Si alguien pudiera confiar en sus propios esfuerzos, ese sería yo. De hecho, si otros tienen razones para confiar en sus propios esfuerzos, ¡yo las tengo aún más! En estos versículos vemos a Pablo hacer una larga lista de todas aquellas cosas que él valoraba antes de volverse cristiano. El apóstol habla de su orgullo étnico como hijo de Abraham, él era un "hebreo de hebreos". Para él su ascendencia hebrea pura representaba un gran sentido de significado y seguridad. Él era un Israelita. Y todos los demás también lo sabían. Luego Pablo menciona tres cosas más que nos muestran con claridad en dónde estaba centrado su corazón y su vida: "En cuanto a la ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, hallado irreprensible". Todo esto representaba la vida de Pablo. Era lo que le daba significado y propósito a su ser. El reconocimiento de sus compatriotas, el poseer un linaje hebreo impecable. Ser dueño de un récord externo perfecto en cuanto a la ley y las tradiciones judías. Todo esto era su razón de existir. Para él, todas estas cosas eran “ganancia”, su fortuna, la fuente de su gozo. Eran las cosas que él valoraba, lo que él estimaba, lo que él buscaba, la fuente de su identidad y de su gozo. Para Pablo todas estas cosas tenían un valor incomparable. Y entonces Pablo conoció a Cristo -el Hijo del Dios- en el camino a Damasco. Ahora, Pablo puede mirar su posición en las escalas más altas de los fariseos, mirar la gloria de estar en la parte más alta de su grupo -con todos los aplausos que eso traía-, ver su rigor en guardar la ley y el sentido de orgullo moral que le proporcionaba, ver todo su mundo y ponerlo de cabeza al revertir sus valores: "Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida." Podemos imaginar al apóstol Pablo tomar un enorme marcador en su mano y escribir con grandes letras "PÉRDIDA" encima de todas estas cosas mencionadas, para luego escribir "GANANCIA" sobre el nombre de Cristo. Pero el impulso de Pablo y el cambio en su escala de valores no terminó en ese punto. Mientras el más reflexionaba sobre los valores relativos de la vida en el mundo y la grandeza de Cristo, fue más allá de las cosas mencionadas y puso todo excepto a Cristo debajo de la marca de "PERDIDA": "Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor." Pablo comenzó considerando sus logros más preciosos como pérdida, y terminó estimando todo como pérdida, excepto a Cristo.
(el Rey) es un cofre del tesoro lleno de gozo santo y tener que escribir “PÉRDIDA” sobre todo lo demás en este mundo con el fin de ganarle a Él. En otras palabras, hacerse un discípulo de Jesús significa escribir “PÉRDIDA” con grandes letras sobre todas tus posesiones y todo lo demás que este mundo pudiera ofrecer. Ese era el secreto –por llamarlo de alguna manera- de Pablo que le permitió enfrentar con gozo todo el sufrimiento que más adelante padeció por seguir a Cristo. Cuente usted el número de veces que aparece en esta breve epístola a los Filipenses la palabra gozo, alegría, o regocijarse y verá que aparece más de una docena de veces. Es interesante observar que el apóstol habla constantemente de gozo y alegría en una epístola que escribió en momentos en los que él se encontraba sufriendo : encadenado en una prisión por predicar de Cristo, con personas afuera de la cárcel hablando mal de él y siendo sus detractores, y con uno de sus amigos y colaboradores -Epafrodito- enfermo y a un punto de morir. La clave está en que el apóstol Pablo había aprendido a gozarse en Cristo y no en sus circunstancias. Le vemos decir más adelante: "Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece." Los cristianos debemos dejar de utilizar este versículo como una especie de mantra para mentalizarnos en conseguir lo que queremos y empezar a utilizarlo cómo Pablo lo hizo: para exaltar el supremo valor de Cristo en medio de nuetras circunstancias. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” significa mucho más que tan sólo poder conseguir lo que nos proponemos si lo deseamos. Significa que podemos pasar hambre porque Cristo es nuestro pan de vida y en El estamos saciados. Significa que podemos pasar enfermedad porque Cristo es nuestro consuelo. Significa que podemos perderlo todo y nuestro gozo no se mueve ni se pierde porque es eterno, inmutable; está allá en el cielo y su nombre es Cristo.
Reputación, estima de nuestros compañeros, el trabajo, dinero, nuestro cónyuge, los hijos, amigos, salud, fortaleza física, la vista, el oído, el éxito, etc. Cuando estas cosas nos son arrebatadas por alguna circunstancia, sufrimos. Pero si hemos seguido el ejemplo de Pablo y la enseñanza de Jesús y hemos estimado estas cosas como pérdida por el supremo valor de ganar a Cristo, entonces estamos preparados para sufrir. Si como cristiano usted escribe con grandes letras “PÉRDIDA” sobre todas las cosas de este mundo excepto a Cristo, entonces cuando Cristo le llame a renunciar a alguna de estas cosas, no será algo inesperado. Estará usted preparado. El dolor podrá ser grande. Pero estará preparado. Porque experimentará el supremo valor de Cristo que supera todas las cosas que el mundo puede ofrecer. En Gozo / Sufrimiento Esta entrada del blog está basada en un sermón del pastor John Piper titulado "Preparing to Know Christ Deeply Through Suffering", de donde he tomado algunas ideas.
0 Comentarios
Cualquier persona que recorra todo lo que he escrito en este blog a lo largo de los años, se podrá dar cuenta que uno de los temas sobre el cual más he hablado es el del sufrimiento. No es que me considere un experto en dicho tema. No considero que mis experiencias dolorosas en este mundo hayan sido muchas o muy intensas, como para hablar desde el lado de la experiencia. Tampoco me considero un profundo conocedor de todos los aspectos bíblicos y teológicos necesarios que me permitirían aconsejar a una persona que está sufriendo. Y sin embargo el sufrimiento es algo de lo que constantemente me encuentro escribiendo, leyendo y pensando. Quizás es porque considero que el sufrimiento del creyente en particular y del ser humano en general es uno de las realidades que tienen el mayor potencial de demostrar y exhibir la soberanía, sabiduría y gloria de Dios. Quizás es porque sé que tarde o temprano me tocará estar también en una situación en la que mi fe en Dios se probará a través de la experiencia del dolor, ya sea físico o espiritual (¿es posible separar el uno del otro?). Sea como sea, el sufrimiento y sobre todo la soberanía de Dios sobre éste es uno de los temas que más me intrigan y me hacen pensar. En esta ocasión me gustaría compartirles un poema anónimo que habla profundamente del sufrimiento del creyente y del propósito secreto de Dios al hacer pasar a uno de Sus hijos por tal tipo de experiencias. Lo escuché por primera vez hace varios años recitado por el pastor Arturo Azurdia en uno de sus sermones. También me he llegado a enterar que este poema significó mucho para Joni Eareckson Tada en una etapa de su vida. El poema lo pueden encontrar también en este enlace, para aquellos que quieran leerlo y ser impactados por su mensaje en su idioma original, con toda la belleza que realmente tiene y que mi muy pobre traducción le hace perder. Al final, espero que todos los que lo lleguen a leer y que en este momento estén pasando por una situación muy difícil, recuerden que Dios tiene un propósito redentor en todo ello. Que Él en verdad sabe lo que se propone. Cuando Dios desea instruir a un hombre, estremecer a un hombre y capacitar a un hombre. Hace un par de días me encontraba leyendo un pequeño libro que desde que lo tuve en mis manos por primera vez se convirtió en uno de mis favoritos. Se titula "The Valley of Vision: A Collection of Puritan Prayers and Devotions" (El Valle de la Visión: Una Colección de Oraciones y Devociones Puritanas). El libro contiene una recopilación de oraciones escritas por cristianos entre los siglos XVI y XVIII. A través del testimonio de creyentes del pasado, este libro continuamente me llama a redirigir el enfoque y contenido de mis oraciones de manera tal que estén más acordes a la enseñanza bíblica y a la voluntad de Dios. En algunas ocasiones también he encontrado algunas líneas que me dejan meditando en sus implicaciones para nuestra vida. Una de ellas la encontré hace poco, la cual dice de la siguiente manera: Todo lo que deseo en la vida son circunstancias tales que mejor me habiliten para servirte en el mundo. Al leer estas palabras me detuve en seco. Definitivamente tenía que meditar en las tremendas implicaciones de esta breve petición a Dios. Estoy seguro que la mayoría de los creyentes han hecho una oración parecida. ¿No lo cree? Sin embargo, no estoy tan seguro si todos tenemos en mente el mismo deseo cuando le pedimos a Dios una cosa como esta. Por experiencia propia, me parece que cuando hacemos una oración semejante, la mayoría de nosotros piensa algo como esto:
Y los ejemplos pueden ser interminables. El punto es que la mayoría de nosotros, cuando piensa en el cambio adecuado para sus circunstancias -de manera que se pueda servir a Dios- supone que lo mejor es que Dios remueva toda circunstancia difícil, debilitante o de sufrimiento de nuestra vida. La mayoría de nosotros, sinceramente hablando; le pediríamos a Dios que cambie nuestras circunstancias para "mejorar", según nuestra perspectiva humana. El problema con esta clase de pensamiento es que parece que es exactamente opuesta a los métodos de Dios. Si leemos con detenimiento la Biblia, notaremos que el método de Dios para habilitar a alguien a Su servicio, es más bien haciéndolo atravesar por circunstancias difíciles y largas temporadas de sufrimiento:
Creo que el punto está claro: al parecer para el Señor las circunstancias que mejor nos habilitan para servirle en este mundo son todo lo opuesto a lo que nosotros imaginamos o verdaderamente deseamos. Y si mi apreciación es correcta, mientras mayor sea el servicio para el cual Dios no quiere preparar, más difíciles serán nuestras circunstancias. Es por eso que titulé esta entrada "La oración que no deseamos que Dios responda". Pues en realidad, muy en el fondo; nuestro verdadero deseo es por mayor comodidad y facilidad de circunstancias para servir al Señor. Pero el Señor sabe que antes de cambiar "para mejor" nuestras circunstancias, primero tiene que cambiar nuestro corazón. Servir más y mejor al Señor no está impedido por nuestras circunstancias, sino por nuestro corazón pecaminoso. Así que Dios está involucrado en el negocio de cambiar los corazones -no necesariamente las circunstancias- para Su gloria. Dios nos ayude a redirigir nuestras oraciones. |
Archivos del blogAgosto 2017 Julio 2017 Junio 2017 Abril 2017 Marzo 2017 Febrero 2017 Enero 2017 Diciembre 2016 Noviembre 2016 Octubre 2016 Septiembre 2016 Agosto 2016 Julio 2016 Junio 2016 Mayo 2016 Abril 2016 Marzo 2016 Febrero 2016 Enero 2016 Diciembre 2015 Noviembre 2015 Octubre 2015 Septiembre 2015 Agosto 2015 Julio 2015 Junio 2015 Mayo 2015 Abril 2015 Marzo 2015 Febrero 2015 Enero 2015 Diciembre 2014 Octubre 2014 Septiembre 2014 Agosto 2014 Julio 2014 Junio 2014 Mayo 2014 Abril 2014 Marzo 2014 Febrero 2014 Enero 2014 Diciembre 2013 Abril 2013 Enero 2013 Diciembre 2012 Marzo 2012 Mayo 2011 Febrero 2011 Enero 2011 Diciembre 2010 Noviembre 2010 Julio 2010 Junio 2010 Mayo 2010 Abril 2010 Marzo 2010 Febrero 2010 Enero 2010 Diciembre 2009 Noviembre 2009 Octubre 2009 Septiembre 2009
|
Fotos utilizadas con licencia Creative Commons de Neticola, Brett Jordan, Anna & Michal, chriswasabi, Ryk Neethling