Una de las actividades que en verdad disfruto mucho hacer es ver una buena película. Estoy convencido que ya sea en una sala de cine o en la sala de la casa, una película bien hecha puede convertirse en una agradable e incluso enriquecedora experiencia que se puede compartir tanto con familiares y amigos. Ahora bien, me es necesario confesar que ésta no siempre ha sido mi forma de pensar respecto al cine. Con el paso de los años mi actitud hacia las producciones cinematográficas ha ido cambiando y también se ha ido formando bajo diversas influencias. Lo cierto es que la forma de pensar de un creyente acerca del mundo y la sociedad, así como del Evangelio y de lo que significa una verdadera espiritualidad cristiana; define la manera en la que éste se aproxima a cualquier actividad cultural y en este caso concreto, el cine. Por lo anterior, me gustaría compartir en una nueva serie de entradas cuál creo debiera ser nuestra actitud como creyentes hacia el cine en general, así como algunas de las maneras prácticas en las que como discípulos de Cristo podemos aplicar una fe y cosmovisión bíblicas en el proceso (antes, durante y después) de ver una película. En esta primera parte sencillamente abordaré la pregunta: ¿Pueden los cristianos ir al cine? Comencemos. ¿Puedo ir al cine o no?Hasta el día de hoy muchos creyentes se siguen preguntando si su fe les permite o no ir al cine e incluso hay quienes se cuestionan si es lícito ver películas que no sean catalogadas explícitamente como “cristianas”. Respecto a ello, quisiera comenzar diciendo que está no es sólo una pregunta válida sino que incluso es una que como creyentes nos es necesario hacer. Muchos cristianos se involucran en cualquier clase de actividad que la cultura les ofrece sin siquiera tomarse un segundo para reflexionar si tal situación es compatible o no con su fe. El problema no necesariamente radica en la actividad misma, sino en el pobre esfuerzo por aplicar discernimiento que los creyentes estamos dispuestos o acostumbrados a hacer. Como discípulos de Cristo somos llamados a distinguir entre lo bueno y lo malo en toda actividad cultural y, si es necesario; rechazar por completo una práctica que no honra a Dios. Si bien el título de esta entrada sugiere que es posible ir al cine con una actitud y pensamiento cristianos, en última instancia ésta es una decisión que usted debe tomar por sí mismo. No obstante, creo que hay buenas razones bíblicas para entender que la asistencia al cine (o ver una película) no es una actividad pecaminosa en sí misma, las cuales me gustaría que usted considere. Trataré de explicarlo a través de una cosmovisión bíblica que se puede aplicar en ésta y todas las áreas de nuestra vida. ¿Es ir al cine una práctica mundana?
enseña claramente que los creyentes debemos rechazar toda clase de amistad con el mundo, pues el no hacerlo compromete (y de hecho acaba) nuestra comunión con Dios. No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. (1 Juan 2:15 LBLA) ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. (Santiago 4:4 LBLA) Creo que gran parte del problema con este punto de vista en particular radica en un mal entendimiento del concepto de “mundanalidad”, el cual es completamente diferente al que las Escrituras nos presentan. Por ejemplo, yo crecí en una iglesia cuyo concepto de apartarse del mundo se podía reducir a un conjunto bien definido de reglas básicas: un cristiano no escucha música secular o del mundo, no fuma, no toma bebidas alcohólicas y sobre todo no participa en las mismas actividades con los incrédulos -como por ejemplo asistir a una fiesta donde hubiera baile. En el otro lado de la misma moneda, la madurez o “espiritualidad” cristiana se reduce principalmente a un mayor involucramiento o participación en las actividades de la iglesia. Podemos distinguir a un buen cristiano –según esta concepción- porque asiste a las reuniones convocadas por la iglesia en lugar de ir al cine. El problema con esta clase de distinción entre “mundanalidad” y “espiritualidad” es que falla en capturar la enseñanza completa de la Biblia acerca de lo que el “mundo” en realidad representa. Sobre todo, esta distinción refuerza en la iglesia la falsa separación entre lo que es “religioso” y lo que es “secular”. Aunque en otras ocasiones he tratado de escribir respecto a este mal concepto de “espiritualidad” cristiana, esta vez prefiero citar del libro La Creación Recuperada de Albert Wolters (quien creo que puede explicar el problema mejor que yo): Debemos notar que los cristianos de virtualmente cada denominación han tendido a entender [la palabra] “mundo” para referirse a una determinada área que es llamada por lo general “mundana” o “secular”… que incluye campos tales como el arte, la política, la academia (excluyendo la teología), el periodismo, los deportes, los negocios, etc. De hecho, según esta manera de pensar, el “mundo” incluye todo aquello que está fuera de los “sagrado”, que consiste básicamente en la iglesia, la piedad personal, y la “sagrada teología”. Por lo tanto la creación se divide claramente… en dos dimensiones: la dimensión secular y la dimensión sagrada.
aquellas que están comprendidas en el sector de lo "espiritual" son por naturaleza de mayor virtud. Pero este es un error que las Escrituras no cometen. La Biblia nos enseña que todo lo que existe es parte de la buena creación de Dios (y por lo tanto bajo Su soberanía y Su Reino), que también ha sido teñido por el pecado pero que sin embargo no se encuentra fuera del alcance de la redención en Cristo. Según esta misma cosmovisión bíblica, la clave para salir de una reducida concepción del universo (como separado entre lo material y lo espiritual, lo mundano y lo cristiano, lo secular y lo religioso), está en más bien saber apreciar en todas y cada una de las cosas la distinción entre lo que es "estructural" y lo que es "direccional." Tal vez sea útil… reintroducir los dos términos... los cuales jugarán un papel clave en el resto de nuestra discusión: la estructura y la dirección… se puede decir que la estructura se refiere al orden de la creación, a la constitución creacional constante de cualquier cosa, que hace que la cosa o ente sea lo que es. La estructura está anclada en la ley de creación, en el decreto creacional de Dios que constituye la naturaleza de las diferentes clases de criaturas... En pocas palabras, en todo producto de nuestra cultura encontramos una tensión entre una dirección a favor o en contra de Dios. Algunas expresiones culturales en verdad están tan distorsionadas que sólo encontramos en ella oposición a Dios, pero en otras encontramos aún una dirección adecuada hacia Dios, algunas veces por Su obra providencial de "gracia común", en otras ocasiones por el efecto de "sal" y "luz" que la Iglesia tiene en la sociedad. La pregunta ahora es: ¿Cuáles son las implicaciones prácticas de esta distinción entre estructura y dirección en asuntos como por ejemplo, asistir al cine para ver una producción cinematográfica de Hollywood o entrar al teatro para presenciar una producción de Broadway? ¿Existe una forma Bíblica de abordar estos y otros aspectos de nuestra cultura? El profesor Michael Goheen (también en el libro La Creación Recuperada) nos explica: Entonces, ¿esto quiere decir que si somos una iglesia fiel tendremos sólo una relación de confrontación polémica con nuestra cultura?... ¿Puede vivir alguien en solidaridad con la cultura, y, a la vez, retarla? ¿Es posible sentirse en casa con la cultura, y, a la vez, estar en contra de la situación cultural?... Esto quiere decir que en el caso del cine y las películas existe algo bueno por ser parte de la estructura creacional de Dios. Los cristianos podemos ver películas en el cine (ambos productos de nuestra cultura) sin necesariamente estar pecando o comprometiéndose con "lo mundano". Sin embargo, los creyentes también necesitamos estar conscientes de que en mayor o menor grado las prácticas de la industria cinematográfica están arraigadas también en esa "idolatría cultural compartida", por lo que siempre debemos actuar con precaución y discenimiento al aproximarnos a la sala de cine. ¿Cómo podemos de manera práctica trasladar ese "Sí" y ese "No" a la forma cultural llamada cine? ¿De que manera es posible abrazar la estructura creacional al momento de ver una película y rechazar a la vez la estructura pecaminosa? En las siguientes entradas discutiremos más del asunto, diviéndo el proceso en tres partes: antes, durante y después de ver una película. Hasta entonces, agradeceré sus comentarios, pensamientos y retroalimentación al respecto. Categorías: Cosmovisión bíblica, Santificación
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