En una ocasión, se le hizo a C. S. Lewis la siguiente pregunta: ¿Es necesario para la forma de vida cristiana asistir a un lugar de culto o ser miembro de una comunidad? La respuesta de Lewis fue muy interesante. A continuación te comparto un fragmento de ella: Si hay algo en la enseñanza del Nuevo Testamento que se parezca a una orden es que estamos obligados a recibir la comunión, y no podemos hacerlo sin ir a la Iglesia. A mí, al principio, me disgustaban mucho sus himnos, que consideraba poemas de quinta categoría adaptados a una música de sexta categoría. Pero, a medida que seguí yendo, comprendí el gran valor que tenían: me acercaba a gente distinta con otros puntos de vista y una educación diferente; y así, poco a poco, mi presunción comenzó a desprenderse. Me di cuenta de que los himnos (que eran música de sexta categoría) eran cantados con devoción y provecho por un anciano santo con botas elásticas, sentado en el banco de enfrente, y eso me hizo comprender que yo no era digno de limpiarle las botas. Cosas así nos libran de nuestra presunción de solitarios. Es muy interesante observar que Lewis hace una clara conexión entre el orgullo y las múltiples razones que pudiéramos encontrar para no formar parte de una comunidad cristiana. Escucha con atención los motivos que muchas personas ofrecen para no congregarse. La mayoría de ellas están basadas en un asunto de preferencia personal (como por ejemplo: "no me gusta la música") o un sentido de superioridad sobre las demás personas ("ahí se reunen puros hipócritas"). Pero sólo una persona orgullosa puede pensar que sus preferencias son más importantes que las de los demás y sólo el orgullo nos puede hacer creer que somos moralmente superiores a ellos y que no los necesitamos. Se necesita humildad para ser parte de un cuerpo como es la Iglesia: Hay que reconocer que nuestras preferencias personales en estilo de música, orden del culto y otras cosas no son las más importantes. Hay que reconocer que la forma diferente de pensar de otras personas nos enriquece y ayuda a crecer en la vida cristiana. Hay que reconocer que necesitamos y dependemos de nuestros hermanos en Cristo. Y tú, ¿tienes alguna razón por la cual no te congregas?
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