24/1/2011 0 Comentarios ¿Qué es lo que más deseo?El día de hoy tengo una pregunta para tí: ¿Qué es lo que más deseas lograr u obtener en este año que inicia? Por favor, no respondas inmediatamente y sin meditarlo. Piénsalo bien: ¿Qué es lo que más deseas? Tómate al menos un minuto para reflexionar.... ¿Ya lo pensaste bien? ¿Cuál fue tu respuesta? Quizás lo que más deseas lograr y estás decidido a obtener en este año es:
Quizás tu respuesta no fue tan materialista. Probablemente tu respuesta estuvo enfocada en las cosas "verdaderamente" importantes como:
La lista bien pudiera ser interminable. Y por favor, no me malentiendas. Ninguna de las cosas arriba mencionadas es mala en sí misma. Todas ellas pueden constituir un deseo en verdad sano y noble. Con todo, la pregunta iba dirigida a distinguir apropiadamente quién o qué es el objeto de tu mayor deseo en este momento. Según la Escritura, sólo una de entre todas las cosas es digna de estar en el número uno de tu lista de prioridades: Bienaventurado el hombre que halla sabiduría y el hombre que adquiere entendimiento; porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus utilidades mejor que el oro fino. Es más preciosa que las joyas, y nada de lo que deseas se compara con ella (Proversios 3:13-15, LBLA). ¡Estas sí que son palabras poderosas que nos confrontan, que revelan nuestro corazón y nos enseñan a apreciar lo que es verdaderamente valioso! ¡Nada de lo que puedo llegar a desear se puede comparar con la sabiduría que viene de Dios! Nada en lo absoluto. De acuerdo a este texto, toda mi vida debería direccionarse a una sola cosa: a buscar y poseer la sabiduría de Dios. ¿Dónde podré encontrarla? Es bueno saber que la Escritura también nos proporciona la respuesta: ... pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos, y necedad para los gentiles; mas para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios (1 Corintios 1:23 y 24, LBLA). La Escritura es clara en ese sentido. Buscar la sabiduría de Dios es buscar a Cristo. La sabiduría que proviene de Dios sólo puede ser recibida por gracia a través de la fe en el Hijo de Dios. No cabe duda de que Cristo es nuestro todo en todo. Él es para nosotros la plenitud de la sabiduría. Dios, te ruego que me guíes a redirigir mi vida para desear sólo a Cristo como la sabiduría que viene de tí. Amén.
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Siempre he considerado todo este asunto de los propósitos de año nuevo como algo trivial. Nunca, en toda mi vida, me había hecho propósitos de año nuevo. Simplemente no me parecía algo que valiera la pena darle importancia. Tengo que confesar que incluso consideraba con cierto desdén esta tarea. Sin embargo, mi perspectiva en cuanto a ello a cambiado. Ahora veo con mayor claridad el valor de hacerse de propósitos en determinado momento de la vida. Jonathan Edwards, con sus famosas resoluciones o propósitos es un ejemplo de ello. Además, he aprendido la verdad de que todos vivimos dirigidos por algún o algunos propósitos. Algunos lo hacen explícito. Otros viven de acuerdo a propósitos que están implícitos en los pensamientos de su corazón. Así que, si finalmente estoy viviendo y voy a vivir de acuerdo a ciertos propósitos, me conviene mucho sentarme a pensar cuáles son estos y definir claramente cuáles quiero que sean los propósitos que dirijan mi actuar el resto de mi vida. Este año he decidido hacerme de propósitos, los cuales espero no tengan vigencia de tan sólo 365 días, si no que sean una influencia para el resto de mi vida. Pero, ¿por dónde empezar? Gracias a Dios, en los últimos días del año 2010 tuve tiempo para leer un par de libros que me están ayudando a formar la clase de propósitos que servirán para glorificar a Dios y gozar de Él para siempre. Uno de ellos es el libro de J. C. Ryle, "Caminando con Dios: Las implicaciones prácticas del cristianismo", que es en realidad una colección de sermones del buen obispo Ryle editada por Faro de Gracia. Este libro me ha ayudado a definir, primero; la motivación o el por qué de hacerse de propósitos a inicio de este año. El sermón titulado "La felicidad" me ha provisto de muchas verdades a considerar al momento de redactar mis propósitos. Para empezar, ¿por qué la mayoría de las personas se hacen de propósitos a inicios de cada año? Sin duda alguna, por que quieren alcanzar cierto grado de felicidad. Quieren mejorar su condición respecto al año anterior. Respecto a esto, cito a Ryle: Toda persona quiere ser feliz. Pero, ¡cuán pocos comprenden realmente lo que es la felicidad! Ryle tiene toda la razón. Yo también quiero ser feliz. Y quisiera que mis propósitos contribuyan a ello. Sin embargo, tengo que estar atento para no confundir la fuente de la verdadera felicidad. Ryle nos aclara que: La felicidad verdadera no es la completa libertad de la tristeza y las incomodidades. Este pensamiento tiene que ser un eje fundamental sobre el cual giren mis pensamientos acerca de mis propósitos de vida. La mayoría de las personas hacen sus propósitos de año nuevo con miras de satisfacer necesidades físicas o materiales: bajar de peso, dejar de fumar, comer más saludablemente, adquirir un auto, mejorar la casa, etc. Sin embargo, el sermón de Ryle me ha ayudado a reconocer que todas estas cosas no deben encontrarse dentro de mis principales propósitos: ¿Cuáles son nuestras necesidades más profundas? ¡No son simplemente las corporales! Si queremos ser verdaderamente felices, nuestra felicidad no debe depender de ninguna cosa en este mundo. Las palabras de Ryle me han hecho pensar mucho en los últimos días. Ahora entiendo que mi búsqueda por formar propósitos para este año y los venideros no debe enfocarse en obtener una promoción en mi empleo para un mejor salario, o adquirir un auto nuevo, o una computadora nueva, o cualquier otra clase de bien material. No es hacia allá donde debo enfocar mis propósitos. Mi meta debe ser otra: La única manera para ser feliz es siendo un creyente verdadero y ferviente. El creyente verdadero es la única persona realmente feliz... Quiero decir la persona que ha sido enseñada por el Espíritu Santo a arrepentirse de sus pecados y a poner su esperanza y su confianza en el Señor Jesucristo; la persona que ha nacido de nuevo y que vive una vida espiritual y santa... Ahora sé que mis propósitos no deben estar enfocados principalmente a obtener una vida más cómoda y libre de problemas y ansiedades, sino a la tarea de conocer más a Jesucristo y su sacrificio en la cruz hecho por mí. Cito a Ryle de nuevo: Sin Cristo, ningún hombre en este mundo puede ser verdaderamente feliz, no importa cuán buenas sean sus circunstancias. Quiero ser verdaderamente feliz en Cristo para la gloria de mi Salvador. Quiero vivir una vida que demuestre que mi única fuente de felicidad es el Señor, y que todo lo que hago va orientado a este único y gran propósito. Pero, de nueva cuenta. ¿Por donde empiezo? ¿Qué cosas prácticas tengo que incluir en mi lista? Todavía no llego al punto de redactar dicha lista, pero Ryle me ha provisto de preciosas y valiosas ideas acerca de qué incluir: Primero, esfuércese para crecer en la gracia año tras año. Tenga cuidado de no estancarse o de vivir de las experiencias del pasado. Esfuércese por ir adelante. Lea más fervientemente la Biblia, ore con más fervor, odie más el pecado, niéguese más a sí mismo, mantenga libre su conciencia de los pecados pequeños, no contriste al Espíritu... Así que mis propósitos para este año y los siguientes deben estar orientados a realizar un esfuerzo de crecer en la gracia. Mis propósitos deben estar relacionados con la formación de una vida disciplinada de devoción a Dios por medio de la lectura de Su Palabra y de la oración. También debo hacer esfuersos prácticos, de los cuales pueda rendir cuentas, sobre crecer en santidad (odiar el pecado, negarme a mísmo y llevar una vida de confesión a Dios y de rendición de cuentas a otros). Quizás dentro de mis propósitos deba incluir una búsqueda de formas frescas de alabar a Dios por su bondad. Quiero también que dentro de mis propósitos esté el encontrar formas prácticas y tangibles de crecer en generosidad hacia mi familia, mis hermanos en Cristo y hacia los necesitados que puedan estar a mi alcance. Ryle termina con este pensamiento explosivo: Los hombres más santos son los hombres más felices. Si. En definitiva quiero hacerme de propósitos. Quiero que estos propósitos orienten mi vida hacia Cristo, hacia la Cruz donde Él se sacrificó, hacia el amor eterno e infinito del Padre que me amó cuando no lo merecía. Espero que ésta vida orientada hacia Dios produzca un gozo y una paz creciente y satisfactoria, para la misma gloria de Dios, quien es exaltado cuando Él es nuestra verdadera felicidad. Aun no termino de redactar mis propósitos. Pero por la gracia y la misericordia de Dios, creo que voy por buen camino.... Después de todo, es mi deseo que sea toda mi vida (y no tan sólo un año) el escenario donde estos propósitos se cumplan. ¡Bendiciones en este año que inicia! |
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