Continuación de la entrada anterior "Dejad que los niños vengan a mí" 1. Los niños también necesitan a Jesús como salvadorLa Escritura enseña que cada ser humano es pecador desde el momento de la concepción y el nacimiento: “He aquí, yo nací en iniquidad, y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51:5). También dice que “la intención del corazón del hombre es mala desde su juventud” (Génesis 8:21). En el idioma original, la palabra que tanto la RV60 como LBLA traduce como juventud, hace referencia más bien a los primero años de vida del hombre, por lo que bien podría traducirse “desde su niñez” (NTV). Lo cierto es que los niños desde temprana edad dan evidencia de un corazón pecaminoso que necesita ser redimido. Todo aquel que es o ha sido padre de niños pequeños puede atestiguar de ello. Sin embargo, muchas veces actuamos como si creyéramos que la desobediencia del niño es sólo producto de su inmadurez. Incluso a veces (los abuelitos y las abuelitas son expertos en esto) nos reímos y festejamos algunas de sus actitudes o acciones que en realidad constituyen actos manifiestos de desobediencia, deshonra a sus padres y por lo tanto un pecado delante de Dios. San Agustín lo describió de manera poética en sus Confesiones de la siguiente manera: ¿Quién me recordará los pecados de mi infancia? Porque nadie está libre de pecado ante tus ojos, ni siquiera el niño que ha vivido un solo día… Por lo tanto, la inocencia del niño reside en la debilidad de su cuerpo y no en la mente infantil. Todos debemos tener muy presente que los niños al ser pecadores necesitan poner su fe en Jesús. Y ésa es una razón por la cual debemos dejar que los niños vengan a Él. 2. Los niños aun a su tierna edad pueden comprender las verdades básicas acerca de Dios, de sí mismos y del EvangelioMatthew Henry lo comenta de la siguiente manera: Nadie es demasiado pequeño o demasiado joven, para ser traído a Cristo, quien sabe cómo mostrar bondad a los que no son capaces de hacerle algún servicio. Si Jesús ordenó que los niños vinieran a Él, eso significa que aun cuando su mente no está completamente desarrollada, ellos pueden entender acorde a su nivel acerca de quién es Dios, qué es el pecado, y su necesidad de un Salvador. El obispo Ryle nos lo explica así: Las almas de los niños pequeños no son inadecuadas para recibir impresiones religiosas. La prontitud con la que sus mentes reciben las doctrinas del Evangelio, y sus conciencias responden a ellas, es un hecho bien conocido por todos los que de alguna manera están relacionados con la enseñanza... Creamos que ellos [los niños] piensan más, sienten más y consideran más que lo que a primera vista parece y que el Espíritu a menudo está trabajando en ellos, de manera tan real y verdadera como en las personas mayores. En una ocasión en la que mi familia escuchaba himnos mientras íbamos en el auto, mi hija escuchó la frase: “Jesús el Salvador”. Entonces ella (quien tiene menos de tres años) me preguntó: “¿Por qué Jesús es el Salvador?” La pregunta me tomó un poco por sorpresa (pues no esperaba que mi hija fuera capaz de hacer ese tipo de cuestiones), así que le traté de responder de una manera sencilla: “Porque Él dio Su vida por los pecadores”. En ese momento no entendí el porqué de su pregunta y si ella en verdad comprendía lo que me estaba preguntando. Sin embargo, al reflexionar un poco más acerca de este suceso, pude recordar una ocasión en cómo mi hija, después de haber terminado de comer, me pidió que la levantara de su silla. Al ver que no la asistí de inmediato, ella empezó a decir: “¡Bájenme, auxilio, sálvenme, sálvenme!” al tiempo que extendía sus pequeños brazos hacia mí. ¿Sabe usted lo que eso significa? Significa que mi hija entiende, aun a su tierna edad y acorde a su pequeña mente el concepto de ser salvado o rescatado. Comprende la realidad de necesitar de la ayuda de alguien para hacer algo que ella no puede hacer, por lo que a su nivel está familiarizada con el concepto de un Salvador. En ocasiones algunas personas me han dicho cosas como: “no la corrijas, todavía no entiende” o “está muy chica”. Esto es porque las personas adultas asumimos que entender acerca de la persona de Dios y de Cristo como Salvador está relacionado con la madurez de la mente, pero la Escritura nos muestra que esto no es así. Al contrario, la Biblia nos muestra que el llegar a creer en Dios no es un asunto meramente de la razón, es más bien un problema del corazón. En palabras del Dr. Ravi Zacharías Nuestro problema con Dios [creer en Él] no es intelectual, es moral. Las más grandes mentes de nuestro planeta, los físicos, astrónomos y filósofos más reconocidos, personas con un increíblemente alto coeficiente intelectual profesan ser ateos. Esto ocurre porque el llegar a conocer a Dios no es un problema de capacidad intelectual, es un problema de habilidad moral. La verdad acerca de Dios no es algo que esté más allá de la capacidad de la mente de nuestros niños, por lo que su principal obstáculo para conocer a Cristo no está en la poca madurez intelectual que ellos tengan; sino en la condición de su pequeño corazón. Esto último nos conduce a la tercera y última razón para dejar que los niños vengan a Jesús. 3. Los niños también pueden ser regenerados por el poder del Espíritu Santo y ser salvosRespecto a esta realidad, creo que no tengo mejores palabras para expresarla que las de J. C. Ryle, por lo que me limito a citarlo: Las almas de los niños pequeños son capaces de recibir gracia. Ellos han nacido en el pecado y sin la gracia no se pueden salvar. No hay nada, ya sea en la Biblia o en la experiencia, que nos haga pensar que ellos no pueden recibir el Espíritu Santo y ser justificados, incluso desde su más tierna infancia. Quizás pudieramos decir todavía más razones para traer los niños a Jesús, pero creo que por ahora estas tres son suficientes. Ahora nos ocuparemos en algunas formas en las que impedimos a los niños venir a Jesús (lo que haremos en la siguiente entrada). Concluye en la siguiente entrada (haga clic AQUÍ)
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