa -como ir a nadar a la playa o jugar al fútbol con mis amigos? Bueno, si usted ha escuchado el número suficiente de veces a personas como David Platt o Francis Chan, muy probablemente estará de acuerdo conmigo en que en ocasiones, pareciera ser que su respuesta a cada una de estas preguntas sería afirmativa. Si no me cree, le invito a que vea detenida y atentamente el siguiente video, donde Francis Chan interactúa con los también reconocidos Mark Driscoll y Joshua Harris. Escuche y analice tanto las respuestas de Chan como las observaciones de Driscoll y Harris. Definitivamente, Francis Chan es un creyente con muchas características que todo creyente debe desear imitar. Su humildad es observable en la manera en que responde (o no lo hace) a algunos comentarios "graciosos" de Driscoll. Su celo por vivir la vida cristiana y su pasión por agradar a Dios son evidentes (al menos eso creo) en sus comentarios. Sin embargo, no permita que el carácter de Chan le desvíe de analizar sus palabras, así como los acertados comentarios de Harris y Driscoll. En particular, quisiera resaltar para usted los siguientes aspectos de la conversación: 1. Note cómo la pregunta de Driscoll sobre quién va ahora a predicar en la ex-iglesia que Chan pastoreaba, así como su cuestionamiento acerca de "la calidad" del sucesor ("¿es bueno?") pone un énfasis desmedido en la persona de Chan y no en el oficio del pastor. Éste "culto a la celebridad" del que en otras partes se ha hablado es algo que caracteriza también al evangelicalismo moderno y que algunos asocian al surgimiento del cristianismo radical. Más adelante el mismo Chan comunica que parte de los motivos por los cuales decidió salir de Cornestone fue el ayudar a su congregación a vencer ese culto a la celebridad que él mismo afirma ayudó en cierta forma a crear (minuto 6:10). 2. Francis Chan describe el cristianismo (tal como él lo ve en las Escrituras) principalmente como un "compromiso" y una "devoción" que debe dirigir al creyente a "hacer lo que sea por ir y hacer discípulos" (minuto 3). Ese mismo pensamiento fue el que lo llevó a tener el deseo de poder "iniciar de nuevo" (3:44) con un grupo de discípulos que sean "el tipo de personas" que en verdad van a tratar de "seguir al cien por ciento la Escritura" (3:50). ¿Significa entonces que aquellos que no tienen las mismas convicciones que él son personas que no siguen por completo lo que la Biblia enseña? 3. Note cómo aparentemente para Chan, la Iglesia Primitiva del Nuevo Testamento es la principal fuente Bíblica de cómo se vive la vida cristiana. El cristianismo radical también se caracteriza por ese intento extremo de "replicar" de cierta manera la iglesia primitiva. Sin embargo, es TODA la Escritura, no sólo el Nuevo Testamento el que nos debe informar lo que significa ser un verdadero creyente. 4. El mismo Chan expresa que no cree posible llegar a ese nivel de compromiso con Cristo mediante "pequeños ajustes constantes" en la iglesia que pastorea. Para él, le es absolutamente necesario comenzar de nuevo (4:11). Gente como Michael Horton (en su libro Ordinary) ha identificado cómo el evangelicalismo contemporáneo -incluyendo el movimiento radical- está siempre en la búsqueda de esa experiencia nueva, en la constante espera de "La Próxima Gran Cosa" que verdaderamente nos permita progresar en la vida cristiana. 5. La pregunta que Driscoll le hace a Chan en el minuto 4:35 es profunda y reveladora: "¿Cuánto tiempo crees que pase hasta que el descontento o la frustración aparezcan?" Este cuestionamiento es muy importante. Lo que Driscoll implica al hacerlo es que posiblemente Chan aspira a una clase de vida "cristiana" que al final es insostenible. En otras palabras, el modelo de iglesia y discipulado que Chan anhela tarde o temprano traerá de nuevo descontento y frustración. Si bien aprecio la respuesta honesta de Chan: "No lo sé", con todo no puedo dejar de sentir tristeza al escucharla. Constantemente lo oímos confezar que no está seguro si su actuar "radical" como creyente está más bien basado en un enmascarado sentimiento de culpa que en el gozo. 6. Las palabras de Joshua Harris al minuto 5:16 también son dignas de observar: "La manera en que desafías a la gente (Chan) en tus libros y en tu prédica, sobre ese descontento, de manera profética puede ser maravillosa, pero creo que en una iglesia local, está la realidad de que ese descontento dirija a querer siempre hacer algo nuevo". Me parece que Harris hace un correcto análisis de los efectos del cristianismo "loco" y "radical" que Chan predica y que ya he mencionado brevemente. 7. Me parece que Harris acierta de nuevo al expresar la necesidad que impera en la iglesia de varones que, en el contexto de una iglesia local; estén dispuestos a corregir los errores de una congregación, a través de un servicio fiel que, con el paso necesario del tiempo y el ministerio ordinario de la predicación produzca buen fruto (5:46). 8. La discusión que Driscoll inicia alrededor del minuto 8:30 también es relevante: ¿Cuál es el modelo de piedad y santificación que presenta la Biblia? ¿Es posible crecer sólo en santidad a medida en que se sufre más y se abraza un estilo de vida más simple y pobre? Si bien es cierto que la Escritura no identifica la prosperidad material y física con la bendición de Dios, también es una realidad que en la Biblia la pobreza y el sufrimiento no son el único patrón de crecimiento para la vida cristiana. El valor de la vida "ordinaria" del cristianoTodos estos latentes peligros que hemos señalado y que estoy convencido que son evidentes al menos en el pensamiento de Francis Chan, han llevado a otros autores a escribir sobre el valor de la vida ordinaria del cristiano. Como ejemplo tenemos Radically Normal: You Don't Have to Live Crazy to Follow Jesus de Josh Kelley, Becoming Worldly Saints: Can You Serve Jesus and Still Enjoy Your Life? de Michael Wittmer y Ordinary: Sustainable Faith in a Radical, Restless World de Michael Horton. Estos libros me han provisto de varias horas de pensamiento y reflexión que espero más adelante poder compartir con ustedes en este blog.
Quisiera poder seguir escribiendo mucho más en esta entrada. Sin embargo, creo que es necesario que termine en algún punto y me parece que ahora es el momento adecuado de hacerlo. Espero que lo que usted haya leído le haya servido como un "aperitivo", algo que lo haya dejado pensando y le haya motivado por escuchar más del asunto. Es muy probable que la mayoría de mis próximas entradas en las siguientes semanas y meses estén enfocadas en este tema. Si usted quiere unirse a la conversación y contribuir con sus propios comentarios y preguntas estaré más que contento de verlo de nuevo por aquí. Dios le bendiga. |
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