A lo largo de ya varios años como miembro de una iglesia local, he tenido la oportunidad de participar en varios grupos de trabajo o de toma de decisiones respecto a algún ministerio o evento dentro de la iglesia. He estado presente en un buen número de reuniones de colaboración y para la toma de decisiones. En general, puedo decir que la mayoría de las juntas a las que he asistido han sido una experiencia agradable e incluso algunas veces edificantes. Sin embargo, en algunas ocasiones me he visto involucrado en reuniones en las que han existido maneras diferentes -algunas veces diametralmente opuestas- de pensar respecto a un asunto. Me refiero a ese tipo de reuniones "difíciles" en las que por momentos pareciera que nunca se llegaría a un acuerdo que permitiera continuar. Después de ya varias experiencias y de reflexionar un poco al respecto, me he formado la opinión de que muchos creyentes en realidad no saben exactamente que pensar sobre ese tipo de reuniones y cómo actuar en momentos como ese. En realidad me parece que es una idea común entre los cristianos que cualquier diferencia de opinión, ya sea entre un par de hermanos o dentro de un grupo de trabajo (como la junta de ancianos por ejemplo); señala hacia una falta de espiritualidad o defecto de carácter en las personas involucradas. Incluso he podido notar que hay quienes se sienten incómodos cuando en una junta hay debate, discusión de ideas o diferencias de opinión sobre cómo se debe proceder en cierto asunto. Actúan como si el hecho de estar en desacuerdo por sí mismo fuera una cuestión pecaminosa. En cierta manera, entendemos que haya personas que piensen así porque después de todo, es lo que nuestra cultura evangélica nos ha heredado. Dentro del evangelicalismo existen muchas frases "cliché" -tomadas de la Biblia, por supuesto- que se utilizan y repiten como mantras espirituales pero que pocas veces se utilizan con verdadera sabiduría bíblica. Por ejemplo, una frase bíblica que comúnmente se cita en los momentos de aparente desunión es que todos debemos de “ser de un mismo sentir”. ¿No es cierto? La idea implícita detrás de tal afirmación es que las personas que piensan de manera opuesta a los demás están atentando en contra de la unidad del cuerpo y contribuyendo a la desunión. En fin, que están actuando de una manera “menos espiritual” que los demás. Desafortunadamente, creo que el pensar de esta manera no sólo es equivocada, sino que también puede robarnos de excelentes oportunidades para manejar bíblicamente situaciones como ésta y de paso aprender de la experiencia. ¿Qué significa "ser de un mismo sentir"?Habiendo dicho lo anterior, planteo la siguiente pregunta: ¿Es correcto suponer que esta exhortación de la Escritura -de ser de un mismo sentir- en realidad implica que todos los desacuerdos son absolutamente pecaminosos y que además son una señal de poca madurez o falta de espiritualidad? Para analizar el asunto, quisiera que pudiéramos revisar un pasaje bíblico muy interesante que se encuentra en el libro de Hechos: Después de algunos días Pablo dijo a Bernabé: Volvamos y visitemos a los hermanos en todas las ciudades donde hemos proclamado la palabra del Señor, para ver cómo están. Bernabé quería llevar también con ellos a Juan, llamado Marcos, pero Pablo consideraba que no debían llevar consigo a quien los había desertado en Panfilia y no los había acompañado en la obra. Se produjo un desacuerdo tan grande que se separaron el uno del otro, y Bernabé tomó consigo a Marcos y se embarcó rumbo a Chipre. Mas Pablo escogió a Silas y partió, siendo encomendado por los hermanos a la gracia del Señor. Y viajaba por Siria y Cilicia confirmando a las iglesias. (Hechos 15:36-41) En este pasaje podemos observar que ocurre una diferencia de opinión entre Pablo y Bernabé. De manera simple, Bernabé quería llevar consigo a Marcos en su próximo viaje misionero. Pablo sencillamente se oponía a la idea. Para Pablo, Marcos no era de confiar, habiéndolos ya abandonado en una ocasión en medio de la obra. Como dice el pasaje, el desacuerdo fue "tan grande" que al final Pablo y Bernabé tuvieron que tomar caminos diferentes. Si bien el texto bíblico no dice nada al respecto ni emite un juicio, creo que es posible plantearnos la siguiente pregunta: ¿Alguno de los dos, Pablo o Bernabé, estaba en un error? La posición de alguno de ellos, ¿estaba equivoda? Al menos que querramos caer en un pensamiento posmoderno, debemos creer que sólo uno de los dos tenía la razón en cuanto a Marcos. El otro estaba equivocado. ¿Quién de los dos era? Si me lo preguntas, creo que Bernabé estaba en lo correcto y Pablo en un error. Me parece que no sólo el tiempo sino que también el mismo Pablo le dio después la razón a Bernabé. Marcos, por la gracia de Dios se mantuvo fiel en la obra, y también el mismo Pablo más adelante expresó de él que le era "útil para el ministerio" (2 Tim. 4:11). Ahora bien, si la opinión de Pablo sobre el asunto era incorrecta y estaba en un error, ¿esto significa que Pablo pecaba al diferir con Bernabé? No necesariamente. Nuevamente, el texto no nos dice nada específico respecto a lo que había en el corazón de Pablo, pero muy probablemente las motivaciones de Pablo para rechazar a Marcos eran legítimas. Después de todo, Marcos ya los había dejado mal en una ocasión y al apóstol Pablo evidentemente le preocupaba la "obra" misionera. Después de todo, ¿qué clase de efectos podría tener en los hermanos a quienes Pablo y Bernabé quería "confirmar", si estos veían a un hermano abandonar la obra por motivaciones incorrectas? ¿Qué clase de desánimo podía ocasionar en los nuevos creyentes? Con todo esto, lo que quiero decir es que el apóstol Pablo muy probablemente no tenía motivos pecaminosos al diferir con Bernabé ni su diferencia era una muestra de falta de espiritualidad. Pablo simplemente estaba actuando en base a lo que conocía de Marcos e interesado en el bien de la obra. En ese sentido, Pablo actuó con integridad respecto a sus creencias y con fidelidad al Señor, protegiendo futuro trabajo misionero. Lo que muy probablemente era también lo que Bernabé estaba haciendo. Diferencia de opinión, el mismo sentirEstoy convencido de que situaciones como ésta acontecidas en la iglesia primitiva quedaron registradas en la Escritura para nuestra instrucción. Creo que están en la Biblia para enseñarnos que los desacuerdos dentro de la iglesia son inevitables en este mundo caído. Después de todo, uno de los efectos de la caída es que ninguno de nosotros tiene un perfecto entendimiento en todos los asuntos. Otro efecto colateral de nuestra humanidad caída es que nuestras opiniones siempre serán una mezcla de buenas y (en mayor o menor grado) malas intenciones. Nunca debemos olvidar que aún en nuestros mejores momentos; estamos manchados por el pecado. Por otro lado, para mí resulta muy curioso que el autor que más veces escribió en la Biblia la frase “ser de un mismo sentir” es uno de los protagonistas de este momento incómodo de conflicto entre personas. Este hecho me hace pensar que sea lo que sea lo que el apóstol Pablo quiso decir con “ser de un mismo sentir”; no necesariamente quiere decir: "que no haya desacuerdos entre ustedes, pues eso es poco espiritual”. Es muy probable que en una junta de ancianos o grupo de trabajo (con hombres falibles y en proceso de santificación) haya momentos en los que se requiera tomar una decisión y que existe falta de consenso. En estas ocasiones, bien vale la pena preguntarse mutuamente: o ¿Deseas tú que Dios sea glorificado en esto? o ¿Amas tú a la iglesia? o ¿Es tu deseo la madurez y crecimiento del pueblo de Dios? Si nuestra respuesta a cada una de estas preguntas es afirmativa, entonces ¡somos de un mismo sentir!... aun cuando nos cueste trabajo ponernos de acuerdo en lo que consideramos qué es lo que va a glorificar a Dios y traerá crecimiento a la iglesia.
hermanos también tienen el mismo objetivo en común que nosotros. Por lo tanto podemos ser humildes, compasivos y respetuosos en nuestro intercambio de ideas y discusión. Estoy convencido de que esto es parte de lo que significa “ser de un mismo sentir”. El siguiente texto parece confirmar esta idea: Haced completo mi gozo, siendo del mismo sentir, conservando el mismo amor unidos en espíritu, dedicados a un mismo propósito. (Filipenses 2:2) En la cita anterior el apóstol Pablo enlaza el “ser de un mismo sentir” con estar “dedicados a un mismo propósito” o meta. Otros textos relacionan el ser de un mismo sentir con la humildad, la compasión y la misericordia en nuestra relación con los demás: Tened el mismo sentir unos con otros; no seáis altivos en vuestro pensar, sino condescendiendo con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. (Romanos 12:16) Me parece que en ninguno de estos textos ser de un mismo sentir está relacionado necesariamente con la idea de estar siempre de acuerdo, sino más bien con la forma en que pensamos de nosotros mismos, en cómo tratamos a los demás y con tener el propósito en común. En otras palabras, estoy convencido que ser de un mismo sentir no significa tener que renunciar a nuestras convicciones delante de los demás (si creemos que éstas son bíblicas y para la gloria de Dios) sólo por el hecho de guardar una “paz” o “unidad” aparentes, o con tal de no “ofender” a los hermanos. Más bien, creo que ser de un mismo sentir significa que todos trabajaremos y nos esforzaremos de madera humilde y piadosa para llegar a acuerdos de lo que creemos que es lo mejor para la iglesia y que finalmente redundará en mayor gloria a Dios.
Dios en esos momentos guiándonos en un proceso de maduración y santificación que terminará poniendo en nosotros “un mismo sentir”.
Por último, si en verdad hemos entendido la doctrina de la santificación, entonces comprenderemos que ninguno de nosotros ha alcanzado la perfección en lo que respecta a expresar nuestras opiniones de una manera piadosa. Si tenemos esto en mente podremos actuar con misericordia y perdón con aquellos que no saben expresar piadosamente sus ideas, extendiendo a otros la gracia que Dios nos ha dado.
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