19/1/2015 0 Comentarios El tesoro más valiosoEl reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo. (Mateo 13:44 LBA) Una verdad que el Señor Jesús quiso comunicar con ésta parábola es que el ser un discípulo suyo -ser un súbdito del Reino de los Cielos- involucra un gran sacrificio. La persona que describe Jesús, con tal de obtener y poseer el tesoro valioso que encontró tuvo que vender todo lo que poseía. Tuvo que deshacerse de todo aquello que le pertenecía. Piense por un momento todo lo que eso acarrea y lo que eso significaría para usted. Vender todo lo que usted posee podría involucrar tener que vender su auto del año y quedarse automáticamente sin medio de transporte. Significaría tender que vender su casa y quedarse automáticamente sin un lugar donde vivir. Significaría tener que vender toda su ropa y automáticamente quedarse sólo con lo que usted lleva puesto. Significará tener que sacar todo sus ahorros del banco, vaciar todas sus cuentas de inversión, romper el cochinito, alzar el colchón de la cama para sacar hasta el último billete de ahí debajo y quedarse automáticamente sin la seguridad que brinda el saber que se tiene un respaldo financiero para el futuro. Vender todo lo que usted posee significaría tener que deshacerse de todas aquellas cosas que son más valiosas y queridas para usted: objetos antiguos heredados, todos sus muebles, oro, plata, en incluso –jóvenes, tapen sus oídos- tener que vender hasta el celular. La vida cristiana involucra un sacrificio. Y sin embargo, lo más importante que Jesús quiere comunica en esta parábola es que el tremendo sacrificio que involucra hacerse un discípulo suyo en cierta manera no SE SIENTE como un sacrificio. Si seguimos el relato de Jesús, no podemos imaginarnos al hombre deshaciéndose de todas sus posesiones con un corazón triste. Ese desprendimiento de todas sus posesiones no fue hecho a regañadientes o en medio de murmuraciones. No fue hecho con una actitud de fastidio como diciendo: “¡Ah! esta bien, si eso es lo que se necesita, lo voy a hacer”. ¡Por el contrario! El Señor Jesús dijo que el hombre vendió todo lo que poseía movido por el gozo. Imaginamos al hombre enterrando apresuradamente el tesoro, yendo a su casa entre saltos y gritos de alegría y haciendo cada transacción económica con una sonrisa en el rostro. El sacrificio hecho por el hombre de la parábola fue movido por un corazón lleno de gozo, rebosante de alegría de saberse el futuro poseedor del tesoro más valioso del que nunca siquiera se imaginó siquiera ver. Esta realidad es precisamente la que vemos encarnada en la vida del apóstol Pablo en Filipenses 3:1-11 cuando le oímos decir que por Cristo: "Lo he perdido todo, y lo considero como basura, a fin de ganar a Cristo." Así que mi deseo con esta serie de entradas es que podamos meditar todavía más en lo que significa exaltar a Cristo en nuestra vida, particularmente en lo momentos de prueba y sufrimiento. En la siguiente ocasión analizaremos un poco más el ejemplo de Pablo. Haz clic aquí para modificar.
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