Esta gracia de Dios es una idea sumamente radical. Nosotros no entendemos la gracia de Dios con una simple explicación. Solamente el Espíritu Santo nos puede ayudar a realmente entender la gracia de Dios. Por naturaleza todo lo que está en nosotros dice lo siguiente: Dios me bendice en base a lo que hago y a lo que he hecho. Todo lo que está en mí, cada célula de mi ser grita que Dios me bendice en base a lo que yo hago. Pero la gracia de Dios nos mueve a reconocer nuestras fallas y la gracia de Dios entra por esas fallas, entra por el quebranto y el pecado de nuestras vidas. Es decir, la gracia de Dios entra por estos orificios... donde he fallado, no por donde he cumplido... Este concepto es tan radical, que no cabe en la cabeza del ser humano, que la gracia de Dios es para pecadores, es para los que no lo merecen, y que al reconocer nuestra verdadera condición delante de Él, su gracia entra a nuestras vidas por donde hemos fallado. Tomado del libro Vivir en el poder del Evangelio, del autor Jerry Cross.
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22/2/2010 0 Comentarios Recuperando el enfoque correctoHace un par de días leía del capítulo 2 del Evangelio según San Marcos. Los primeros trece versículos del capítulo narran la milagrosa curación que Jesús realiza en un paralítico. El texto sagrado dice lo siguiente (note que los énfasis en cursiva son añadidos): Habiendo entrado de nuevo en Capernaúm varios días después, se oyó que estaba en casa. Y se reunieron muchos, tanto que ya no había lugar ni aun a la puerta; y El les exponía la palabra. Entonces vinieron a traerle un paralítico llevado entre cuatro. Y como no pudieron acercarse a El a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde El estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Pero estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así? Está blasfemando; ¿quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? Y al instante Jesús, conociendo en su espíritu que pensaban de esa manera dentro de sí mismos, les dijo*: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o decirle: "Levántate, toma tu camilla y anda"? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (dijo* al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Y él se levantó, y tomando al instante la camilla, salió a vista de todos, de manera que todos estaban asombrados, y glorificaban a Dios, diciendo: Jamás hemos visto cosa semejante. Debo confesar que, al iniciar mi lectura del pasaje; tuve aunque por un instante el pensamiento de que nuevamente iba a leer una historia que ya conocía. Por supuesto, no es la primera vez que leo este texto. Incluso puedo recordar que ya he sido enseñado por medio de el. Aunque no puedo precisar con detalle, estoy seguro que numerosas veces he sido expuesto a esta narrativa, ya sea mediante una predicación o la lectura de algún libro cristiano. Mientras leía, rápidamente venían a mi mente las numerosas "lecciones" que he aprendido a través de este pasaje. Quizás estas "lecciones" las haya escuchado y aprendido usted también. Éstas se pueden resumir con alguna de las siguientes frases: 1. "Noten la fe de los cuatro amigos del paralítico. Su fe era tan grande, que ellos no se detuvieron ante la adversidad. Aunque tuvieron enfrente una gran barrera, ellos lucharon por llegar a Jesús. Es más, el mismo pasaje resalta cómo Jesús se fijó en la fe de ellos (v. 15) y en respuesta a esa fe, Jesús pudo obrar en sus vidas". 2. "Noten la incredulidad de los escribas. No sean incrédulos como ellos. Al contrario, tengan la fe del paralítico y de sus amigos". Estoy bastante seguro que, si bien no con exactamente las mismas palabras, la idea principal de estas enseñanzas "clásicas" que usted ha escuchado es la misma. El énfasis de estas frases (y otras parecidas) está en que todos debemos procurar tener y ejercer la fe de éstas personas. Del lado opuesto, debemos evitar ser como los escribas incrédulos. Si tenemos fe - y sobre todo, mucha fe -, entonces podemos esperar ver a Dios obrar. Por el contrario, si no tenemos fe, no podemos esperar que Dios responda. Ahora, si bien no quiero negar la importancia de que debamos imitar la fe de los creyentes de la Biblia, yo me pregunto: ¿es ésto lo que el pasaje primordialmente está enseñando? ¿Estos son los pensamientos con los cuales me debo quedar al leer este texto? Tras pensarlo un poco más, encuentro que la respuesta es la siguiente: NO. Esa NO es la enseñanza del pasaje. Al menos, no es la enseñanza principal del texto. Podría ser una enseñanza secundaria o consecuencia de la idea principal que el Evangelio nos quiere comunicar. Pero no es la substancia. La verdad principal del texto es una más gloriosa y con una mayor esperanza para el lector. Note que si nos quedamos solamente con las ideas previas mencionadas, hemos reducido el texto de la Biblia a una enseñanza centrada en el hombre. En esencia, estamos equivocándonos pensando que los personajes principales de la historia son el paralítico y sus amigos (por el lado de los buenos) y los escribas murmuradores (por el lado de los malos). Pero no, ellos no son los protagonista de esta historia. El único y verdadero protagonista del relato es Jesús. Los demás son sólo personajes secundarios dentro de la historia principal. Estoy convencido que ése es el énfasis del pasaje. Después de todo, según el Evangelio, es a Jesús -y sólo a Jesús- a quien todos querían ver en aquel día. Note que la multitud se ha agolpado, pero no para escuchar a los escribas. Tampoco estaban esperando que el grupo del paralítico y sus amigos entraran en escena para recibirlos con aplausos. Para nada. Es más, la atención estaba tan concentrada en Jesús, que a nadie le importó que aquel grupo de cinco personas quisiera entrar a la casa. Todavía más, ni siquiera se menciona el nombre de ninguno de ellos, o alguna palabra que ellos dijeran. Su aparición es importante. Pero no es importante por ellos, ya que ni siquiera su nombre se comenta. Es importante por lo que Jesús hace con ellos y en ellos. Es importante observar que tampoco las críticas de los escribas son hacia el paralítico o sus amigos. Ellos no dicen: "¡Qué equivocados están estos! ¡Cómo pueden tener tanta fe en alguien como Jesús". No, ellos están pendientes y reaccionan a los actos y palabras de Jesús. Cristo y solo Cristo, es el centro de atención de todo el pasaje. Por lo tanto, para obtener la enseñanza principal del texto no debemos fijarnos ni en la fe del grupo de amigos ni en la incredulidad de los escribas. Debemos fijarnos más bien en las declaraciones que Jesús hace sobre sí mismo, y lo que el escritor sagrado añade como comentario: 1. Jesús dice: "Tus pecados son perdonados" (v. 5). 2. El escritor afirma que Jesús conocía los pensamientos de los escribas (v. 8). 3. Jesús se declara con autoridad para perdonar pecados (v. 9). 4. Jesús demuestra esa autoridad dando sanidad al paralítico (v. 10). Creo que sólo cuando meditamos en estas verdades es que podemos obtener la enseñanza principal de este pasaje y ser bendecidos con un gozo verdadero y darle toda la gloria a Dios solamente. Porque después de todo, si el énfasís está sólo en el hombre (en este caso en el grupo de cinco amigos y su gran fe), ¿cómo puedo yo obtener esperanza? Puedo ser exhortado y animado a tener tanta fe como ellos, para que pueda ver a Dios obrar en mi vida. Pero, ¿qué clase de buena noticia sería esta si lo que tanto espero depende de que tanta fe le traiga a Dios para impresionarlo y hacerle actuar? ¿Cómo sé que llegado el momento de la verdad produciré esa fe? Conociéndome, creo que si llego a tener fe, ésta no estará completa y perfectamente libre de duda o temor. O tal vez mi condición sea peor que la del paralítico y por lo tanto no tenga yo nunca la fe suficiente para recibir la sanidad. No. Un mensaje centrado en el hombre nunca traerá esperanza y gozo. Nunca le dará la gloria a Dios. Pero si en verdad comprendo lo que el pasaje enseña, me daré cuenta que Cristo es Dios mismo encarnado. Que Cristo tiene toda la autoridad y el poder de perdonarme y de sanarme. Que el obrar de Dios no está limitado por mi fe o por mi pobre condición, sino que Dios obra y se glorifica en pobres personajes secundarios como yo, necesitados de Él, ya sea que tengamos poca o mucha fe. Creo que ése el enfoque correcto con el cual se debe entender este pasaje. Creo que, al menos en mi caso, tengo que pedir a Dios que por medio de Su Espíritu me ayude a superar cualquier idea preconcebida centrada en el hombre, y me guíe para recuperar el enfoque correcto de la Palabra donde Dios y Su Hijo Jesucristo están en el centro de todo. Porque sé que recuperando el enfoque correcto de la Biblia, recupero también la verdadera esperanza y el gozo, y Dios es verdaderamente glorificado con mi respuesta, centrada en Dios, no en que tanto pueda yo hacer por Él. Etiquetas: Escrituras / Evangelio
Amados, todo lo que hacemos por Dios, por Cristo y por nuestro prójimo está deformado y contaminado por la debilidad y el pecado humano. Un cercano escrutinio y análisis de nuestros actos más santos descubrirá la lepra de iniquidad profundamente escondida por debajo de un aparente encanto y santidad. ¡Qué humillante y sin embargo que verdadero! Tenemos necesidad... de llorar por nuestras lágrimas, de arrepentirnos de nuestros arrepentimientos y de confesar nuestras confesiones.
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