Brevemente analizamos la intención de Platt de demostrarnos que en muchos lugares de occidente (particularmente los Estados Unidos) el evangelio de Jesucristo se ha visto empañado por la cultura "del sueño americano", lo cual se puede observar en el estilo de vida de muchas congregaciones evangélicas y de muchos cristianos profesantes.
Un estilo de vida "radical"En el capítulo 4 (“El gran porqué de Dios"), David Platt se propone explicar que el propósito por el cual Dios creó todo lo que existe y la motivación detrás de todo lo que Él hace es manifestar Su propia gloria. En consecuencia, cada uno de nosotros ha recibido vida, ha sido puesto en un país, ciudad, vecindario, empleo o escuela específico para extender la gloria de Dios a las naciones. Dicho de otra manera, los creyentes debemos aprender a ver todo lo que hemos recibido (estudios, empleo, habilidades y destrezas así como bienes materiales) como los recursos que Dios nos ha otorgado para cumplir con este sagrado propósito:
Según Platt, el deseo de que Dios sea glorificado en todos los pueblos del mundo debe caracterizar el corazón del cristiano:
Personalmente, éste es un mensaje que constantemente necesito escuchar, pues continuamente tiendo a olvidar que:
Según Platt, comprender este propósito global debe cambiar nuestra perspectiva de lo que es una iglesia local y el propósito para el qué se reúne. El objetivo de una iglesia local no es reunir a la mayor cantidad de personas posibles (formando así mega-congregaciones) sino de capacitar a la mayor cantidad de personas para que vayan al mundo a compartir la verdad del evangelio:
Platt nos deja en este capítulo con el reto de analizar nuestra vida y nuestras relaciones para ver si estamos viviendo de acuerdo a éste gran propósito de Dios de hacerse conocer en todas las naciones:
Más adelante, en el capítulo seis (titulado “¿Cuánto es suficiente?”), el que quizás es el más importante de todo el libro (la extensión que el autor se permite tener para desarrollar el tema, el doble de páginas que cualquier otro capítulo sugiere la relevancia), Platt nos confronta con la perspectiva bíblica acerca del dinero y las posesiones materiales. Nuevamente, esto es uno de los temas de los cuales muchos predicadores modernos se desvían intencionalmente, mientras que muchos otros creyentes tendemos a olvidarlo voluntariamente: que la riqueza material o la abundancia no necesariamente es buena para nosotros, sino que más bien pudiera constituirse en un tremendo obstáculo para confiar en Dios y seguir a Jesucristo.
El punto de Platt no es tanto si Dios ordena que todos los creyentes deban vender todas sus posesiones para darlo a los pobres (él deja en claro que la enseñanza de la Biblia no es esa), sino más bien si tú y to estaríamos dispuestos a hacerlo si Jesús nos lo pidiera:
Platt va más allá y nos recuerda que en contraste con nosotros, hay muchas personas (incluyendo creyentes en Cristo) que viven en pobreza extrema y en el hambre. Considerando esta enorme realidad que muchas veces pretendemos ignorar, lo cierto es que no debemos esperar a que Dios nos envíe el mensaje de venderlo todo y darlo a los pobres. Si Dios nos ha dado mucho, es para bendecir mucho. Si los recursos están ahí, y la necesidad también, ¿qué otra señal debemos esperar? A la luz de esta perspectiva, todos necesitamos analizar cuidadosamente lo que Dios nos demanda acerca del manejo que le damos a nuestras finanzas:
En la lectura de este capítulo aprecié mucho que el pastor Platt no se ponga a sí mismo como un modelo ejemplar a seguir, sino como alguien más que está descubriendo lo que el Señor dice en Su Palabra acerca del dinero y que está luchando para entender cómo eso se traduce a su vida personal y familiar:
En el capítulo 7 (“No existe un plan B”) David Platt desmiente la mentira del universalismo (la enseñanza que todas las religiones llevan a Dios y a la salvación) que en una sociedad posmoderna como la estadounidense tiene ya demasiado arraigo, incluso en la iglesia evangélica. Debido a ello, nos recuerda del plan de Dios de llevar el evangelio a todo el mundo y de la urgente necesidad de entregarnos a esta causa:
En el penúltimo capítulo (“Vivir cuando morir es ganancia”), Platt enseña una verdad bíblica que algunos creyentes contemporáneos olvidamos, mientras que muchos más afirman lo contrario: que la obediencia a Jesús no garantiza una vida de seguridad, comodidad, prosperidad material y salud. Más bien, el seguir a Jesús puede significar para muchos de nosotros tener que tomar decisiones que impliquen poner en riesgo no sólo nuestro bien material, sino nuestra integridad física y la vida misma. En una época en la que muchos predicadores falsamente prometen que creer en Jesús vendrá acompañado de prosperidad material y salud, esta es quizás la verdad del libro que es más difícil de aceptar. A lo largo de todo el libro, Platt da ejemplos de creyentes que lo han arriesgado todo en obediencia a Cristo. Nombres como John Paton, Jim Elliot, C. T. Studd son poderosos testimonios de creyentes que tomaron grandes riesgos por Cristo. También son ejemplos claros de que seguir a Cristo puede involucrar la pérdida de esposa, hijos, bienes materiales y hasta la vida misma. La pregunta que indudablemente resuena en “gente normal” como nosotros, cuando escuchamos todos estos testimonios es: ¿Cómo lo lograron? ¿Cómo pudieron estos creyentes dejarlo todo por seguir a su Señor? La respuesta es: todos ellos esperaban una recompensa mayor. Dicho de otra manera, tenían sus afectos puestos no en las cosas pasajeras de este mundo, sino que habían hecho del cielo eterno su tesoro.
La “clave” (si se puede llamársele de ese modo) a una vida que arriesga todo por Jesús está en un corazón cuya mirada está puesta en el cielo:
Tan sólo un corazón renovado que considera a Cristo como su máximo tesoro hará todo lo posible por tener más de Él, incluyendo dejarlo todo para seguirle:
¿A qué me llama finalmente este libro?¿Cuál es la meta final de este libro? ¿Qué es lo que espera su autor de todo aquel que lea esta obra? ¿Qué cambios espera que hagamos en nuestra vida? Dejaré las conclusiones del libro para una tercera y última entrada en la que también compartiré mis impresiones personales de lo que considero lo más rescatable de toda su lectura.
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