I. Hemos resucitado con Cristo (v. 1a) El apóstol nos dice: “Si habéis, pues, resucitado con Cristo”. Debemos notar que el apóstol no está queriendo expresar duda. Él no está diciendo: “si es que habéis resucitado con Cristo”. Más bien, el apóstol está suponiendo una realidad, como base de su exhortación. Podemos entender estas palabras como diciendo: “Habiendo, pues, resucitado con Cristo”. La NVI traduce estas palabras como: “Ya que han resucitado con Cristo”. Para Pablo, no existe la menor duda: todos los que creen en Cristo, han resucitado con Él.
Pero, ¿qué quiere decir el apóstol con “hemos resucitado con Cristo”? Esta afirmación encierra al menos dos ideas acerca de nuestra nueva vida en Cristo: 1) Pablo hace referencia a lo que los teólogos han llamado nuestra unión mística con Cristo. Los creyentes hemos sido unidos a Cristo: Cristo es la cabeza de la iglesia y nosotros estamos unidos a Él formando el cuerpo. Esta unión es en palabras del mismo Spurgeon: “íntima, continua, indisoluble, todo lo que le afecta a Él nos afecta a nosotros”. Una de las implicaciones de nuestra unión con Cristo es que Él es nuestro sustituto en todo ante los ojos del Padre. Estar unidos a Cristo o estar en Cristo, significa que Dios nos ha hecho partícipes de todo lo que Cristo hizo. En virtud de ello, El Padre toma en cuenta la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, como si fueran nuestras. En cuanto a Su vida, Dios nos ha imputado la justicia perfecta de Cristo. Su justicia es nuestra justicia. “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” (1 Corintios 1:30). En cuanto a Su muerte, entendemos que nosotros hemos muerto con Cristo, que la muerte de Jesús se acredita a nosotros los creyentes, como si fuera nuestra. En Cristo hemos satisfecho la pena del pecado y ya no hay condenación sobre nosotros. Apenas unos versículos atrás de nuestro texto, leemos que Dios anuló “el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” (Colosenses 2:14). Dios clavó en la cruz el acta de nuestra deuda, diciendo: “Esta es la paga perfecta que satisface mi justicia”. Spurgeon dijo: “Nosotros hemos sufrido la sentencia de la ley en Él, nuestro Sustituto, hemos sido puestos en la prisión y hemos muerto bajo su muerte, y ahora ya no estamos bajo la maldición”. En cuanto a Su resurrección, podemos decir que “Cuando Dios resucitó a Cristo, empezó a vernos en cierto sentido como resucitados «con Cristo» y por consiguiente dignos de los méritos de la resurrección de Cristo. Romanos 4:25 dice: “el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación”. En Efesios 2:6 Pablo dice: “y con Él nos resucitó, y con Él nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús”. Por todo esto, el apóstol dice en Colosenses 2:10-12 que “hemos sido hechos completos en Él”, que somos circuncidados en Cristo, que en Él hemos sido muertos y “sepultados”. 2) Pero la Escritura también nos enseña que hay una dimensión u operación interna en los creyentes, asegurada y efectuada por la obra de Cristo. En la cruz, Cristo murió por nuestros pecados, y con elló nos dio el poder para vencer al pecado. Romanos 6:2 dice que gracias a la obra de Cristo, “hemos muerto al pecado”, es decir, hemos sido liberados del yugo de esclavitud que estaba sobre nosotros, y hemos sido liberados para servir a Dios. Por eso en el versículo 3 de nuestro pasaje Pablo nos recuerda: “habéis muerto”. La resurrección de Cristo también aseguró nuestro nuevo nacimiento. Pedro dice que “nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo” (1 Pedro 1:3). En palabras de Pablo, estábamos “muertos en delitos y pecados” (Efesios 2:1), pero Dios nos dio vida, una vida espiritual y nueva de manera que ya no tengamos que permanecer en nuestra pasada manera de vivir. Leemos en Colosenses 2:13 dice: “Y cuando estábais muertos en vuestros delitos y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con Él”. Con el mismo poder con el que el Padre levantó a Cristo, también nos regeneró a cada uno de nosotros, y nos dio una nueva vida. El apóstol nos llama a que constantemente estemos considerando esto: que estamos unidos a Cristo, que Su justicia es nuestra justicia, que Su muerte es nuestra muerte, que Su resurrección es nuestra resurrección, y que Dios por Su gracia nos ha hecho morir al pecado y resucitar para una vida nueva. -- Ir a la última parte... Leer la primera parte...
0 Comentarios
Tu comentario se publicará una vez que se apruebe.
Deja una respuesta. |
Archivos del blogAgosto 2017 Julio 2017 Junio 2017 Abril 2017 Marzo 2017 Febrero 2017 Enero 2017 Diciembre 2016 Noviembre 2016 Octubre 2016 Septiembre 2016 Agosto 2016 Julio 2016 Junio 2016 Mayo 2016 Abril 2016 Marzo 2016 Febrero 2016 Enero 2016 Diciembre 2015 Noviembre 2015 Octubre 2015 Septiembre 2015 Agosto 2015 Julio 2015 Junio 2015 Mayo 2015 Abril 2015 Marzo 2015 Febrero 2015 Enero 2015 Diciembre 2014 Octubre 2014 Septiembre 2014 Agosto 2014 Julio 2014 Junio 2014 Mayo 2014 Abril 2014 Marzo 2014 Febrero 2014 Enero 2014 Diciembre 2013 Abril 2013 Enero 2013 Diciembre 2012 Marzo 2012 Mayo 2011 Febrero 2011 Enero 2011 Diciembre 2010 Noviembre 2010 Julio 2010 Junio 2010 Mayo 2010 Abril 2010 Marzo 2010 Febrero 2010 Enero 2010 Diciembre 2009 Noviembre 2009 Octubre 2009 Septiembre 2009
|
Fotos utilizadas con licencia Creative Commons de Neticola, Brett Jordan, Anna & Michal, chriswasabi, Ryk Neethling