¿Es la ciencia algo en verdad bueno? Ésta es la pregunta que nos hemos planteado desde la última entrada y que quisiéramos poder resolver desde una perspectiva bíblica. Contar con un entendimiento bíblico de la realidad nos ayuda a evitar distorsiones y varias posturas defectuosas sobre muchos temas. En este caso, existen dos formas extremas de ver el mundo respecto a la ciencia que quisieramos evitar: cientismo y anti-intelectualismo. Cientismo: Ésta es la clase de cosmovisión que sostiene que sólo la ciencia es capaz de hacer declaraciones significativas sobre la realidad. Es decir, tan sólo lo que se puede demostrar ya sea en un laboratorio o a través de expresiones matemáticas es digno de ser creído. Lo demás no tiene "sustento científico." El cientismo también se caracteriza por la creencia de que sólo a través del esfuerzo científico la humanidad podrá eventualmente resolver la mayoría (sino es que todos) sus problemas. Aunque no siempre es el caso, generalmente encontramos esta cosmovisión sostenida por no creyentes. Anti-intelectualismo: En el otro extremo del espectro, tenemos (principalmente en cristianos) una perspectiva más bien negativa de la ciencia. Tomando fuera de contexto las Palabras de Pablo en 1 Corintios 8:1 de que “el conocimiento envanece, pero el amor edifica” muchos cristianos ven toda búsqueda de conocimiento o esfuerzo intelectual con cierto tipo de temor o desconfianza. Creyentes sinceros piensan que el involucrarse en la ciencia de alguna manera debilita o socava la fe. Desafortunadamente esto pareciera probarse por el hecho de que muchas de las figuras más prominentes en la ciencia actualmente son o escépticos o ateístas confesos. Sin embargo, en la iglesia cristiana la ciencia no sólo es vista con recelo, sino también ha sido descuidada. Después de todo, la ciencia está enfocada solamente en el mundo “material” mientras que los cristianos tendemos a ser personas enfocadas en lo “espiritual,” por lo que estamos inclinados a pensar que hay otras actividades “espirituales” mucho más importantes que hacer ciencia (como leer la Biblia, orar, hacer misiones, etc.). A esta clase de postura más que anti-intelectualismo le podemos llamar híper-espiritualidad. Un descuido excesivo de lo material por estar enfocado en lo “espiritual” que supuestamente es superior o más santo. Hacia una Teología de la CienciaLa mejor manera de lograr evitar caer en ambos extremos es contar con un entendimiento holístico y coherente de cómo la verdad del Evangelio –y por lo tanto la práctica de la fe cristiana– se relaciona con cada área de la vida. Por lo tanto, lo que necesitamos es una visión del emprendimiento científico que no sólo goce de la aprobación de Dios, sino que también reconozca la realidad de la Caída y los efectos del pecado en la actividad científica. Esta visión debe también considerar cómo el hacer ciencia es una manera de llevar a cabo el mandato bíblico dado por Dios al ser humano de ejercer dominio sobre la creación: el ser fructífero, explorar éste mundo y desarrollar su potencial. Por último, esta visión debe considerar la actividad científica como una dimensión importante del discipulado cristiano. Ésta visión sólo se puede hallar en la Cosmovisión Bíblica.
En la próxima entrada discutiremos los elementos esenciales de la cosmovisión cristiana y trataremos de entender cómo la ciencia encaja dentro de esta visión del mundo encontrada en las Escrituras.
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¿Es la ciencia algo bueno? Para muchos, resulta muy sencillo responder a esta pregunta. Algunos pensarán en los grandes beneficios que hemos obtenido como resultado de la actividad científica -los importantes avances médicos y la asombrosa tecnología que facilita tantos aspectos de nuestra vida- y responderán: “por supuesto que la ciencia es algo bueno. Sólo tienes que mirar los muchos beneficios que nos ha traído.” Otros señalarán hacia los resultados negativos del emprender científico -como las armas de destrucción masiva, la experimentación en humanos y animales, la deshumanización de nuestras relaciones producto de la tecnología- y concluirán que la ciencia no puede ser buena y que estaríamos mejor sin ella.
Sea cual fuere la forma en que usted diera respuesta a la pregunta, debe reconocer que ambos lados de la controversia tienen en su razonamiento puntos a favor y puntos en contra, por lo que los cristianos necesitamos de una referencia -una guía confiable- por la cual podamos dar una respuesta adecuada. Resulta que esa guía la tenemos en la Escritura. Si los cristianos hemos de confiar en la Biblia como nuestra única guía de fe y práctica, debemos dejar que ella norme nuestro pensamiento sobre cualquier aspecto de nuestra cultura y sociedad, aun cuando ese aspecto no se mencione directamente en la Escritura. Es cierto, la Biblia no habla directamente de muchos asuntos y dilemas a los cuáles nos enfrentamos cotidianamente. Pero tampoco necesita hacerlo. La Escritura nos proporciona una cosmovisión -una forma de ver el mundo- por medio de la cual podemos interpretar todo con la luz adecuada. Aunque a veces todavía con algunas esquinas difusas, es a través de los espejuelos de la cosmovisión bíblica que vemos con mayor claridad en este mundo. Si utilizamos la Biblia como nuestro compás, podemos navegar por la vida confiando en que llegaremos a puerto seguro. En varias de mis siguientes entradas pretendo hablar de cómo entender el emprender científico del ser humano desde una perspectiva bíblica. Utilizaremos teología bíblica para hablar de enseñanzas fundamentales y transversales de la Escritura como el Reino de Dios y el Mandato Cultural dado al hombre por Dios. Veremos cómo algunas doctrinas bíblicas como la de la Revelación General y la Gracia Común tienen relevancia para la práctica de la ciencia desde un punto de vista cristiano. En nuestra primera entrada de la serie, hablaremos un poco más de cómo algunos de los que no son creyentes piensan de la ciencia. Discutiremos también brevemente de cómo algunos cristianos tienen una perspectiva defectuosa acerca de la actividad científica y de la búsqueda de conocimiento. Estoy bastante entusiasmado por ésta nueva serie de entradas y sinceramente espero que usted se contagie de mi entusiasmo y juntos podamos aprender de la Escritura. Hasta la próxima. Muy probablemente uno de los elementos a los que más recurren las personas al redactar una lista de "propósitos de año nuevo" está relacionado con la lectura de libros. Las metas pueden variar según sea el caso: desde leer tan sólo un libro (para aquellos que quizás no leyeron nada durante el año pasado), hasta llegar a leer un número específico de libros o quizás una cantidad superior a la del período de 365 días anterior. Sea cual fuere su situación, lo cierto es que resulta muy difícil alcanzar una meta o propósito sin un plan previamente establecido. Esto es verdad incluso para objetivos aparentemente tan sencillos como llegar a leer un número determinado de libros. ¿Por dónde empezar? ¿Qué tipo de material leer? ¿A cuáles autores debo seleccionar? ¿Es mejor leer un libro de ficción o una biografía? ¿Debo leer libros escritos recientemente o dar preferencia a aquellos que lo fueron hace ya mucho tiempo? ¿Debo invertir mi tiempo en un libro considerado un clásico de la literatura universal o seleccionar uno que se encuentra en la lista actual de "Best Sellers" del New York Times? Como verá, realizar la mejor selección no es tan sencillo, y la tarea se complica todavía más en la misma medida en que la meta establecida sea más ambiciosa. Afortunadamente, existen personas con mejores hábitos de lectura y mucho mayor experiencia en este asunto que pueden brindarnos la ayuda adecuada. El autor Tim Challies es uno de ellos. Challies publica regularmente en su blog excelentes y muy completas reseñas de libros que pueden servir como una guía para seleccionar el mejor material y alejarse del que no es tan recomendable. También publica listas como "La recopilación de los mejores libros cristianos del 2016" y ha publicado listas similares en años anteriores. Finalmente, Challies ha elaborado lo que se conoce como "El Reto de Lectura Cristiana" cuya versión 2017 se puede acceder haciendo clic en el enlace. Dicho reto está dividido en diferentes categorías, que van desde aquel que se propone leer un libro al mes, hasta el que se establece la meta de leer dos libros a la semana (así es, ¡un total de 104 libros durante el año!). Haciendo uso de las categorías mencionadas en el Reto de Lectura Cristiana, he creado mi plan personal de lectura para este 2017 el cual por la gracia de Dios espero cumplir. La comparto ahora con todos ustedes en está y otras entradas futuras. Quizás pueda servirles de ejemplo para seleccionar autores y categorías que les ayuden a elaborar su propia lista. ¿Y por qué no? ¡Quizás se animen a leer alguno de los libros que incluyo en esta serie! Sea como sea, espero que esta serie de entradas les sea de utilidad y bendición. A continuación mi lista en las categorías que he seleccionado: 1. Una novela cristiana Hace un par de años leí la primera novela de Gensy Severino Roberts (titulada Ciudadano de Otro Mundo) la cual disfruté mucho por estar ubicada en un contexto de Latinoamérica, con todos los problemas sociales y económicos que se experimentan a diario en ésta región de nuestro continente. Puede leer una (muy breve) reseña que escribí para el libro en este enlace. A finales del año pasado Gensy Severino ha publicado su seguna novela: La puerta al final de la Decepción, la cual espero ofrezca de nuevo una agradable lectura que sirva no sólo de entretenimiento (por ser una novela) sino que también me provea de buen material para la reflexión. 2. Una novela gráfica Desde mi perspectiva, una lista de lectura estaría incompleta si no incluyera al menos una novela gráfica. En este caso tengo planeado (y recomendaría ampliamente también) incluir en mi lectura de este año un libro más de la serie Mouse Guard, escrita por David Petersen. El Volumen 1 de la saga Legends of the Guard es el material que cronológimante sigue para mí. 3. Un libro escrito hace más de 100 años La novela de ficción La Esfera y la Cruz de G. K. Chesterton fue publicada por primera vez en el año de 1910, por lo que cumple perfectamente con el margen de tiempo mínimo establecido por esta categoría. En una ocasión leí que "El talento de Chesterton para la paradoja y su capacidad de encarnar verdades profundas en imágenes simples lo hace tan cautivador ahora como lo era hace cien años." Después de "descubrir" por primera vez a Chesterton hace unos pocos años atras puedo atestiguar que esta descripción es totalmente cierta. 4. Una biografia El libro John Calvin: A Heart for Devotion, Doctrine and Doxology (de varios autores) no es exactamente una biografía, aunque contiene muchos elementos biográficos sobre el reformador Juan Calvino. De todas formas, el libro hace tan excelente análisis de las contribuciones, el pensamiento y la obra escrita de Calvino, que al terminar espero quedar un poco más familiarizado con la vida y obra de este hombre, y abrir el apetito para un volumen de naturaleza más biográfica. Por el momento, estas son mis primeras sugerencias contenidas en mi propio plan de lectura personal. Espero que alguna de éstas referencias haya sido de su interés y despertado el deseo de tomar un libro y leer. Espero terminar la lista en un par de entradas futuras.
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