En estos últimos días he podido leer un par de capítulos del libro La mano invisible del Dr. R. C. Sproul, el cual tiene por subtítulo: ¿Todas las cosas ayudan a bien? Este libro aborda de manera exhaustiva la doctrina bíblica de la providencia y sus implicaciones para nuestra vida. En el capítulo 5, que se titula "¿Está todo contra nosotros?", el Dr. Sproul toma el relato bíblico de José en Egipto, haciendo especial énfasis en la perspectiva personal de las circunstancias de Jacob y de los hermanos de José, para hacer interesantes observaciones acerca de cómo cada uno de nosotros interpretamos los acontecimientos que se van dando en nuestra vida, no a la luz de la Palabra de Dios y de su soberanía, sino de manera independiente a ellos. Por ello, continuamente llegamos a falsas conclusiones acerca de la bondad, justicia y soberanía de Dios. Veamos algunas de las observaciones del Dr. Sproul: Este plan ocasionó gran consternación entre los hermanos. De repente, su traición de años atrás contra José llegó a sus mentes y les asaltó sus conciencias. Se dijeron unos a otros: El autor hace entonces el siguiente comentario del pasaje (énfasis añadidos): Rubén, el hermano mayor, supuso que la actual calamidad que les sobrevino era consecuencia de su culpa. Estaba intentando leer la mano invisible de la providencia. Tuvo razón al suponer que Dios estaba involucrado en el aprieto de ellos. También tuvo razón al suponer que su estado actual estaba íntimamente relacionado con aquel acto pecaminoso del pasado. Lo que no reconoció era que este "juicio" que caía sobre ellos estaba profundamente mezclado con gracia. Rubén vio el juicio, pero no logró ver la gracia. Su sospecha del propósito de la providencia divina era incompleta... no tenía ni la más mínima idea... de lo que el Señor estaba haciendo en ese momento. Si lo piensas un poco, te darás cuenta de que esta misma dinámica se da también en nuestras vidas con demasiada frecuencia: Algo "malo" (desde nuestra perspectiva) nos acontece. Entonces ponemos la mirada solamente en nuestra presente condición, olvidamos que Dios es soberano y que controla cada suceso en nuestras vida y perdemos la perspectiva correcta de cada acontecimiento. Sproul sigue citando la Biblia y comentando: José mandó que les llenaran sus vasijas de grano y que devolvieran el dinero a cada uno poniéndolo en su saco, y que les dieran provisiones para el camino. Y así se hizo con ellos. Ellos, pues, cargaron el grano sobre sus asnos, y partieron de allí. Y cuando uno de ellos abrió su saco para dar forraje a su asno en la posada, vio que su dinero estaba en la boca de su costal. Entonces dijo a sus hermanos: Me ha sido devuelto mi dinero, y he aquí, está en mi costal. Y se les sobresaltó el corazón, y temblando se decían el uno al otro: ¿Qué es esto que Dios nos ha hecho? (vv. 25-28) Estos comentarios del Dr. Sproul acerca de Jacob y de su incapacidad de ver más allá en los propósitos de Dios son verdaderamente reveladores. Más adelante, Sproul lo lleva al plano personal, al de nuestras vidas, con las siguientes palabras: ... Jacob llegó a su conclusión final. A la luz de la desaparición de José, y ahora de Simeón, declaró: "¡Contra mí son todas estas cosas!" El lamento de Jacob se parece mucho al que todos hacemos en algún momento en nuestras vidas... Jacob... estaba convencido de que todo estaba dispuesto en contra suya, ¡pero nada estaba más lejos de la verdad! La realidad era que todo estaba dispuesto a su favor. Dios en su providencia estaba obrando todas las cosas para el bien de Jacob y sus descendientes. Pero todas las señales externas indicaban exactamente lo opuesto. Al leer estas palabras, me pregunto: ¿Con cuanta frecuencia en nuestras vidas no podemos ver más allá de nuestras narices? Tal vez con demasiada frecuencia el dolor, temor, culpa y angustia que provocan nuestras circunstancias nos ciegan al propósito redentor de Dios en nuestras vidas. Sin embargo, tenemos la Palabra de Dios que nos recuerda de Su soberanía y de Sus propósitos. Tal vez nunca podamos entender los detalles específicos de cómo es que aquella circunstancia obra para nuestro bien, santificación y salvación, pero sí podemos ver el cuadro final de Sus promesas. Podemos recordar que Dios ha prometido salvarnos, lo cual incluye el purificarnos de nuestros pecados. Estas son verdades fundamentales que le dan mucho sentido a nuestros sufrimientos. Finalmente, podemos recordarnos a nosotros mismos las promesas que tenemos en la Biblia. Promesas como: "Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?" (Romanos 8:31); "el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo" (1 Corintios 1:8); estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús" (Filipenses 1:6). En resumen, nuestra historia puede llegar a tornarse por momentos bastante oscura y dolorosa. Pero el final, si estamos en Cristo, con toda seguridad será glorioso y feliz. El capítulo termina con las siguientes frases, con las cuales también concluyo esta entrada: Después del lamento de Jacob, Judá... lo persuadió más adelante para que dejara que los hermanos volvieran a Egipto... Finalmente, la súplica y la promesa de Judá convencieron a Jacob, quien transigiendo dijo: "que el Dios Todopoderoso os conceda misericordia ante aquel hombre para que ponga en libertad al otro hermano vuestro y a Benjamín. En cuanto a mí, si he de ser privado de mis hijos, que así sea" (Génesis 43:12-14). Dios les bendiga.
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