5/6/2016 0 Comentarios El Problema del MalQuizás lo más importante es la conclusión de que finalmente debe ser bueno que haya mal, o el mal no existiría. Aquí debemos tener mucho cuidado. Decir que es bueno que exista el mal no es lo mismo que decir que el mal sea bueno. Decir que el mal es bueno en sí es malo, como lo declara con claridad la Biblia. El mal es malo. Sin embargo, decir que es bueno que haya mal es simplemente declarar que Dios es bueno y que su providencia se extiende a todas las cosas, incluyendo el mal. La soberanía del Señor está sobre el mal, y él puede sacar bien del mal y usarlo para sus propósitos santos. Cuando digo que es bueno que haya mal estoy diciendo que el mal no podría existir ni un segundo aparte de la providencia de Dios. Que el Señor consienta, permita y ordene que haya mal significa que él considera bueno que lo haya. Él solo ordena lo que desea que ocurra. Su voluntad es perfecta y absolutamente justa. Si él desea que el mal exista, y no habría posibilidad de que exista si él no lo desea, entonces debemos concluir que en sus secretos designios él tiene buenas razones para que el mal exista. Las únicas razones que él tiene para cualquier cosa son buenas razones. R. C. Sproul en La Mano Invisible (Capítulo 16)
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Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que en medio de vosotros ha venido para probaros, como si alguna cosa extraña os estuviera aconteciendo; antes bien, en la medida en que compartís los padecimientos de Cristo, regocijaos, para que también en la revelación de su gloria os regocijéis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, dichosos sois, pues el Espíritu de gloria y de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, por ellos El es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. Que de ninguna manera sufra alguno de vosotros como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entrometido. Pero si alguno sufre como cristiano, que no se averguence, sino que como tal glorifique a Dios. Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si comienza por nosotros primero, ¿cuál será el fin de los que no obedecen al evangelio de Dios? Y SI EL JUSTO CON DIFICULTAD SE SALVA, ¿QUE SERA DEL IMPIO Y DEL PECADOR? Por consiguiente, los que sufren conforme a la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, haciendo el bien. 1 Pedro 4:12-19 (LBLA) IntroducciónEn esta ocasión quisiera iniciar una serie de entradas en las que pretendo meditar -siempre a la luz de la Escritura- sobre la existencia del dolor y la realidad del sufrimiento en este mundo, acerca del cual los cristianos afirmamos que está en las manos de un Dios soberano y lleno de gracia. En la medida que Dios me lo permita, trataremos de encontrar respuestas a preguntas tales como: “¿Si Dios es soberano, y todo está bajo Su control, entonces por qué hay tanto dolor en mi vida?” “Si en verdad Dios me ama como Su hijo, ¿por qué sigo sufriendo?” La tesis principal de esta serie de publicaciones es la siguiente: para que el creyente pueda vivir la vida cristiana con gozo, esperanza y paciencia, aún en medio de la tribulación, le es necesario entender cuál es el papel del sufrimiento en los sabios planes de un Dios que no solo es soberano sino que además nos trata con infinita gracia y amor. Como en una ocasión dijo el puritano Thomas Watson: Una justa comprensión de las aflicciones es a su vez necesaria para una conducta cristiana bajo ellas; y esa comprensión se puede obtener solamente por fe… porque es la luz de la Palabra solamente la que las presenta de manera justa, descubriendo en ellas la obra de Dios, y consecuentemente, propósitos apropiados a las perfecciones divinas. The Crook in the Lot Ahora bien, espero que no me mal interpreten. No pretendo escribir como un experto conocedor de este tema. En realidad, no creo que haya siquiera una sola idea original mía en esta serie de entradas. Tampoco creo poder escribir de manera que abarque todo lo que se tiene que decir en cuanto al tema del sufrimiento, o dar una respuesta satisfactoria a todas las preguntas relacionadas. Mucho menos pretendo tener mayor experiencia que ustedes en cuanto a sufrir se refiere. En comparación con la vida de muchas personas, puedo decir que yo he sufrido poco. Mi deseo es abordar este estudio no como un guía que va delante de los demás, sino más bien como un compañero peregrino en este viaje, en cuyo sendero me resta aún mucho por andar. Estoy convencido de que este tema se debe abordar con humildad, paciencia y amor. Sé que para muchos hablar del sufrimiento es como poner el dedo en una herida que todavía está abierta. Para otros, las heridas -aunque ya sanas- han dejado marcas indelebles. Sin embargo, no creo que mi persona pueda describirse como consistentemente humilde, paciente o amorosa. Pero he deseado mucho e incluso se puede decir que me he atrevido a preparar este estudio porque, en mi opinión, pocos aspectos de la vida cristiana constituyen una mejor oportunidad para examinar y probar nuestro entendimiento de la Palabra de Dios que el dolor y el sufrimiento. Cuando sufrimos, comprobamos qué tan sólida es nuestra teología. Las circunstancias difíciles de la vida son aquellos puntos donde la realidad y la fe convergen. Cuando sufrimos somos probados acerca de lo que realmente creemos sobre la suficiencia de la Escritura, sobre las doctrinas de la gracia y la soberanía de Dios. Cuando sentimos dolor físico o espiritual, comprobamos si todas estas verdades son sólo parte de nuestro bagaje intelectual o si en verdad nuestra vida está cimentada y edificada sobre ellas. ¡Cuántas personas no han abandonado la iglesia y la fe a causa del sufrimiento constante que hay en sus vidas! Otros han terminado en sectas que les invitan a parar de sufrir o en “iglesias” donde se les enseña la mentira de que Dios no quiere que suframos, sino que gocemos de salud, riquezas y bienestar.
del texto bíblico de 1 Pedro 4:12-19. Este pasaje habla directamente acerca del sufrimiento en la vida cristiana. De hecho, el contenido de toda la epístola está enmarcado en un contexto de prueba y tribulación. Esta carta fue escrita por un apóstol que ha sufrido, y está dirigida a creyentes que en ese momento estaban sufriendo. Para nosotros en ésta época, este texto tiene mucho que decirnos acerca del sufrimiento. En éstos versículos el apóstol Pedro nos enseña tres verdades que debemos considerar sobre nuestro sufrimiento:
1. El sufrimiento no debería causarnos sorpresa. 2. La soberanía de Dios se extiene sobre nuestro sufrimiento y lo gobierna. 3. El propósito de Dios en nuestro sufrimiento es santificarnos. Después de meditar a la luz de estas verdades, observaremos que por medio de ellas el apóstol Pedro nos presenta que la forma en la que los creyentes debemos enfrentar el dolor y la aflicción es recibirlo todo con gozo. Ahora sí, estamo listos para entrar en materia. Lo cual sucederá a partir de la PRÓXIMA ENTRADA. 13/5/2015 0 Comentarios Perlas preciosas“Aquellos que se sumergen en el mar de la aflicción vuelven trayendo perlas preciosas” Carlos H. Spurgeon. En: Sufrimiento
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