En realidad no quisiera tener que hacerlo, pero debido a la gravedad de mi caso creo que finalmente tengo que admitirlo... Desde hace mucho tiempo que sufro los síntomas de un muy extraño padecimiento (hasta hace poco desconocido) al que los expertos le han dado el nombre del síndrome del "Vengador de la Red". Esta singular afección también es conocida como el mal del "Justiciero de la Redes Sociales". ¿Nunca había escuchado de ello? Déjeme entonces contarle los pormenores del problema para que pueda estar alerta ante la aparición de cualquier síntoma en su persona. Debido a este raro padecimiento, la mayoría de las veces siento el extraño impulso de tener que corregir todas las injusticias y enmedar todos los errores que encuentro publicados en el internet... en específico en las redes sociales. Después de todo, en un mundo como el de las redes sociales donde prácticamente no existen reglas ni leyes; no faltan aquellos que creen que pueden publicar lo que sea, no importa si el texto o imagen que comparten se constituye en una felonía en contra de la lógica y el sentido común o peor de todo, en un asalto a la verdad. Pero no se preocupe tanto por mi. Los médicos me comentan que mi mal todavía no se ha desarrollado hasta llegar a una etapa aguda. Al presente, los síntomas sólo se manifiestan cuando me encuentro ante publicaciones de otros cristianos. Por alguna razón, ese deseo de hacer justicia por mi propia mano es particularmente fuerte ante las publicaciones problemáticas de compañeros creyentes. No se por qué, pero a muchos cristianos les gusta compartir en sus muros personales cualquier cantidad de cosas que atentan contra la verdad bíblica. Antes (cuando los tiempos eran mejores), los cristianos estábamos limitados a pegar calcomanías en las partes traseras de nuestros automóviles, donde el daño cometido no era tan grande. Pero con el advenimiento del Facebook y Twitter, los crímenes son potencialmente más graves pues son cometidos ante un mayor número de víctimas y testigos. Comentarios poco meditados y útiles respecto a problemas de nuestra cultura y sociedad (llámese aborto, matrimonio homosexual, etc.), imágenes con frases cursis y/o románticas pero de escasa precisión bíblicas, textos bíblicos sacados fuera de su contexto, todo esto abunda en las redes sociales sin que nadie haga algo... Y lo peor de todo es que el impulso por intentar resolver el problema se hace más fuerte en proporción a los números de "Me Gusta" o a las veces en que la imagen se ha compartido. Gracias a Dios, los médicos han descubierto la verdadera causa de mi padecimiento y ahora saben que mi transtorno no lo he adquerido por contagio sino que es congénito. Todavía mejor, los especialistas también han logrado detectar que el problema se encuentra principalmente en mi corazón: nací con extraordinarios niveles de orgullo en ese órgano. He descubierto que el evitar en la medida de lo posible entrar a las redes sociales resulta de mucha ayuda, pero el efecto de esta terapia casi siempre es temporal y algunas veces las recaídas pueden ser peores. Afortunadamente, los galenos han descubierto una forma de aliviar mi mal. El tratamiento es relativamente simple pero difícil de seguir todo el tiempo. Me han dado una dosis inicial de reconocer que no soy el salvador del mundo. Ese título ya se lo ha ganado otro que vivió hace poco más de dos mil años y por cierto no lo compartirá con nadie más. También me han recetado una cucharadita diaria de humildad... Pero la verdad esta medicina tiene inicialmente un sabor amargo y no la quiero tomar de acuerdo a las recomendaciones, por lo que en ocasiones el Señor me inyecta providencialmente fuertes cantidades de humillación, cosa que le agradezco mucho. Finalmente, me han recomendado que en algunas ocasiones (sólamente cuando el crimen percibido es realmente grave) es útil ventilar mi frustración, siempre y cuando lo haga de manera respetuosa y en amor. El terapeuta me ha dado la libertad de aplicar su consejo de la manera que encuentre más adecuada, por lo que he decidido que si en algún momento lo intento, trataré de corregir el error por este medio, donde solamente los interesados puedan interactuar conmigo y no haya así víctimas "inocentes" en mi cruzada personal contra el crimen. Creo que esto es lo mejor que puedo hacer, aunque como ya he mencionado.... algunas veces me cuesta trabajo seguir el tratamiento como me lo han recomendado.
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