William Whiting Borden se graduó de la preparatoria en Chicago en 1904. Era el heredero de la hacienda Borden Dairy. Para su graduación, recibió el poco común regalo de un viaje alrededor del mundo. Poco se imaginaban aquellos que le dieron este viaje lo que haría en él. Durante el viaje, William comenzó a sentir una carga por aquellos menos afortunados y aquellos en necesidad de Cristo alrededor del mundo. Escribió a casa expresando un deseo de dar su vida en servicio a Cristo como un misionero. Aunque amigos y parientes permanecieron escépticos, Borden escribió dos palabras en el reverso de su Biblia: “Sin reservas”. William regresó a América y se enroló en la Universidad de Yale. Fue un estudiante modelo. Aunque otros pudieron haber pensado que la vida colegial apagaría su deseo por el campo misionero, ésta sólo lo alimentó. Comenzó un estudio bíblico y para el final de su primer año 150 estudiantes se reunían semanalmente para estudiar las Escrituras y orar. Para su último año, mil de los estudiantes de Yale estaban en grupos de discipulado reuniéndose semanalmente para estudio de la Biblia y oración. Él no limitó su esfuerzo evangelístico simplemente a la gente “importante” alrededor del prístino Campus de Yale. Su corazón también estaba por los “menos valiosos”. Fundó la Misión Esperanza de Yale. Ministró a aquellos que estaban en las calles de New Haven, Connecticut. Compartió el ministerio de Cristo con huérfanos, viudas, gente sin hogar y el hambriento, ofreciéndoles esperanza y refugio. Se le preguntó a un visitante extranjero lo que más le impresionó durante su tiempo en América. Éste respondió: “mirar a aquel joven millonario arrodillado con su brazo alrededor de un vagabundo en la Misión Esperanza de Yale”. Cuando Borden se graduó de Yale, se le ofrecieron muchos empleos lucrativos. Sin embargo, para la consternación de muchos de sus parientes y amigos, él los rechazó. En cambio, escribió en el reverso de su Biblia dos palabras más: “Sin retractarse”. Entró al Seminario de Princeton y, después de graduarse; se embarcó para China. Teniendo la intención de servir a Cristo entre las poblaciones musulmanas, se detuvo en Egipto para estudiar y aprender lengua árabe. Sin embargo, mientras se encontraba allí, contrajo meningitis espinal. Tan sólo vivió un mes más. A la edad de veinticinco años, William Borden estaba muerto. Borden consideró todas las cosas como pérdida con tal de conocer a Cristo y hacerlo conocer. Él se rehusó a ser capturado por la futilidad de una vida heredada de sus padres, más bien buscó vivir la gloria de su rescate por la sangre de Jesucristo. Cuando su Biblia fue descubierta después de su muerte, se halló que había añadido dos palabras más al reverso: “Sin remordimientos”. Aquellos que conocen el precio de su redención también saben que una vida vivida por Aquel que los rescató es una vida sin remordimientos… William Borden escogió ir con Aquel que lo había rescatado. ¿Qué hay de ti? Tomado y traducido del libro Blood Work de Anthony J. Carter.
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Hace un par de días me encontraba leyendo un pequeño libro que desde que lo tuve en mis manos por primera vez se convirtió en uno de mis favoritos. Se titula "The Valley of Vision: A Collection of Puritan Prayers and Devotions" (El Valle de la Visión: Una Colección de Oraciones y Devociones Puritanas). El libro contiene una recopilación de oraciones escritas por cristianos entre los siglos XVI y XVIII. A través del testimonio de creyentes del pasado, este libro continuamente me llama a redirigir el enfoque y contenido de mis oraciones de manera tal que estén más acordes a la enseñanza bíblica y a la voluntad de Dios. En algunas ocasiones también he encontrado algunas líneas que me dejan meditando en sus implicaciones para nuestra vida. Una de ellas la encontré hace poco, la cual dice de la siguiente manera: Todo lo que deseo en la vida son circunstancias tales que mejor me habiliten para servirte en el mundo. Al leer estas palabras me detuve en seco. Definitivamente tenía que meditar en las tremendas implicaciones de esta breve petición a Dios. Estoy seguro que la mayoría de los creyentes han hecho una oración parecida. ¿No lo cree? Sin embargo, no estoy tan seguro si todos tenemos en mente el mismo deseo cuando le pedimos a Dios una cosa como esta. Por experiencia propia, me parece que cuando hacemos una oración semejante, la mayoría de nosotros piensa algo como esto:
Y los ejemplos pueden ser interminables. El punto es que la mayoría de nosotros, cuando piensa en el cambio adecuado para sus circunstancias -de manera que se pueda servir a Dios- supone que lo mejor es que Dios remueva toda circunstancia difícil, debilitante o de sufrimiento de nuestra vida. La mayoría de nosotros, sinceramente hablando; le pediríamos a Dios que cambie nuestras circunstancias para "mejorar", según nuestra perspectiva humana. El problema con esta clase de pensamiento es que parece que es exactamente opuesta a los métodos de Dios. Si leemos con detenimiento la Biblia, notaremos que el método de Dios para habilitar a alguien a Su servicio, es más bien haciéndolo atravesar por circunstancias difíciles y largas temporadas de sufrimiento:
Creo que el punto está claro: al parecer para el Señor las circunstancias que mejor nos habilitan para servirle en este mundo son todo lo opuesto a lo que nosotros imaginamos o verdaderamente deseamos. Y si mi apreciación es correcta, mientras mayor sea el servicio para el cual Dios no quiere preparar, más difíciles serán nuestras circunstancias. Es por eso que titulé esta entrada "La oración que no deseamos que Dios responda". Pues en realidad, muy en el fondo; nuestro verdadero deseo es por mayor comodidad y facilidad de circunstancias para servir al Señor. Pero el Señor sabe que antes de cambiar "para mejor" nuestras circunstancias, primero tiene que cambiar nuestro corazón. Servir más y mejor al Señor no está impedido por nuestras circunstancias, sino por nuestro corazón pecaminoso. Así que Dios está involucrado en el negocio de cambiar los corazones -no necesariamente las circunstancias- para Su gloria. Dios nos ayude a redirigir nuestras oraciones. En el libro titulado Liderazgo Espiritual, el autor cristiano J. Oswald Sanders nos enseña acerca de cuáles son las características del verdadero liderazgo cristiano, acerca de lo cual quisiera compartir un poco con ustedes en esta entrada del blog. Pero primero, antes de comenzar a hablar de lo que Oswald Sanders nos presenta en su libro, creo que es necesario hacer una breve clarificación o definición de términos. En la iglesia evangélica contemporánea existe la tendencia de darle a la palabra espiritual un significado distinto al que tiene en la Biblia. En la actualidad, cuando a una persona se le describe con el adjetivo "espiritual", se quiere dar a entender una persona que ha alcanzado un alto grado de devoción, santidad o madurez. Para muchos en la iglesia evangélica, una persona "espiritual" es aquella que lee su Biblia todos los días y que hace largas y hermosas oraciones en público, entre otras características. En contraste, aquellos que fallan en estos aspectos, están lejos de ser "espirituales". Según esta forma de pensar, existen dos clases de creyentes: los comunes y corrientes y los "espirituales"; los que han alcanzado un grado de espiritualidad más alto que los demás. Esta concepción de la vida cristiana está muy lejos de ser lo que la Biblia nos presenta. No al menos en cuanto al sentido o significado de la palabra espiritual. Según la Escritura, todo creyente es verdaderamente espiritual. Ha sido regenerado por el Espíritu, por lo cual vive en el Espíritu, (Romanos 15:27; Gálatas 5:16-25; 6:1) creciendo en santidad. La mente del cristiano ha sido iluminada, por lo cual puede comprender las cosas del espíritu (1 Corintios 2:13-15). Lo anterior no significa que todos los creyentes entienden perfectamente toda la verdad revelada, o que nunca cometen errores o pecados. En verdad, algunos creyentes manifiestan una mentalidad o actitud bastante inmadura. Incluso los más maduros son capaces de manifestar las peores actitudes (1 Corintios 3:1). Sin embargo, todo creyente verdadero, por la obra del Espíritu en él, irá creciendo en madurez y en santidad. Todo verdadero discípulo de Jesucristo es espiritual. Entonces, cuando Oswald Sanders habla de un "líder espiritual" o de "liderazgo espiritual", él no quiere dar a entender una clase de liderazgo que se alza sobre los demás, como si existieran los líderes comunes y corrientes por un lado y por el otro, los líderes que han alcanzado la espiritualidad suficiente como para ser llamados así. Más bien, con "liderazgo espiritual", Oswald Sanders quiere dar a entender la mentalidad, características y aspectos del liderazgo cristiano, en contraposición con la mentalidad, características y aspectos del liderazgo según lo concibe el mundo. Su intención es referirse a las características del verdadero liderazgo cristiano, según lo podemos aprender de las Escrituras, tanto en las enseñanzas como en el testimonio de nuestro Señor Jesucristo, de los apóstoles y otros personajes bíblicos que fueron llamados por Dios a ser líderes. El liderazgo según la BibliaEn su libro, Oswald Sanders pretende clarificar qué es lo que la Biblia enseña respecto al liderazgo y, claro está; respecto al carácter del líder cristiano. Sanders nos enseña que cuando analizamos la enseñanza de la Biblia, nos damos cuenta que el liderazgo que el mundo propone es totalmente diferente al liderazgo ejemplificado por Jesucristo, con una ambición y metas totalmente opuestos al carácter de Dios. Hablar sobre liderazgo según la Biblia es derribar un montón de ideas que culturalmente hemos aceptado sobre qué significa ser un líder. ¿Estamos preparados para entender qué es ser un líder según Jesucristo? Y más importante, ¿verdaderamente estamos interesados en ser un líder según Jesucristo? El libro inicia abordando directamente la esencia del liderazgo espiritual: los motivos internos en el corazón de la persona que desea o anhela ser líder. El liderazgo espiritual comienza en el corazón del futuro líder. Todos los que desean ser líderes, o sienten que están siendo llamados por Dios a ser líderes, deberían preguntarse: "¿Cuáles son mis motivos internos? ¿Qué anhela mi corazón al desear ser líder? ¿Qué ambiciono con ello?" Oswald Sanders invita a que hagamos una profunda reflexión cuando dice: No hay duda de que los cristianos deben resistir cierta clase de ambición y quitarla de sus vidas. Pero también debemos reconocer que hay otras ambiciones que son nobles, dignas y honorables.
¿O es esa clase de ambición que debo resistir?" Sanders profundiza al comentar sobre el texto bíblico "Si alguno anhela obispado, buena obra desea" (1 Timoteo 3:1): Quizá podamos entender su declaración en términos del prestigio y respeto que se les da a los líderes cristianos en la actualidad. Pero eso estaba lejos de la mente de Pablo. En su época un obispo enfrentaba gran peligro y preocupaciones inquietantes. Las recompensas por el trabajo de dirigir la obra de la iglesia eran dificultades, desdén y rechazo. El líder era el primero en atraer el fuego en la persecución, el primero en sufrir en la línea de combate. Más adelante el mismo Sanders afirma que muchos desean ser líderes por: .. una variedad de factores: visibilidad y aprobación social, popularidad, reconocimiento de parte de los congéneres y el ejercicio de la autoridad sobre otras personas Al leer estas palabras de Oswald Sanders, no podemos evitar preguntarnos: "¿Qué es lo que en realidad ambiciono cuando pienso en ser líder? ¿Es acaso obtener el prestigio, respeto y aprobación de aquellos a quienes deseo dirigir?" Si éstas son nuestras ambiciones, nuestro corazón está muy lejos del de Pablo cuando hablaba de desear ser anciano o líder en una iglesia local. Obtener prestigio y respeto nunca será la motivación correcta del verdadero líder espiritual. Incluso el mismo apóstol Pablo no gozó del respeto y la aprobación de la gente en las diferentes congregaciones de la iglesia primitiva. Continuamente leemos en las epístolas cómo Pablo tuvo que defender su apostolado y su integridad como siervo de Cristo, ante las acusaciones no sólo de sus enemigos, sino incluso también de miembros de las diferentes congregaciones. Si obtener prestigio no constituye una correcta motivación, entonces, ¿cuál es la verdadera ambición de todo líder espiritual? Oswald Sander nos ofrece la siguiente razón: Durante los días de Pablo, sólo un profundo amor a Cristo y una genuina preocupación por la iglesia podía motivar a la gente a buscar la oportunidad del liderazgo. Más adelante declara: El verdadero líder espiritual jamás hará "campaña para la promoción"... La verdadera grandeza, el verdadero liderazgo, se encuentra cuando el líder se dedica a servir a otros, no a engatusar o inducir a otros a que lo sirvan a él. El verdadero servicio jamás viene sin costo. A menudo viene con un doloroso bautismo de sufrimiento. ConclusiónTodas estas frases de Oswald Sanders y muchas más que encontramos en Liderazgo Espiritual golpean directamente a nuestro corazón. Sanders, utilizando a los numerosos ejemplos bíblicos de liderazgo, nos muestra que el motivo que impulsa al verdadero líder es un profundo amor a Cristo y a que Él sea glorificado, junto con un profundo amor por sus hermanos, que permite estar dispuesto a servir sin importar el costo, sin importar incluso que no recibamos la aprobación y la alabanza de los demás. ¡Cuánto necesitamos que estas palabras resuenen en nuestros corazones! ¡Cuánto necesitamos examinarnos y que Dios nos purifique de toda ambición pecaminosa y produzca en nosotros el verdadero corazón del líder! Espero que todos nosotros seamos movidos a la reflexión y meditación por estas excelentes palabras de Oswald Sanders. Etiquetas: Liderazgo
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