Este domingo leía de la primera epístola del apóstol Pedro. Al terminar, me pareció que los últimos versículos de esta carta en verdad rompen con cualquier falso concepto de la gracia y del amor de Dios que pudieramos tener. Para algunos, la gracia y el amor de Dios se manifiestan cuando somos librados de toda dificultad o tribulación, sea cual sea. ¿Está usted enfermo? Dios lo sanará. ¿Tiene falta de empleo? Dios le proveerá de uno. Al menos así dicen algunos que proponen que seguir a Cristo termina con una vida de problemas y sufrimiento, y que lleva a una vida de abundante riqueza material y sin tribulación. Pero las palabras finales del apóstol Pedro son ricas en consuelo y esperanza: Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar. Pero resistidle firmes en la fe, sabiendo que las mismas experiencias de sufrimiento se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Y después de que hayáis sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que os llamó a su gloria eterna en Cristo, El mismo os perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá. A El sea el dominio por los siglos de los siglos. Amén. Por conducto de Silvano, nuestro fiel hermano (porque así lo considero), os he escrito brevemente, exhortando y testificando que esta es la verdadera gracia de Dios. Estad firmes en ella." 1 Pedro 5:8-12 (LBLA). La última frase del versículo 12 me sorprendió. Fue como si la estuviera leyendo por primera vez en toda mi vida. Hasta pensé que la poca familiaridad con el texto se debía a que estaba usando una versión diferente a la que por muchos años he utilizado. Pero no, abrí mi Biblia en esa otra versión, y me encontré con esas mismas palabras: esta es la verdadera gracia de Dios.
¡Qué maravillosa es la gracia de Dios! Dios tiene tanto amor hacia nosotros, que lejos de dejarnos como somos, nos va moldeando conforme al carácter de Cristo. Es mi deseo que estas palabras de la Escritura cambien la manera en que reciba futuras tribulaciones en mi vida. Daré gracias a Dios por darme Su gracia de esa manera. Al menos, esa es mi oración y anhelo.
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Esta gracia de Dios es una idea sumamente radical. Nosotros no entendemos la gracia de Dios con una simple explicación. Solamente el Espíritu Santo nos puede ayudar a realmente entender la gracia de Dios. Por naturaleza todo lo que está en nosotros dice lo siguiente: Dios me bendice en base a lo que hago y a lo que he hecho. Todo lo que está en mí, cada célula de mi ser grita que Dios me bendice en base a lo que yo hago. Pero la gracia de Dios nos mueve a reconocer nuestras fallas y la gracia de Dios entra por esas fallas, entra por el quebranto y el pecado de nuestras vidas. Es decir, la gracia de Dios entra por estos orificios... donde he fallado, no por donde he cumplido... Este concepto es tan radical, que no cabe en la cabeza del ser humano, que la gracia de Dios es para pecadores, es para los que no lo merecen, y que al reconocer nuestra verdadera condición delante de Él, su gracia entra a nuestras vidas por donde hemos fallado. Tomado del libro Vivir en el poder del Evangelio, del autor Jerry Cross. |
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